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Las vallas

Pablo Jorge Pinazo | socio de elDiario.es

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Es triste y vergonzoso ver como gentes procedentes de África o Asia pierden sus vidas buscando un futuro en Europa, ya sea ahogadas en el Mar Mediterráneo o en el Océano Atlántico, ya sea intentando franquear las vallas existentes en las fronteras.

Algo falla estrepitosamente en el sistema migratorio. Nos dicen que faltan personas para trabajar en varios sectores económicos, pero quienes podrían ocupar los puestos de trabajo en ellos vacantes mueren intentando llegar a Europa. ¡Que gran contradicción y que catástrofe! ¿Dónde queda el valor de la fraternidad establecido por la Revolución Francesa?

Tanto como se criticaron en su día los muros que separaban el mundo capitalista del comunista hay que criticar hoy las vallas que separan el mundo rico del mundo pobre. No olvidemos que Occidente impulsó su desarrollo económico en los siglos pasados gracias al expolio de recursos naturales y la esclavitud de personas en los territorios colonizados desde los que hoy parte la inmigración.

Si las naciones desarrolladas, entre ellas España, tienen economías dinámicas y estables y sus ofertas de trabajo no pueden ser cubiertas totalmente por sus propios habitantes es de justicia que sean atendidas por personas inmigrantes y refugiadas. Recordemos que tras la Guerra Civil muchas personas procedentes de España fueron acogidas en América Latina, Europa y, en menor medida, África y que en los años 50 y 60 del siglo pasado muchas familias españolas prosperaron gracias a que emigraron a países del centro de Europa y también a otros países de Occidente.

En consecuencia, exijamos permisos de trabajo, de residencia y pasajes seguros para quienes, procedentes de países con dificultades económicas, en guerra o con marcada represión política, quieran rehacer sus vidas en España y otros países desarrollados, en la medida en que nuestras economías lo permitan. Pensemos además que si inmigrantes y refugiados están en situación regular, además de contribuir al desarrollo económico y social de España, contribuyen también al sostenimiento del Estado y del sistema público de pensiones.

Con conciencia de ciudadanía global busquemos desde la sociedad civil la eliminación de las vallas que tanto dolor ocasionan. Busquemos la concordia mundial que reconvierta los presupuestos militares en civiles, dedicados al logro de la igualdad, la libertad y la lucha contra el cambio climático que a todos nos afecta, especialmente a los países más pobres con economías de subsistencia.

Es triste y vergonzoso ver como gentes procedentes de África o Asia pierden sus vidas buscando un futuro en Europa, ya sea ahogadas en el Mar Mediterráneo o en el Océano Atlántico, ya sea intentando franquear las vallas existentes en las fronteras.

Algo falla estrepitosamente en el sistema migratorio. Nos dicen que faltan personas para trabajar en varios sectores económicos, pero quienes podrían ocupar los puestos de trabajo en ellos vacantes mueren intentando llegar a Europa. ¡Que gran contradicción y que catástrofe! ¿Dónde queda el valor de la fraternidad establecido por la Revolución Francesa?