El domingo un eurodiputado español, conocido difusor de bulos y mensajes de odio, colgó en su canal de Telegram (700.000 seguidores) un vídeo supuestamente grabado en Barajas: un grupo de hombres de raza negra cargados con bolsas de viaje, recorriendo un pasillo del aeropuerto. “Ahora mismo la T2 de Madrid”, decía el bulero, sin añadir nada más, que sus seguidores ya lo entienden. Es uno de los recursos habituales de la ultraderecha últimamente: compartir fotos y vídeos de personas de raza negra en aeropuertos, estaciones de tren y autobús. Da igual que a veces sean vídeos de hace años o de otros países, funcionan igual: se trata de ilustrar cómo el gobierno está dejando entrar a los inmigrantes y repartiéndolos por todo el país, en cómodos trenes y aviones, facilitando la invasión, el gran reemplazo, el Plan Kalergi y demás conspiranoias racistas.
Al día siguiente del vídeo del aeropuerto, el alcalde ultraderechista de una importante ciudad catalana daba un chivatazo en Twitter: ojo cuidao, que he visto en el ferry a diez jóvenes marroquíes con cuerpos de gimnasio, gafas de sol y haciendo el signo de la victoria, van camino de Barcelona y seguro que la lían. Exactamente el mismo mensaje que el vídeo del aeropuerto: mientras tú estás tan pancho de vacaciones, negros y marroquíes están llegando a tu barrio (viajando a cuerpo de rey), y lo mismo te ocupan la casa, que te violan o te quitan las ayudas sociales.
Habrá quien piense que este alcalde del PP (al que no voy a nombrar para no darle más resultados en Google y rebotes en redes sociales) se sube al carro de la nueva extrema derecha. Nada de eso: es un pionero, un adelantado, el que primero llevó el discurso xenófobo a las instituciones y los medios. Cuando Vox no existía y el eurodiputado del primer párrafo terminaba el bachillerato, nuestro alcalde ya difundía bulos y odio. Y no tuiteando, qué va: imprimiendo folletos, a todo color. En 2010 repartió 15.000 panfletos en Badalona con fotos de rumanos de etnia gitana y acusaciones de inseguridad, delincuencia y vandalismo. “Los rumanos son una plaga y una lacra para la ciudad, han venido exclusivamente a delinquir y robar”, dijo el precursor.
En 2015, cuando los buleros de la actual fachosfera no tenían ni cuenta en Twitter, el “sheriff de Badalona” se presentaba a las elecciones con un cartel que ríete tú de los youtubers más ultras: “Limpiando Badalona”. En los años siguientes, cuando todavía ni veíamos venir a la nueva ultraderecha, el tipo duro de Badalona culpaba al multiculturalismo de los atentados yihadistas en Europa, proponía dejar fuera de la sanidad a los inmigrantes irregulares “salvo que tengan una enfermedad contagiosa” (ojo al matiz: los inmigrantes nos invaden y traen enfermedades), difundía nuevos folletos contra la apertura de una mezquita, y usaba su cuenta en Twitter para cargar contra la izquierda “buenista” en tono matón.
Así que reconozcámosle como se merece: él lo dijo primero, él se adelantó a todos esos niñatos ultras que bulean en las redes sociales. Y lo hizo desde las instituciones y los medios, y con las siglas de un partido tan respetable como el PP, sin que sus dirigentes le contradijeran nunca. Y lo peor: su populismo racista, combinado con una sucesión de malas decisiones por parte del resto de partidos, le ha funcionado políticamente. Alcalde con mayoría absoluta, cosa que no lo hace bueno, sino que duplica el problema: tenemos un alcalde racista, y tenemos unos vecinos que lo eligen.
Supongo que el alcalde malote se ve a sí mismo como la versión municipal de Harry El Sucio, aquel policía de película sobre cuyos malos modos y su ambigüedad moral llevamos décadas discutiendo si es o no fascista. En el caso de Xavi El Sucio no hay duda: lo es. Y como decía el policía interpretado por Eastwood en frase mítica, “las opiniones son como los culos, todo el mundo tiene uno”. El alcalde de Badalona tiene, qué duda cabe.
Si, como pretenden los buleros racistas, algún día el odio prende más allá de las redes, y acaba en violencia como hace semanas en el Reino Unido, habrá que reconocerle también al alcalde de Badalona su contribución de tantos años. No sea que todos esos advenedizos del odio se atribuyan el mérito de reventar la convivencia.