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El umbral electoral de supervivencia del Partido Popular

Pablo Casado.

Javier Pérez Royo

Este lunes publicaba Alberto Penedés El sistema electoral ya no es lo que era, donde subrayaba que el fin del bipartidismo imperfecto del sistema electoral nacido con la Transición había dado un cierto respiro a los terceros y cuartos partidos de ámbito estatal. En decenios pasados, dichos partidos (PSP, UN, CDS, UPyD...) “no habían aguantado más de dos tortazos electorales”. A partir de ahora, aunque con muchas cautelas, se puede pensar que ya no va a ser así. Su umbral electoral de supervivencia es más elástico.

Para los dos grandes, PSOE y PP, los resultados electorales que se vienen produciendo desde 2015 les están planteando un problema de supervivencia, que nunca se pensó que podría llegar a plantearse. Un “partido de gobierno” no puede bajar de un determinado umbral electoral sin entrar en riesgo de desaparición. Un “partido de gobierno” no puede subsistir si la sociedad deja de reconocerlo como tal, si desciende su representación electoral con una intensidad con la que desaparece su expectativa del volver a ser reconocido como tal “partido de gobierno”.

Desde 2011, el PSOE ha estado al borde de encontrarse en esa situación. El suelo electoral del PSOE descendía elección tras elección sin que estuviera claro hasta donde podría llegar dicho descenso. La amenaza de que otro partido de izquierda pudiera superarlo ha sido real durante dos convocatorias electorales consecutivas. El éxito de la moción de censura y la consiguiente investidura de Pedro Sánchez como presidente del Gobierno ha revertido la tendencia. El PSOE no solamente está en el Gobierno, sino que ha vuelto a recuperar ante la sociedad española la imagen de “partido de gobierno”. Pero la sociedad española ya le ha dado un primer aviso.

Ahora parece que es el PP el que se encuentra en esa situación. El PP tuvo en 2015 un descalabro electoral similar al que tuvo el PSOE en 2011. Si el PSOE pasó de un 43,87% y 169 escaños en 2008 a 28,76% y 110 escaños en 2011; el PP pasó de un 44,63% y 186 escaños en 2011 a 28,72% y 123 escaños en 2015. El PSOE perdió 59 escaños y el PP 63. El problema para el PSOE es que volvió a perder 20 escaños en 2015 (de 110 a 90) y cinco más en 2016 (85). La sangría no se detenía. El PP, por el contrario, recuperó en 2016 casi un 5% de porcentaje de voto y 14 escaños, pasando de 123 a 137. Parecía que el PP resistía mejor que el PSOE la tendencia descendente.

Con el éxito de la moción de censura parece que la tendencia se ha invertido, aunque no disponemos de evidencia empírica que pueda confirmarlo en forma de resultados electorales. Sí disponemos de estudios de opinión, que parecen indicar una recuperación significativa del PSOE y un descenso también significativo del PP, que en las próximas elecciones generales del 28 de abril corre el riesgo de quedar por debajo, tal vez muy por debajo, del umbral de los 100 escaños.

¿Hasta dónde puede caer el PP sin que su propia supervivencia se ponga en cuestión? Esta es una de las incógnitas que el resultado del próximo 28A puede ayudar a despejar. El PP no tiene los 140 años de historia del PSOE. Es un partido refundado en 1989 a partir de un partido de extrema derecha (Alianza Popular) que se constituye en 1977 por exministros de Franco con la finalidad de continuar en democracia su trayectoria política durante la dictadura. Contra pronóstico y cuando parecía desahuciado, el hundimiento de UCD le permitió ocupar el espacio electoral de centro desde su posición de extrema derecha. Desde esa posición de extrema derecha el partido iniciaría un “viaje al centro”, en el que se incluiría su refundación como PP, con la sustitución de Manuel Fraga por José María Aznar, que culminaría en 1996 con la victoria en las elecciones generales de ese año. Como partido de gobierno el PP ha conseguido asentarse y extender su presencia en todo el Estado, aunque con dos puntos débiles en Catalunya y Euskadi.

El monopolio de la representación de toda la sociedad española a la derecha del PSOE, consecuencia de tener integrada a la extrema derecha desde su fundación, es lo que le ha permitido competir ventajosamente dentro del sistema político español. En las elecciones generales de 2015 se empezó a hacer visible la quiebra de dicho monopolio y, aunque recuperó terreno en las de 2016, da toda la impresión de que va a volver a perder mucho terreno en 2019. ¿Tanto como para que la sociedad española deje de verlo como un “partido de gobierno” y se ponga en marcha un proceso de desintegración? El 28A por la noche comenzaremos a saberlo.

El PSOE fue capaz de escapar de la deriva autodestructiva de los años finales del Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero con el éxito de la moción de censura de Pedro Sánchez. ¿Escapará el PP de la deriva autodestructiva de los años finales del Gobierno de Mariano Rajoy?

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