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¿Existe en España una norma social contra la extrema derecha?

15 de diciembre de 2022 06:01 h

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Los regímenes democráticos tienden a promover una cultura cívica específica, la cultura democrática. La cultura democrática se compone de, entre otras cosas, normas sociales que condenan algunas ideologías, políticas y comportamientos que se consideran contrarios a la democracia, como el autoritarismo, el racismo o el nativismo. Los partidos políticos que presentan estas ideas en sus discursos, como muchos partidos de extrema derecha, suelen ser entendidos como fuera de la norma social, por lo que una mayoría tiende a restringir su apoyo público a dichos partidos. Cuando el papel de contención de las normas sociales se debilita, la gente se siente más cómoda expresando opiniones racistas, autoritarias o apoyando públicamente opciones de extrema derecha.

En los últimos años, el auge de los partidos de ultraderecha o derecha populista en muchos países de Europa como Sverigedemokraterna en Suecia, Fratelli d'Italia, Front National en Francia o Vox en España arroja dudas sobre el estado de estas normas sociales. En algunos países el voto a la extrema derecha supera el 20%, como es el caso de las elecciones generales suecas de 2022, o en Italia, donde el partido está en el gobierno. ¿Cómo es que tanta gente apoya estas opciones si son entendidas como algo inapropiado por parte de la población? Es importante, por tanto, medir el estado de dichas normas y cómo influyen en el comportamiento de la gente.

Para responder a estas preguntas hemos realizado un estudio que consiste en presentar diferentes situaciones hipotéticas sobre las que los encuestados responden ciertas preguntas. En el estudio le enseñamos a los participantes la imagen de un chico joven llevando una camiseta mostrando apoyo a diferentes partidos políticos: Vox, PSOE o Podemos. En España el partido de extrema derecha, Vox, es relativamente reciente, aunque suficientemente conocido (15,08% del voto en 2019). Para comparar, elegimos a un partido tradicional ubicado en el centro, PSOE (28,25 % del voto en 2019) y un partido con un porcentaje de votos similar, pero en el otro extremo ideológico, como es Podemos (12.97% del voto en 2019).

Primero preguntamos sobre las creencias personales. En nuestro estudio, la mayoría de las personas indicaron que llevar la camiseta de Vox en público era “totalmente inapropiado” o “muy inapropiado” (54,7%), comparado con un 38,7% de personas que dijeron lo mismo de los otros dos partidos. Al preguntar sobre lo que creen que otras personas piensan, las diferencias se hacen más patentes: un 74,53% de las personas entrevistadas indicó que para los demás llevar la camiseta de Vox en público era “totalmente inapropiado” o “muy inapropiado”, comparado con un 57,7% de personas que dijeron lo mismo de los otros dos partidos. La Figura 1 muestra la media de las respuestas para cada partido. En concreto, se representa cómo de dañino, moralmente apropiado y socialmente apropiado los encuestados encuentran personalmente llevar la camiseta en público (arriba) y cómo de dañino, moralmente apropiado y socialmente apropiado creen que el resto de las personas de la encuesta responde a estas mismas preguntas. El uno representa “completamente inapropiado”. Los datos muestran la media de respuestas para cada partido.

Figura 1: Opinión personal y percepción sobre los demás

Los datos nos dicen que en España existe una norma social en contra de mostrar en público el apoyo a la derecha populista. Como vemos en la figura 1, nuestros encuestados consideran que mostrar apoyo a la derecha radical es menos apropiado socialmente, menos apropiado moralmente y más dañino que mostrar apoyo a otros partidos. Y, más importante, también son capaces de aproximar en qué medida los demás consideran inapropiada el apoyo público a esta opción, aunque tienden a sobreestimar cómo de inapropiadas otros consideran las expresiones de apoyo a la derecha más radical.

En una segunda parte, queremos entender los mecanismos que mantienen a estas normas en su lugar. Las normas sociales se mantienen en base a la aprobación de los demás. Una gran parte de la investigación académica señala las sanciones como un mecanismo importante para el mantenimiento de las normas. Por ejemplo, si tus vecinos ponen cara de desaprobación si te ven reciclando de forma incorrecta, es más probable que la próxima vez intentes hacerlo de forma correcta. En cambio, la ausencia de sanciones crea un clima de tolerancia hacía este comportamiento. Una vez establecido que una mayoría considera inapropiado mostrar apoyo a ciertas opciones políticas en público, nos preguntamos si esta misma gente estaría dispuesta a castigar esta conducta y de qué manera. ¿Qué tipos de sanciones están dispuestas a imponer las personas y cuáles perciben como más aceptables?

Nuestros datos apuntan a que lo más aceptable es no hacer nada, es decir, no reaccionar o castigar la conducta de ninguna manera. Los datos también indican que, en caso de reaccionar, la gente prefiere sanciones que evitan la interacción, como por ejemplo señalar al chico de la camiseta o evitar interactuar con él. En cambio, acciones directas como confrontar verbal o físicamente son consideradas inapropiados. En general solo una minoría indicó que estaría dispuesta a castigar este tipo de conductas y, en caso de hacerlo, sería de nuevo con acciones indirectas como muestra la figura 2. El gráfico muestra la probabilidad para cada sanción con la que los participantes indicaron que al ver al chico con la camiseta de Vox en un lugar público. La escala va del 0 (“seguro que no”) al 10 (“seguro que sí”).

 

Figura 2: Probabilidad para cada sanción

En definitiva, aunque las respuestas indican que la opción de extrema derecha se percibe como menos aceptable socialmente, la mayoría de la gente no parece estar dispuesta a castigar estas conductas e incluso consideran no hacer nada como la acción más apropiada, lo que podría explicar el auge de estos partidos. Podemos decir entonces que la norma existe, es decir, hay un consenso sobre lo inapropiado del comportamiento, pero no existen consecuencias directas para aquellos que lo exhiben en público. En una situación así podemos decir que el comportamiento se tolera y, por lo tanto, la existencia de la norma puede no tener un efecto muy fuerte en el comportamiento de la población.

Los regímenes democráticos tienden a promover una cultura cívica específica, la cultura democrática. La cultura democrática se compone de, entre otras cosas, normas sociales que condenan algunas ideologías, políticas y comportamientos que se consideran contrarios a la democracia, como el autoritarismo, el racismo o el nativismo. Los partidos políticos que presentan estas ideas en sus discursos, como muchos partidos de extrema derecha, suelen ser entendidos como fuera de la norma social, por lo que una mayoría tiende a restringir su apoyo público a dichos partidos. Cuando el papel de contención de las normas sociales se debilita, la gente se siente más cómoda expresando opiniones racistas, autoritarias o apoyando públicamente opciones de extrema derecha.

En los últimos años, el auge de los partidos de ultraderecha o derecha populista en muchos países de Europa como Sverigedemokraterna en Suecia, Fratelli d'Italia, Front National en Francia o Vox en España arroja dudas sobre el estado de estas normas sociales. En algunos países el voto a la extrema derecha supera el 20%, como es el caso de las elecciones generales suecas de 2022, o en Italia, donde el partido está en el gobierno. ¿Cómo es que tanta gente apoya estas opciones si son entendidas como algo inapropiado por parte de la población? Es importante, por tanto, medir el estado de dichas normas y cómo influyen en el comportamiento de la gente.