Pedro Sánchez ha dado un vuelco ideológico al Tribunal Constitucional (TC). Avasallador, ha pasado un rodillo, lo ha secuestrado. Ha culminado el asalto a la justicia para ponerla a su servicio. Ya tiene lo que quería: un TC a merced del sesgo ideológico, poroso a los deseos de la izquierda. El Gobierno tendrá más fácil garantizarse sentencias favorables a las leyes aprobadas con sus socios parlamentarios. Como no pueden reformar la propia Constitución, socialistas y comunistas han designado un TC que interprete como acorde a nuestra Carta Magna lo que antes no lo era. Se consuma así la estrategia gubernamental para dominar el principal contrapoder del Estado de derecho. Aunque se produzca la alternancia política, no la habrá en la Justicia, una vez que el sanchismo prevalecerá al mando. El dominio del Constitucional por la izquierda sugiere un futuro muy negro.
¿Ustedes también salivan al leer el anterior párrafo? Está redactado copiando frases dichas y escritas por la derecha política y mediática en las últimas horas, tras la elección de Conde-Pumpido al frente del Constitucional. Si eres de izquierda, se te hace la boca agua al leerlo. ¡Un TC al servicio del gobierno social-comunista! ¡El máximo intérprete de la Constitución convertido en correa de transmisión de la izquierda! ¡Un alto tribunal que valide leyes progresistas en vez de suspender preventivamente todo lo que recurre la derecha!
No se emocionen, que luego vienen las decepciones. Es como cuando desde la derecha repiten a diario lo de “el gobierno más radical de la historia”, que te lo acabas creyendo y luego sales a la calle y no ha empezado la revolución.
Lo cierto es que el Constitucional ha cambiado de mayoría, no por ningún asalto sino aplicando (y con retraso) la normalidad democrática. Y el nuevo equilibrio va a durar al menos dos legislaturas más, lo que favorecería a un gobierno de izquierda, o al menos nos protegería algo ante un eventual gobierno de derecha y ultraderecha. ¿Podemos entonces felicitarnos por contar en los próximos años con una lectura menos rígida de la Constitución? Dejando a un lado la habitual hipérbole derechista, la pregunta es: ¿tendremos de verdad un Constitucional “progresista”? ¿Puede existir algo así, dado el tradicional sesgo conservador en la justicia a todos los niveles, y muy especialmente en el TC? Demasiadas veces hemos visto que la toga funciona como el tricornio del chiste aquel del marciano: en cuanto te la pones, te vuelves más conservador.
Pronto lo comprobaremos, en cuanto eche a andar y vaya resolviendo, que tiene mucha tarea pendiente. La que tiene en el cajón desde hace años (leyes todavía de los tiempos de Zapatero, como la del aborto), la que ha acumulado en esta legislatura (la reforma laboral, la eutanasia, la ley de infancia o la de los riders), y la que va a seguir sumando por esa costumbre de las derechas de llevar al TC cualquier cosa que salga del parlamento. Este viernes, sin ir más lejos, Vox presentará un recurso contra la Ley de Memoria Democrática. Con ese llevan ya 45 recursos de inconstitucionalidad en esta legislatura. Los de Abascal trabajan más en la ventanilla del TC que en el Congreso.
Cuando vayan llegando las sentencias sobre todos esos asuntos, comprobaremos si de verdad tenemos un Tribunal Constitucional progresista, o si la expresión es un oxímoron, a sumar a otras construcciones graciosas e imposibles como guerra humanitaria, banca ética, mercado libre, desarrollo sostenible, amor eterno o monarquía moderna. Seguramente muchos nos conformaríamos con que no fuese tan conservador como hasta ahora, porque demasiadas veces “justicia conservadora” no ha parecido un oxímoron, sino una redundancia.