De Vistalegre 1 a Vistalegre 2: la quiebra del núcleo irradiador
Democracia frente a eficacia; y la toma de los cielos por asalto, no por consenso. Fueron los mantras de aquel primer Vistalegre, una asamblea constituyente que dibujó una organización como “maquinaria de guerra electoral” en un partido aficionado a las metáforas.
Aquellos días de octubre de 2014 se sentaban juntos Pablo Iglesias, Juan Carlos Monedero, Íñigo Errejón, Carolina Bescansa y Luis Alegre, además de Tania González. En estos días de octubre de 2017, aquel núcleo irradiador, aquel equipo promotor, ha ido desgajándose, hasta el punto de que lo que ahora están decidiendo los inscritos de Podemos es entre dos modelos: el de Pablo Iglesias y el de su segundo en el partido hasta ahora, Íñigo Errejón, quien acuñó aquella expresión en Twitter.
Estos días, como ocurrió en el primer Vistalegre, Iglesias ha dejado claro que él no seguirá al frente del partido si los documentos que resultan vencedores no son los suyos y si tiene minoría en el Consejo Ciudadano Estatal. Estos días, como en aquel entonces, Iglesias ha vinculado su liderazgo a su equipo. Pero el equipo se ha fracturado, y Errejón encabeza una lista a la dirección del partido con algunos de los que entonces concurrieron juntos bajo la candidatura Claro que Podemos, liderada por Iglesias, quien ya entonces había incorporado a Rafael Mayoral e Irene Montero.
Los anticapis, ahora como entonces, vuelven a concurrir independientes. Pero, esta vez, no cuentan con Pablo Echenique: el secretario de Organización está en el equipo de Iglesias.
Pero no se trata sólo de personas, de ese núcleo irradiador que ha ido erosionándose y al que este sábado los asistentes a la Asamblea han reclamado unidad. “Hemos crecido tan rápido que es normal que nos duelan las rodillas”, suele decir Iglesias; “nuestros años son como los años de los perros”, apunta Errejón.
En todo caso, la aceleración histórica que vive Podemos hace que aquel grupo reducido de personas, amigos, compañeros de diversas militancias haya dejado de ser una piña entre Vistalegre 1 y Vistalegre 2 y ahora estén disputándose la dirección del partido. Una disputa fruto también de la desconfianza creada hace casi un año, con aquellas dimisiones de la dirección de Madrid que dejaban en una situación precaria a Luis Alegre y, en consecuencia, debilitaban a Iglesias. Unas dimisiones cuyo antes, durante y después se comentaban y alentaban en un grupo de Telegram llamado Dinamización donde estaban Errejón, Sergio Pascual y otras 12 personas, la mitad de la Ejecutiva. El descubrimiento por parte de Iglesias de lo que se hablaba en aquel grupo le llevó a destituir fulminantemente a Pascual, entonces secretario de Organización.
Diferencias políticas
¿Las diferencias? Son claras, y más aún en campaña, y más aún si han tenido que explicitarse en documentos políticos.
En su documento, Iglesias alude a dos momentos clave de 2016: la decisión de oponerse al acuerdo entre el PSOE y Ciudadanos y la confluencia electoral con IU. En los dos casos, según escribe el secretario general de Podemos, la oposición interna dentro del equipo dirigente le llevó a convocar una consulta a las bases para dirimir la decisión: “Esas diferencias políticas que enfrentaban no solo a compañeros (sino a aparatos con amplias estructuras de profesionales liberados) pudieron salvarse en los momentos más difíciles gracias a la intervención de los inscritos que, mediante su participación en diversas consultas, determinaron dos rutas estratégicas cruciales: no apoyar el acuerdo de gobierno del PSOE con Ciudadanos y concurrir a las elecciones generales en confluencia con IU y EQUO en el conjunto del Estado (y no solo en Galicia y Cataluña)”.
En relación al pacto de Pedro Sánchez y Albert Rivera, Iglesias agradecía a las bases de Podemos “que cerraran el debate en el grupo dirigente gracias a una consulta que determinó el camino a seguir”. Y sobre ese rumbo y el pacto con IU destaca “uno de los mandatos que asumimos al nacer: unir a las fuerzas del cambio”.
De lo primero, el acuerdo entre PSOE y Ciudadanos para hacer presidente a Sánchez, no hablaba el documento de Errejón. De lo segundo, la confluencia con IU, el texto de Errejón afirmaba que “no pareció funcionar” el 26J. Para el futuro, sostiene que Podemos debe seguir siendo “un proyecto autónomo” capaz de llegar a alianzas electorales con otras fuerzas: “Sentimos una especial satisfacción por la constitución de espacios políticos diferenciados y de carácter plurinacional en los territorios con dinámicas nacionales propias como en Catalunya, País Valencia, Baleares y Galicia. Estamos seguros de que podremos llegar a nuevas alianzas electorales con fuerzas como IU en el futuro pero estos acuerdos se decidirán en función de las circunstancias por el poder soberano en Podemos, esto es, por los y las inscritas”.
Posiciones cruzadas
Las posiciones políticas se cruzan y entrecruzan, y también tienen que ver con cómo cómo ha de ser su discurso –posmoderno o con memoria; narrativa de izquierdas o no; suave o impugnador; frío o épico–; cómo ha de relacionarse con su entorno –Unidos Podemos, las confluencias, los sindicatos, los movimientos sociales, la sociedad civil–; con el PSOE; cómo interactuar en el palacio institucional, la calle y el régimen mismo –ruptura o reforma–; y cómo se concibe la transversalidad.
Y luego están las relaciones personales labradas o no en espacios de activismo o militancia; y la ambición personal o colectiva: apuestas que se hacen o se dejan de hacer más por cálculos políticos tácticos en función de las coyunturas que por motivos estratégicos ideológicos.
Podemos está en construcción. Y este Vistalegre 2 será decisivo para la definición del proyecto político: ¿el partido movimiento de ruptura con aspiración de bloque histórico con otras fuerzas de izquierda y personificado en Pablo Iglesias o el populismo de izquierdas de discurso más transversal que representa un Íñigo Errejón menos cómodo con la alianza con IU?
Este domingo se conocerá un resultado que será clave para Podemos y también para el futuro del espacio político que representan Unidos Podemos y las confluencias, por cuya construcción apuestan Iglesias y el coordinador federal de IU, Alberto Garzón, pero no tanto Errejón, que prefiere limitarlo al ámbito electoral.