Esteban González Pons: “Vox no tiene nada que ver con el PP y si tratamos de competir con ellos, nos equivocaremos”
Asegura que “siempre” ha llevado la literatura “dentro”, pero que es “ahora” cuando se ha atrevido a decirlo. Esteban González Pons (Valencia, 1964) presentaba este jueves en Madrid su primera novela, Ellas (Espasa, 2020), con los nervios propios de un político veterano –fue consejero de la Comunidad Valenciana durante los gobiernos de Francisco Camps, senador, diputado y vicesecretario de Comunicación del PP durante el mandato de Mariano Rajoy– que cambia de registro para contar una “historia de amor sobre las segundas oportunidades en la que se sentirán representados quienes nacieron en la España de los 60 o los 70”.
El hoy eurodiputado del PP recibe a eldiario.es en un céntrico hotel madrileño pocas horas antes de la multitudinaria presentación oficial del libro, escrito en los últimos tres años sobre todo “en aeropuertos y aviones”, a la que confirmaron asistencia el propio Rajoy, el líder del PP, Pablo Casado, la exvicepresidenta del Gobierno Soraya Sáenz de Santamaría y políticos de otros partidos como los socialistas Ramón Jáuregui o Elena Valenciano.
Como maestros de ceremonias Pons eligió a Borja Sémper, el exdirigente de los populares vascos –dejó la política en enero para marcharse a una multinacional– muy crítico con la deriva derechista del actual líder del partido, Pablo Casado, y a la eurodiputada de Ciudadanos Maite Pagazaurtundua. Dos referentes de la “moderación” que a juicio de Pons debe guiar a su partido. Como explica, “un partido no puede renunciar a aquello en lo que cree para atraer votantes. Y el Partido Popular no tiene otra opción más que defender una posición de centro, moderada y dialogante”.
El protagonista del libro, Jaime Monzón, es como una especie de representación de un adolescente de la Transición. ¿Qué diferencias hay entre los adolescentes de ese momento con los de ahora?
Jaime Monzón es una metáfora de la generación de los que nacimos en los 60 y los 70. Una generación que vio cómo sus padres protagonizaban la Transición y cómo sus hermanos pequeños han protagonizado el 15M, pasando nosotros desapercibidos. Nos educamos en el franquismo y, cuando llegó la Constitución, éramos demasiado pequeños para protagonizar nada, pero demasiado mayores para renacer. Se ha hablado mucho de los niños de la Transición, de los que nacieron en el 78 y muchos de nuestros padres, que fueron los autores de la Transición, pero muy poco de los que llegamos a la Transición con acné y algunos pelillos bajo la nariz, que ya teníamos el software del franquismo cargado en la cabeza y que tuvimos que hacernos a vivir de otra manera mejor.
¿Se ha bajado un poco la guardia por parte de los adolescentes actuales en cuanto a su compromiso democrático?
No. Hay una generación que va antes que la mía que es seguramente la que se enfrentó al franquismo en las universidades. Pero yo, cuando murió Franco, estaba en Sexto de EGB. Era un niño, pero no tan pequeño. Mi educación franquista en el colegio no la puedo recordar con desagrado porque fue una infancia feliz y, en aquel momento, eran nuestros padres los que estaban haciendo, si se me permite decirlo entre comillas, la revolución. Cuando cumplí los 18 años ganaron los socialistas las elecciones. Por cierto, yo los voté. Nosotros no tuvimos que hacer ninguna revolución. No tuvimos que hacer nada. Para nosotros fue muy fácil, nos tuvimos que dejar llevar. A nosotros no nos faltaba compromiso democrático, simplemente a nosotros nos vino todo hecho y nuestros hijos se lo han tenido que ganar. Mis hijos, gracias a las nuevas tecnologías, están reinventando la democracia y, por culpa del cambio climático, están rehaciendo las ideologías.
El panorama está muy polarizado en Europa, donde usted hace política. ¿Se encuentra cómodo?
En la Unión Europea seguimos gobernando socialistas, liberales y populares juntos.
Con menos apoyo que nunca.
Con menor apoyo, sí, pero con suficiente apoyo. La situación es estable. Yo no diría que existe tal polarización. Los debates políticos han cambiado. El interés y el foco de la política se ha trasladado del eje izquierda-derecha al eje democracia liberal-democracia iliberal (sic), al eje europeísmo-nacionalismo, al eje economía de datos- economía de subsistencia. Digamos que el mundo está en una transformación acelerada y que el miedo de los ciudadanos está trayendo de nuevo a la extrema izquierda y a la extrema derecha al juego político. Tiene toda la pinta de que en las elecciones norteamericanas va a haber un candidato de extrema derecha y un candidato de extrema izquierda.
