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La alargada sombra del franquismo
Cuarenta y cinco años después de la muerte del dictador, el franquismo aún sigue proyectando su sombra sobre este inexplicable país. Su sombra alcanza a instituciones como la monarquía heredada, la conferencia episcopal, la justicia o el ejército, pero también a la enseñanza concertada, a algunos partidos políticos y a no pocas empresas.
Y qué decir de esa aristocracia oxidada que ahora se manifiesta con descapotables y banderas. Qué decir de los abucheadores sistemáticos contra los gobiernos progresistas en diferentes actos públicos. Qué decir de esos desubicados que, siendo de origen y realidad humildes y habiendo sufrido ellos o sus familias las consecuencias nefastas del régimen, lamentan que no haya un Franco o dos para arreglar los problemas que nos aquejan.
Podría pensarse que a estas alturas democráticas ya estamos libres de esa negra sombra ideológica, pero no. Tal vez, estas inclinaciones ideológicas retrógradas no sean un asunto de criterio, sino genético; o, quizá, los efectos de un virus que encuentra acomodo en mentes cerriles y escasas.
Cuarenta y cinco años después de la muerte del dictador, el franquismo aún sigue proyectando su sombra sobre este inexplicable país. Su sombra alcanza a instituciones como la monarquía heredada, la conferencia episcopal, la justicia o el ejército, pero también a la enseñanza concertada, a algunos partidos políticos y a no pocas empresas.
Y qué decir de esa aristocracia oxidada que ahora se manifiesta con descapotables y banderas. Qué decir de los abucheadores sistemáticos contra los gobiernos progresistas en diferentes actos públicos. Qué decir de esos desubicados que, siendo de origen y realidad humildes y habiendo sufrido ellos o sus familias las consecuencias nefastas del régimen, lamentan que no haya un Franco o dos para arreglar los problemas que nos aquejan.