Opinión y blogs

Sobre este blog

La portada de mañana
Acceder
España tiene más de un millón de viviendas en manos de grandes propietarios
La Confederación lanzó un ultimátum para aprobar parte del proyecto del Poyo
OPINIÓN | Aldama, bomba de racimo, por Antón Losada

Mejor ingenieros ecuatorianos…

Aunque los inmigrantes representan un porcentaje más bien estable de la población mundial, el número de personas que se mueven entre fronteras es más alto hoy que nunca, y Europa y España están (y estarán) expuestas a importantes presiones migratorias. El tiempo de elegir entre inmigración sí o inmigración no parece definitivamente enterrado. Inmigración sí, pero…

¿Qué inmigración?

Los estudios sobre actitudes ante la inmigración suelen tener dos importantes limitaciones para responder a esta pregunta. La primera es el 'sesgo de deseabilidad' social, es decir, la reticencia a declararse xenófobo, racista, clasista y, en general, contrario a lo socialmente deseable (o lo que es razonablemente aceptable según las normas sociales). La segunda es la tendencia a utilizar categorías muy genéricas que ignoran la enorme diversidad que hay detrás de la inmigración. Cuando se pregunta en una encuesta si la inmigración es buena o mala para el país, los que responden recurren a prototipos y prejuicios que dan contenido a imágenes muy estereotipadas. Pero, ¿aceptamos cualquier inmigración? Por ejemplo, ¿nos importa el color de la piel? ¿preferimos la inmigración latinoamericana? ¿qué hay de la intersección entre inmigración y clase social? ¿queremos solo trabajadores inmigrantes o también a sus familias?.

En el contexto de una colaboración internacional llevamos a cabo una encuesta representativa de la población española en 2014 que modera el efecto estas dos limitaciones y aproxima una respuesta a cada una de estas preguntas. Para ello utilizamos una técnica de entrevista llamada viñeta que consiste en exponer a los encuestados una pequeña narrativa. En nuestro caso, por ejemplo, algunos evaluaron el caso de un candidato a entrar en España llamado Roberto Sánchez, que vive en Quito (Ecuador) y no tiene hijos. Roberto quería venir a España y encontrar trabajo como programador informático. Otros encuestados recibieron una descripción del mismo candidato con ligeras modificaciones. Por ejemplo, se les habló de un jardinero en lugar de un informático, un marroquí llamado Mohamed en vez de un ecuatoriano, con familia o sin familia. Además, cada viñeta se presentaba acompañada de una fotografía en la que el candidato (ecuatoriano o marroquí) tenía un tono de piel más claro o más oscuro:

Presentado cada caso de forma aleatoria, los encuestados tuvieron que responder si aprobarían o rechazarían la solicitud para obtener un permiso de trabajo en España del individuo cuya descripción habían leído. Así, podemos comparar las respuestas que dieron quienes se enfrentaron a la viñeta que describía a un ecuatoriano, ingeniero, de piel clara y sin familia, frente a la que dieron los que fueron expuestos a, por ejemplo, un jardinero marroquí, con hijos y de piel oscura.

Los españoles tienen, como ya es bien sabido, una actitud poco restrictiva ante la inmigración. En nuestro estudio, la tasa de aceptación de cualquier candidato está por encima del 65% sea cual sea la combinación de sus características individuales. Sin embargo, algunos perfiles son “más preferidos” que otros.

El campeón es un latinoamericano con un alto nivel de educación. Más del 80% aceptaría a un ingeniero frente al 65% que lo haría con un jardinero. Esta es la diferencia más destacable, aunque el efecto del país de origen también tiene su importancia, aunque sea de forma moderada. Mientras que el 75% aceptaría a un ecuatoriano, un 69% lo haría con un marroquí. Ni el color de la piel, ni la estructura familiar de los candidatos parece influir en la probabilidad de que los encuestados acepten su entrada.

En general son buenas noticias. Sin embargo, creemos que, aunque nuestro estudio confirma una vez más que las actitudes generales de los españoles ante la inmigración son más bien positivas, conviene no olvidar que los problemas de rechazo se pueden dar, sobre todo, en la intersección entre inmigración y clasismo. También conviene ser precavidos en lo que se refiere al origen de la inmigración. Las reticencias podrían ser mayores ante los inmigrantes de países de mayoría musulmana.

Los inmigrantes son diversos, y lo van a seguir siendo. En España, la amenaza xenófoba puede venir de la mano del clasismo y la islamofobia.

Aunque los inmigrantes representan un porcentaje más bien estable de la población mundial, el número de personas que se mueven entre fronteras es más alto hoy que nunca, y Europa y España están (y estarán) expuestas a importantes presiones migratorias. El tiempo de elegir entre inmigración sí o inmigración no parece definitivamente enterrado. Inmigración sí, pero…

¿Qué inmigración?