Otro de los asuntos que centran el libro es el suicidio del protagonista. Esta semana su partido, en boca del portavoz adjunto en el Congreso, José Ignacio Echániz, decía que la eutanasia es una estrategia del Gobierno para “ahorrar costes” en Sanidad. ¿Comparte esta idea? una estrategia del Gobierno para “ahorrar costes” en Sanidad
La eutanasia como tal solo existe en Bélgica y en los Países Bajos. En el resto de los países de la Unión Europea la forma de resolver piadosamente el final de la vida ha encontrado distintas salidas legales. De hecho, el debate en Bélgica y en los Países Bajos actualmente es hasta dónde debe aceptarse la eutanasia como salida piadosa. Por ejemplo, lo que se está debatiendo ahora en Bélgica, donde yo vivo, es si los pacientes con demencia que no pueden dar su consentimiento pueden o no ser sometidos a eutanasia. Se trata de un debate muy profundo y muy serio en el que se mezclan sentimientos con creencias y que debería tratarse y llevarse a cabo con respeto para todos en un espacio más amplio que el del Congreso de los Diputados. Necesitamos una ley que contemple esta situación como la tienen todos los países de nuestro entorno, y necesitamos que todo el mundo se sienta confortado por el texto de esa ley. No podemos convertir una ley sobre el final de la vida en un arma política de unos contra otros.
¿Respalda entonces la posición de su partido de votar 'no' a la tramitación de esta ley en el Congreso de los Diputados?
No he dicho eso. He dicho que es un debate que debe ir más allá del Congreso. Tienen que pronunciarse los médicos y la sociedad.
En todo caso, esa reflexión que hizo José Ignacio Echániz asegurando que Gobierno pretendía “ahorrar costes” con la eutanasia es el mismo discurso que defiende Vox.
Vox no tiene nada que ver con PP. Y nos equivocaremos si tratamos de competir con Vox por un espacio electoral.
Son los propios electores los que generan esa competición.
No compartimos electores con Vox. Quien elige Vox elige una serie de principios y valores que en el PP tienen que resultar extraños. Vox es nacionalismo español puro y duro y el nacionalismo español es tan peligroso como el catalán, el vasco o el alemán. Los que no somos nacionalistas estamos a años luz de cualquier postulado de Vox.
Su libro se llama Ellas y en él se abordan las relaciones del protagonista con varias mujeres, que son sus referentes. ¿Cuál es su postura respecto al feminismo?Ellas
Desde el primer día que llegué al Parlamento Europeo soy miembro de la Comisión de Mujer del Parlamento Europeo. Creo que que sin feminismo no hay libertad ni igualdad en el amor. Y Ellas es una novela de amor que no podría haberse escrito sin mujeres en igualdad de derechos y opciones que los hombres.
¿Deben ser obligatorias las charlas en los colegios sobre igualdad o sobre violencia de género?
No sé si las charlas son el mejor modo. Lo dejo en manos de los profesores y los educadores. Lo que sé es que quiero que mis hijas sean educadas en igualdad y con igualdad, y también sé que la violencia de género se ataja en los colegios. Si es con charlas o es una educación transversal en la que la igualdad forma parte natural de cualquier asignatura no me puedo pronunciar, pero sí que sé que la igualdad de género se sostiene en la educación y que la violencia de género se combate desde los colegios. La violencia de género que vivimos hoy no es fruto de la sociedad de hoy. Es el resultado de la educación de ayer.
Valencia es el escenario de la novela. Usted aseguró en una entrevista en Vanity Fair que hubo un momento en el que al PP valenciano “le importó más la imagen pública que la vida de los ciudadanos”. ¿Ese olvido puede relegarles a ustedes a la oposición en la Comunidad Valenciana durante muchos años? entrevista en Vanity Fair
El paso del PP valenciano a la oposición es natural en una democracia. Lo que no es natural en una democracia es que alguien se perpetúe en el poder eternamente. Lo normal en la democracia es la alternancia. El PP valenciano pasó a la oposición de manera natural. Ahora bien, cuando miro hacia atrás, con el PP, como con cualquier otro partido político, veo luces y sombras, aciertos y errores.
También ha dicho usted que en la época de las mayorías absolutas los populares valencianos “olvidaron la ética”.
