A pasos lentos pero precisos viene haciéndose grande el extremo derecho del discernimiento social, y ahora toca saber cuál es el camino que debemos seguir los demás, una vez despiertos los sueños en latas y otros prefabricados ideológicos oníricos y por si no se han dado cuenta, toca saberse parte del permiso que la barbarie en su versión edulcorada de momento nos concede, (¡ay de nosotros si cae Francia!), cada vez un poquito más cerca, cada vez mas descarada, sin complejos, su aliento se hace insoportable a nuestras espaldas, pero no a todos, no a todos, muchos han visto su oportunidad y han salido del armario, un armario de protecciones mugrientas rehecho en 1975 sobre el último aliento del hombre que les inspira, la democracia, sus giros inesperados, las mayorías sociales, los gritos de las minorías, todo esto les ha mantenido encerrados en pequeñas capillas y hasta ahora, recluían en lo doméstico la libre excreción de análisis sociopolíticos basados en la nostalgia eslava de los hombres fuertes, salvajes esteparios de la mano dura ordenando todo, el alma, el cuerpo, el hambre y el territorio, pero eso es cosa del pasado, la represión digo, ya han salido del armario, ya van a voces en guaguas, colas de supermercado, cenas familiares, sus mensajes aparecen  filtrados en los juicios inopinados de los niños, y en los de personas sensatas asustadas de pronto por todo lo que estos monstruos inventan, y esa es su más preclara seña de identidad, no quieren ser ya los lobos de los cuentos, ellos quieren ser los narradores y convertir en lobos a nuestros vecinos, a nuestros hijos, al diferente, al que sufre, al pobre, lobos que acechan y que ponen en peligro el bienestar y la seguridad que sólo nos pueden dar el libre mercado, las finanzas sin fronteras, la ortodoxia religiosa, sin olvidar las armas y otras grandes ocurrencias (al tiempo que terribles evidencias) por el estilo. Un tiempo de hierro se está forjando ahora mismo ante nuestros ojos, los yunques braman martillazo a martillazo mientras la atención mundial se difumina, se diluye lentamente, ensimismada, en las pantallas.