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La siesta nacional
Era hasta hace unas décadas los toros, como sabemos, que como está fuera de dudas hoy tiene los días contados, más allá de tradiciones mal entendidas ni preservación de ninguna especie (mejor dedicarnos a preservar los insectos, como reza el último capítulo de la Noche Temática de la 2, algo de lo que aún puede verse en televisión sin pagar) ni prohibición de ningún gobierno, menos aún uno socialcomunista e ilegítimo a los ojos nublados de la derecha española de toda la vida.
A día de hoy la siesta nacional es el fútbol, sobre todo cuando ponen el “clásico” a la hora de la siesta por culpa de los derechos de televisión y nadie osa cambiar su siesta en este veranillo de mi nieto Miguel por un Madrid -Barça que lo eleve a las alturas de las estrellas que allí, en medio de media fanega de tierra de grama, la yerba más enemiga del agricultor, corren tras un balón redondo como la o.
No es malo que la gente tenga su momento de gloria en medio de una siesta/fiesta nacional. No es bueno que minusvaloremos a los amantes de los toros o a los forofos del fútbol. El bien y el mal continúan siendo potestad de las religiones como sucede desde los orígenes de la humanidad y como debe ser en cuestiones de espíritu, esa cosa tan intangible.
Pero todo lo dicho no quita, como reza la lengua popular, para despertar a tiempo de la siesta y ponernos manos a la obra
Era hasta hace unas décadas los toros, como sabemos, que como está fuera de dudas hoy tiene los días contados, más allá de tradiciones mal entendidas ni preservación de ninguna especie (mejor dedicarnos a preservar los insectos, como reza el último capítulo de la Noche Temática de la 2, algo de lo que aún puede verse en televisión sin pagar) ni prohibición de ningún gobierno, menos aún uno socialcomunista e ilegítimo a los ojos nublados de la derecha española de toda la vida.
A día de hoy la siesta nacional es el fútbol, sobre todo cuando ponen el “clásico” a la hora de la siesta por culpa de los derechos de televisión y nadie osa cambiar su siesta en este veranillo de mi nieto Miguel por un Madrid -Barça que lo eleve a las alturas de las estrellas que allí, en medio de media fanega de tierra de grama, la yerba más enemiga del agricultor, corren tras un balón redondo como la o.