No es costumbre de los reyes españoles votar: en más de cuarenta años de democracia no los hemos visto nunca asomar por un colegio electoral, salvo cuando se trata de algún referéndum, como los de la Constitución o la OTAN. La consulta sobre el Tratado europeo de 2005 fue la última vez que vimos a los entonces reyes, Juan Carlos y Sofía, haciendo cola frente a una urna, con toque campechano incluido: las graciosas crónicas periodísticas de aquel día cuentan que el rey se olvidó de enseñar el DNI a la mesa, la reina se lo recordó con cariño, y a su vez ella se dio cuenta de que había olvidado el sobre con la papeleta en casa, qué naturalidad, cómo celebró la prensa cortesana la simpática anécdota.
Ahora se publica que el rey emérito podría volver a España el próximo otoño, en caso de gobierno de la derecha y la ultraderecha, para instalarse definitivamente. Y tal vez eso justifique que rompan su abstencionismo de décadas, de pronto interesados en el resultado electoral. Imagino al huido Juan Carlos de Borbón votando en la embajada española en Abu Dabi, pero también a los actuales reyes votando en El Pardo aunque escogiendo la papeleta contraria: la que asegure que el emérito se quede lejos, que ahora que la monarquía está fuera de foco solo falta tenerlo en una casita de la Zarzuela y saliendo con amigos por Madrid.
La noticia sobre su posible regreso decía basarse en “su entorno más próximo”, y ese mismo entorno asomó horas después en otros medios para desmentir “rotundamente” al primer entorno: que de regresar, nada de nada. Lo que no oímos, ni rotundo ni suave, fue el desmentido del PP de que en caso de gobernar no va a poner alfombra roja al emérito para que venga a pasar sus últimos años en casa.
Al contrario, cuando hace unos meses vino unos días para navegar con amigos, fue recibido “con los brazos abiertos” por el PP gallego. Un viaje defendido por el coordinador general del PP: “el rey puede venir a España cuando considere oportuno, porque es su país”. El propio Feijóo, siendo todavía presidente de la Xunta, lamentó hace un año “el sufrimiento del rey”, al que declaró “libre de toda sospecha”. En otro momento aseguró que “me sabe mal tener al ex jefe del Estado viviendo fuera de España” y que “un país que se precie, los temas debe resolverlos dentro”. Y su futurible vicepresidente, Santiago Abascal, es de la misma opinión, lo dijo hace más de un año: “No me gusta nada que el rey Juan Carlos esté fuera de España y me gustaría que esté en España”.
Con estos precedentes parece muy verosímil la información sobre el posible retorno en caso de cambio de gobierno, ¿verdad? No es muy fantasioso pensar que el rey venga de visita y una vez aquí se encuentre indispuesto para viajar, tenga revisiones médicas, o ni siquiera necesite ese disimulo y directamente se quede a vivir aquí, sabiendo que el gobierno está encantado de su regreso.
Pues nada, a los temidos retrocesos en derechos y libertades que puede traer un gobierno de PP-Vox, ahí tenemos otro pasito atrás hacia tiempos que creíamos superados: tener de nuevo en casa al rey emérito, por supuesto a gastos pagados y con todos los honores. Mira, parafraseando ese eslogan miserable de las derechas: que te vote el emérito.