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Opinión - Cada día un Vietnam. Por Esther Palomera

¿El nuevo permiso de paternidad nos hará corresponsables?

El Congreso ha aprobado recientemente una propuesta para igualar los permisos de maternidad y paternidad. El trabajo de la Plataforma por Permisos Iguales e Intransferibles de Nacimiento y Adopción (PPiiNA) ha dado sus frutos. Unidos Podemos presentó la iniciativa y el Pleno del Congreso la aprobó con 173 votos a favor, dos en contra y la abstención del PP y Foro Asturias.

Ya se han descorchado algunas botellas de champán pero aún no hay nada definitivo. Aunque el Parlamento haya aprobado la propuesta, la decisión de adoptarla está en manos del PP. Pero no quiero aguar la fiesta. Al contrario, propongo que fantaseemos sobre el impacto que esta nueva propuesta tendría si se hiciera efectiva.

De ser aceptado, el nuevo permiso de paternidad se extendería hasta las 16 semanas de baja intransferible y cien por cien remunerada. Es todo un avance con respecto al permiso actual de 13 días, ampliables a 15 en la segunda criatura. Y este último lo agradecimos mucho en su momento porque, si bien no supuso un cambio para la igualdad efectiva, tuvo un valor simbólico innegable. Por algo fue considerada la medida estrella en materia de corresponsabilidad, prevista en la Ley orgánica de igualdad de mujeres y hombres de 2007. Ocho años después de su entrada en vigor, podemos decir que no ha funcionado mal del todo. Según los datos del Instituto Nacional de la Seguridad Social un 85,8% de los padres solicitaron el permiso el año anterior.

Sin embargo, las cifras muestran que no somos mucho más corresponsables. Según la última encuesta del empleo del tiempo del INE, entre 2009 y 2010 las mujeres dedicaron más de cuatro horas diarias al cuidado del hogar y la familia, mientras que los hombres apenas alcanzaron las dos horas de trabajo. La atribución de roles a hombres y mujeres en materia de trabajo doméstico y cuidados no ha cambiado demasiado, pero sí comenzamos a entender que esas labores son responsabilidad de ambos.

La ley de igualdad ya declaraba que el objetivo principal del permiso de paternidad era “el fomento de la corresponsabilidad entre hombres y mujeres en la asunción de obligaciones familiares”. Daba por hecho que el trabajo en el hogar y los cuidados son asunto de todo el mundo y que este reparto equitativo de tareas revertiría en una mejora de las condiciones de las mujeres en el ámbito laboral.

También entendía, de forma implícita, que regular el mercado de trabajo es la manera efectiva de lograr una mayor corresponsabilidad. Esto supuso un gran avance porque implicaba a las empresas que son, a menudo, agentes hostiles con las mujeres. Y no por falta de talento o eficacia sino, precisamente, por las consecuencias del reparto desigual de labores del hogar y cuidados.

Las mujeres, especialmente en el seno de las familias heterosexuales, transfieren tiempo de trabajo a los hombres a través de su labor doméstica y de cuidado de niños y otras personas dependientes. Brindan oportunidades a los hombres en el mercado laboral y, al mismo tiempo, reducen sus posibilidades de crecer y promocionarse en ese entorno.

La aprobación del nuevo permiso de paternidad cambia esta atribución complementaria de labores a mujeres y hombres y nos sitúa un paso más cerca de la corresponsabilidad que implica que el trabajo en el hogar y los cuidados son asunto de todos. Si se materializa esta propuesta, no se discriminará tanto a las mujeres que quieran entrar en el mercado laboral porque contratar a una mujer o a un hombre en edad de procrear, supondrá un impacto similar en las dinámicas empresariales. A su vez, los hombres podrán disfrutar del permiso de paternidad sin tener que justificarse ante los posibles juicios de la empresa o de sus compañeros de trabajo.

Además, si este permiso va acompañado de un cambio de conciencia con respecto a la responsabilidad de los cuidados, las criaturas podrán recibir la atención de madres y padres por igual. Progenitores que entienden, del mismo modo que lo harían el Gobierno y las empresas a través de esta política, que su cuidado corresponde a ambos.

Y aprovecho para ir un poco más allá. Esta medida se centra en un momento muy específico de la crianza que es el nacimiento de las criaturas y sus primeros meses de vida. Es un gran paso para la mejora de las condiciones de las mujeres en las familias heterosexuales, pero deja la continuidad de estos cuidados bajo el anterior amparo jurídico. Me refiero específicamente a las excedencias laborales para el cuidado de niños y otras personas dependientes y a las reducciones de jornada. Son las mujeres quienes todavía las solicitan en mayoría, no solo por socialización sino también porque sus sueldos suelen ser inferiores a los de sus parejas. Si esta propuesta abre un camino hacia la igualdad efectiva que ese sea el siguiente paso.

Para leer más:

Permiso de paternidad igual e intransferible. La PPiiNA pone sobre la mesa un debate sobre la corresponsabilidad de los cuidados.

“¿Y dónde está el padre?” por una corresponsabilidad social y no heterosexual. Las maternidades modernas requieren una legislación distinta a la que se elabora pensando solamente en la familia tradicional.

El Congreso ha aprobado recientemente una propuesta para igualar los permisos de maternidad y paternidad. El trabajo de la Plataforma por Permisos Iguales e Intransferibles de Nacimiento y Adopción (PPiiNA) ha dado sus frutos. Unidos Podemos presentó la iniciativa y el Pleno del Congreso la aprobó con 173 votos a favor, dos en contra y la abstención del PP y Foro Asturias.

Ya se han descorchado algunas botellas de champán pero aún no hay nada definitivo. Aunque el Parlamento haya aprobado la propuesta, la decisión de adoptarla está en manos del PP. Pero no quiero aguar la fiesta. Al contrario, propongo que fantaseemos sobre el impacto que esta nueva propuesta tendría si se hiciera efectiva.