Opinión y blogs

Sobre este blog

La portada de mañana
Acceder
Sánchez rearma la mayoría de Gobierno el día que Feijóo pide una moción de censura
Miguel esprinta para reabrir su inmobiliaria en Catarroja, Nacho cierra su panadería
Opinión - Cada día un Vietnam. Por Esther Palomera

Mujeres monstruosas para todos los santos

Cuenta la leyenda que el fantasma de una mujer indígena vaga de noche por las calles de México vestida de blanco y busca a sus hijos muertos, lamentándose de su tragedia. Fue un caballero español. La dejó con tres vástagos y se casó con una española de clase alta para salvaguardar su estatus. Prendida por la ira, la mexicana ahogó a sus hijos en un río y se suicidó. La llaman La Llorona y su llanto pone los pelos de punta.

Esta Medea latina nos acompaña en la vigilia del Día de Todos los Santos junto con otras mujeres terroríficas, cuando intercambiamos historias de terror, alrededor de una mesa o a la lumbre de una vela. Estos relatos se nutren del inconsciente colectivo y revelan aquello que nos aterroriza. Casualidad o no, las mujeres protagonizan muchas de estas historias. Nos enseñan lo que le pasa a una jovencita cuando deambula sola a la intemperie o aleccionan sobre los castigos que pesan sobre las mujeres 'excesivas'.

En los relatos de terror, las mujeres pagan caro su exceso de belleza o pagan con su belleza los excesos. Muchas de estas historias ponen en juego el terror que nos provoca el rostro desfigurado de una mujer bonita. Nos recuerdan la cruel frontera que separa lo bello y lo grotesco. Comenzamos diciendo aquello de “le pasó a la amiga de una amiga” para que sepamos que podría sucedernos cualquiera de nosotras. Y luego lo contamos. La mujer de La sonrisa del payaso, debe elegir entre morir, ser violada o llevar de por vida un corte profundo de lado a lado en la boca. Nos invita a pensar qué habríamos elegido nosotras en su lugar. Y dudamos, es espeluznante.

En El Salvador prolifera la leyenda de La Descarnada, una mujer atractiva que hace autoestop en la carretera y seduce a los hombres que la invitan a subir a su automóvil. El deseo que les embarga se trunca cuando la piel de la joven comienza a desgarrarse en las manos de los conductores. Jamás se recuperan del shock. La tradición japonesa recoge el ejemplo de Kuchisake-Onna, una mujer hermosa y promiscua, castigada por su lujuria. El aleccionador es su marido, un samurái que, tras enterarse de las infidelidades de su esposa le raja la boca para que ningún hombre pueda desearla. El fantasma de la mujer desfigurada se convierte en una femme fatale. Regresa al mundo terrenal con la boca cubierta con una máscara quirúrgica para vengarse de los hombres y antes de matarlos les pregunta si creen que es bella.

La leyenda de Kuchisake-Onna es una de muchas historias de miedo que domestican la sexualidad de las mujeres. Sus protagonistas reciben castigos mucho peores que la muerte. La Mulánima, de la tradición argentina, es una mujer condenada por su lujuria a vivir eternamente en el cuerpo de una mula cargada con pesadas cadenas. Ningún hombre volverá a desearla, ese es su castigo. En la versión peruana es la mula quien inflige la sanción. Visita las casas de las adúlteras y las promiscuas, cabalgada por el mismo diablo y relinchando para que todo el pueblo esté al corriente de sus pecados.

Bellezas sobrenaturales convertidas en monstruos, mujeres ardientes desprovistas de su libido, los relatos nos muestran el peligro que supone detentar algunos de los pocos privilegios femeninos, pero el trono está reservado para las locas. Infanticidas, malas madres, mujeres cegadas por los celos protagonizan muchos de los relatos más grotescos. La Sallana degüella a sus hijos y a su marido tras oír que su cónyuge la engaña con su propia madre. Atemoriza por loca pero lo que hace que nos tiemblen las piernas es que abdica brutalmente de su amor maternal. No menos macabras son las historias sobre niñeras, que abundan también, entre los relatos de esta índole. La imprudencia de las niñera, inocentes y vulnerables, se penaliza con la muerte de los niños. Tampoco es bueno pasarse de lista. Hay una maldición reservada para las mujeres que se aventuran a jugar con lo desconocido. El castigo pesa sobre Verónica o Bloody Mary, que murieron por relacionarse con las artes oscuras y a quienes se invoca pronunciando su nombre múltiples veces delante del espejo.

Las mujeres monstruosas son hirsutas, o terroríficamente bellas. Tienen vaginas armadas de dientes. Degüellan a sus hijos y bailan sobre la tumba de sus amantes. Quizá podamos indultarlas de su atrocidad durante estos días. La mayoría tienen un porqué y es curioso el contraste: el hombre del saco no tiene tradición ni historia, solo es un hombre que da miedo porque es malo.

Cuenta la leyenda que el fantasma de una mujer indígena vaga de noche por las calles de México vestida de blanco y busca a sus hijos muertos, lamentándose de su tragedia. Fue un caballero español. La dejó con tres vástagos y se casó con una española de clase alta para salvaguardar su estatus. Prendida por la ira, la mexicana ahogó a sus hijos en un río y se suicidó. La llaman La Llorona y su llanto pone los pelos de punta.

Esta Medea latina nos acompaña en la vigilia del Día de Todos los Santos junto con otras mujeres terroríficas, cuando intercambiamos historias de terror, alrededor de una mesa o a la lumbre de una vela. Estos relatos se nutren del inconsciente colectivo y revelan aquello que nos aterroriza. Casualidad o no, las mujeres protagonizan muchas de estas historias. Nos enseñan lo que le pasa a una jovencita cuando deambula sola a la intemperie o aleccionan sobre los castigos que pesan sobre las mujeres 'excesivas'.