Fue una época que acabó y en aquella época las cosas eran distintas. En aquellos años en los que había tanto dinero y en los que era tan fácil gastarlo, los políticos, igual que los medios de comunicación o los empresarios, nos saltamos muchos controles. No se puede juzgar lo que entonces sucedió con los ojos de hoy. Solo los historiadores podrán algún día escribir la verdad.
¿Es posible ser amigo de Mariano Rajoy y de Pablo Casado a la vez?
Soy amigo personal de los dos a la vez.
Su libro lo presentan Borja Sémper y Maite Pagazaurtundua. Puede que haya alguien en su partido que se sienta incómodo.
Maite es una política que ya hace tiempo que reconoció que en secreto es novelista. Y Borja es un político que hace tiempo reconoció en secreto que es poeta. Ellos me ayudan a hacer mi outing, salir del armario literario y decir públicamente que yo también soy novelista.
Se habló de Pagazaurtundua como posible candidata a lehendakari de una coalición de PP y Ciudadanos, en sustitución del cabeza de lista actual de su partido, Alfonso Alonso.
No lo sé. Yo apoyo mucho a Alfonso Alonso, quiero que conste.
Hemos vivido un año electoral en el que el PP ha sufrido bastante y las encuestas, de momento, siguen dibujando ese escenario fragmentado en el que Vox sigue creciendo a costa del PP. ¿Qué pasos cree que se deberían dar para que la suya vuelva a ser una fuerza de gobierno? las encuestas, de momento
Seguramente me equivoque, pero lo verdaderamente importante para un partido político no es tener más votantes, sino tener claros sus principios. Después, si hay mucha gente que nos apoya, gobernaremos. Y, si hay menos, pues no gobernaremos. Pero un partido no puede renunciar a aquello en lo que cree para atraer votantes. El Partido Popular no tiene otra opción más que defender una posición de centro, moderada y dialogante, que es en la que creemos. Si con eso la sociedad nos vota menos, pues estaremos en la oposición. Y cuando nos voten más, volveremos a estar en el Gobierno. Si los partidos de centro acabamos imitando a los de los extremos solo por ganar votos, colaboraremos en la destrucción del sistema.
¿No cree que ha habido alguna equivocación por parte del PP que haya provocado este escenario de división?
No lo puedo juzgar porque no estoy en la vida diaria del partido. Desde la grada es muy fácil opinar. Pablo Casado está recorriendo la senda que conduce a la Presidencia del Gobierno, aunque esa senda es larga y penosa.
Donde sí está es en el Partido Popular Europeo, además de forma muy activa. ¿Qué reticencias tiene el PP para evitar expulsar al partido de Viktor Orbán de la familia popular europea? evitar expulsar al partido de Viktor Orbán
Si Viktor Orbán y Fidesz, su partido, dejaran el Partido Popular Europeo y se fueran al grupo de extrema derecha podrían construir un grupo incluso más amplio que el Partido Popular, que hoy es el grupo más grande del Parlamento Europeo. Orbán podría atraer a su grupo tanto al PiS polaco como al Frente Nacional francés, el partido italiano de Salvini o Vox. La duda que nos planteamos nosotros es: ¿qué es mejor, dejar que Viktor Orbán se vaya y se forme una gran coalición de extrema derecha? ¿O, pese a todo, conservar a Viktor Orbán y a Fidesz dentro del PP y esperar a que con el paso del tiempo y la sustitución de Orbán no hayamos perdido definitivamente al partido húngaro?
Por lo que dice parece que el problema es Viktor Orbán y no su partido.
Sí, hombre, claro. Ha sido a raíz de este enfrentamiento muy difícil de entender para mí con [el empresario húngaro George] Soros cuando Orbán ha entrado en una deriva extraña. Fidesz y Orbán no son lo mismo antes que ahora. Es difícil de entender. El miedo que tenemos radica en decir que, si lo expulsamos, a lo mejor somos nosotros los que estamos colaborando en crear una gran coalición de extrema derecha. Si lo conservamos, con el tiempo, puede que termine reaccionando. Esa duda es la que está instalada hoy en la dirección del Partido Popular Europeo.
¿Se siente usted más cómodo escribiendo novelas de amor que ejerciendo la política?
Quiero hacer las dos cosas, porque en política he encontrado un lugar, que es la política europea, donde creo que soy útil a mi país. La literatura siempre la he llevado dentro, sólo que ahora me atrevo a decirlo.
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