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Prometo volver pronto

Intervalo primero (22 de mayo de 2018)

Muchas veces me pregunto acerca de las piedrecitas que van quedando en las orillas de los ríos pequeños. El agua las arrastra, las amontona, les da forma. Me gusta pensar que no hay nada de violencia ni inmediatez, que la masa líquida solo les canta, les cuida, les mece. Que todo se reduce a una cuestión de lugar y de espacios, que aunque no lo parezca, terminará teniendo sentido o formando parte de algo. Me gusta pensar que son esas pequeñas galaxias que se forman, llenas, húmedas, donde nace todo. Una vez más, en los márgenes, la vida sucediéndose una y otra vez. Como escribió Pessoa en uno de sus pasajes del desasosiego, llamado intervalo doloroso, a minha vida è como se me batessem com ela... y vuelvo a las piedras que se dejan dar forma por el agua, ¿conocerán a las de la orilla de enfrente?¿Se golpearán una y otra vez con ellas?, ¿se dejarán hacer?

Hasta aquí el primer intervalo: después de las diez cartas, vendrán otras con diferentes formas, nanas, ramas, animales. Prometo volver pronto, mientras tanto, aquí sigo, apartando piedrecitas en la orilla, buscando el mejor sitio para quedarme quieta y dejar que el agua haga su trabajo.

Mi abuelo mandaba aquí a mi padre por agua. Sé, que antes, muchísimo antes, vinieron otros a remangarse y a lavarse la cara, a partir semillas, a mirarse en el agua. Unos pequeños agujeros en una una piedra gigante lo cuentan. Por eso, este lugar, de donde tantas veces he bebido, he jugado a coger ranitas de san Antonio y galápagos, se llama los labradillos. Otra narrativa sí, otra forma de decir que yo vengo de aquí y es aquí donde me gustaría llegar.

Intervalo primero (22 de mayo de 2018)

Muchas veces me pregunto acerca de las piedrecitas que van quedando en las orillas de los ríos pequeños. El agua las arrastra, las amontona, les da forma. Me gusta pensar que no hay nada de violencia ni inmediatez, que la masa líquida solo les canta, les cuida, les mece. Que todo se reduce a una cuestión de lugar y de espacios, que aunque no lo parezca, terminará teniendo sentido o formando parte de algo. Me gusta pensar que son esas pequeñas galaxias que se forman, llenas, húmedas, donde nace todo. Una vez más, en los márgenes, la vida sucediéndose una y otra vez. Como escribió Pessoa en uno de sus pasajes del desasosiego, llamado intervalo doloroso, a minha vida è como se me batessem com ela... y vuelvo a las piedras que se dejan dar forma por el agua, ¿conocerán a las de la orilla de enfrente?¿Se golpearán una y otra vez con ellas?, ¿se dejarán hacer?