Piedras de papel es un blog en el que un grupo de sociólogos y politólogos tratamos de dar una visión rigurosa sobre las cuestiones de actualidad. Nuestras herramientas son el análisis de datos, los hechos contrastados y los argumentos abiertos a la crítica.
En el libro Eso No Puede Pasar Aquí, Sinclair Lewis describe satíricamente cómo un candidato populista de derechas gana las elecciones presidenciales de EE.UU. y, tras tomar posesión de la Casa Blanca, establece un gobierno plutocrático y autoritario. Lewis no escribió este libro como una reacción a Donald Trump, lo escribió en 1936.
Tal y como los ingenuos americanos sobre los que satirizaba Lewis, los españoles también tendemos a pensar que nuestro país es inmune a un partido de derecha radical y numerosas publicaciones, como Foreign Affairs, NPR, Quartz, Politico y Politikon, han escrito sobre la notable reticencia de los españoles a votar a estos partidos. Las explicaciones dadas a esta regularidad van desde la herencia del franquismo, la falta de contención sobre la inmigración, que los jóvenes (los grandes perdedores de la crisis en España) no son afines a ideologías reaccionarias, al dominio hegemónico que mantiene el PP sobre la derecha española.
Sin embargo, partidos de derecha radical han surgido en otros países con pasados fascistas, como Alemania, Italia o Francia. Mientras tanto, países europeos con muy poca inmigración como Polonia o Hungría tienen gobiernos nacionalistas y anti-inmigración. Además, otras democracias han demostrado que los jóvenes no son mucho más reacios al populismo de derechas que el resto de la población: el 39% de los jóvenes británicos votaron a favor del Brexit, en EE. UU. el 35% votó a Trump en 2016, y en Francia el 34% votó a Le Pen en 2017.
El único argumento que explica la especificidad de España es el dominio que el PP ha tenido sobre la derecha española, al menos hasta ahora. Esa hegemonía se ha debilitado con la salida de Rajoy de La Moncloa tras la sentencia del caso Gürtel. Ahora las encuestas estiman que el PP sacaría el peor resultado de su historia: entre el 20-25% del electorado (en julio de 2018). Además, tras las contenciosas primarias para suceder a Rajoy, Pablo Casado no parece tener claro si quiere recomponer el PP como un partido más liberal y moderno o al estilo más reaccionario y conservador. Esta ambigüedad suma a la oportunidad de movilización para Vox.
Para estimar el tamaño de este cambio en el panorama político, voy a utilizar en este post datos del CIS desde enero de 2017 hasta julio de 2018 con el fin de estudiar la evolución de la intención de voto al PP en tres segmentos de la población que son susceptibles de votar a un partido de derecha radical: votantes de derecha o derecha extrema, conservadores y antiinmigrantes.
Primero veamos a las personas de derecha o derecha extrema (los que se ubican como 8 o más en la escala ideológica del 1 al 10), que son un 10% de los españoles según el CIS. Como apreciamos en esta gráfica, desde enero de 2017 la intención de voto al PP en este grupo ha caído 30 puntos, del 85% al 55%.
En segundo lugar, analicemos a los votantes que se identifican ideológicamente como conservadores, que son un 17% de la población según el CIS. Como muestra esta gráfica, desde enero de 2017 la intención de voto al PP entre los españoles conservadores ha bajado 20 puntos, del 60% al 40%.
Por último, observemos a los españoles que consideran que la inmigración es uno de los principales problemas del país. Según estos datos del CIS, entre el 5-8% de los españoles son antiinmigrantes. Como vemos en esta gráfica, el PP no parece representar este segmento de la población. Pero incluso aquí su apoyo ha caído del 30% a principios de 2017 hasta el 15% en el último barómetro.
Estos análisis sugieren que hay mucho espacio político a la derecha del PP que Vox podría movilizar, pero ¿cómo y cuándo podría ocurrir este auge?
En España hay cuatro tipos de elecciones en las que la derecha radical se podría movilizar: municipales, autonómicas, generales y europeas. De estas elecciones, las europeas y autonómicas representan el mejor contexto para partidos marginales, como ya han demostrado fuerzas emergentes como Podemos y Ciudadanos.
Las elecciones europeas ofrecen una buena oportunidad porque los votantes de partidos establecidos suelen estar menos motivados. Mientras tanto, como los eurodiputados de España son elegidos a nivel nacional, la distribución regional de los votos no afecta a los resultados en escaños. Así fue como Podemos logró romper en escena en 2014.
Por otro lado, las elecciones autonómicas presentan diferentes composiciones de votantes, lo cual significa que algunas autonomías presentan condiciones más favorables para cada partido. Para Ciudadanos, las elecciones autonómicas de Andalucía en 2015 y de Catalunya en 2015 y 2017 sirvieron de trampolín en las encuestas nacionales. En el caso de Vox, las autonomías más favorables serían aquellas con mayores concentraciones de votantes de derechas, conservadores y antiinmigrantes.
Los siguientes gráficos muestran las concentraciones de estos tres segmentos de la población agrupados por autonomía. Como vemos, la ubicación de estos tres grupos de votantes no se solapa tanto; pero Murcia es claramente la región más favorable para un discurso populista de derechas, seguida de Aragón y Baleares.
El 26 de mayo de 2019 se celebrarán elecciones municipales y europeas en España, y también habrá elecciones autonómicas en la mayoría de las regiones, lo que presentará una importante oportunidad para que partidos marginales movilicen nuevas coaliciones electorales. Las elecciones autonómicas con mayor concentración de votantes de derechas, conservadores y antiinmigrantes serán las más probables de servir como trampolín para Vox. Por eso, Aragón, Baleares, y especialmente Murcia, serán cruciales el año que viene para el sistema político de España.
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