Abascal pone deberes a Casado: “Nadie con agenda progre llegará a la Moncloa con votos de Vox”

Aitor Riveiro

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Las encuestas privadas otorgan al Partido Popular el triunfo en caso de unas hipotéticas elecciones generales. Pero ninguna prevé una mayoría suficiente para que Pablo Casado pueda ser investido por sí mismo. Los gobiernos locales y autonómicos de la derecha se han apoyado desde 2018 en Vox para hacerse con el poder. De hecho, Casado ha lanzado una opa hostil para recuperar a los votantes de la ultraderecha, pero sin renunciar al posible soporte que pudiera necesitar de sus diputados. Mientras, Santiago Abascal comienza a poner precio a su apoyo a Casado. “Nadie con agenda progre llegará a la Moncloa con votos de Vox”, dejó escrito el lunes el líder de Vox en su cuenta de Twitter.

La relación de Casado con Abascal ha pasado por mejores momentos que el actual. La moción de censura que lanzó Vox contra el Gobierno de coalición en octubre de 2020 fue interpretada en Génova como un falso ataque a Pedro Sánchez cuyo objetivo era, en realidad, torpedear al PP. La imposibilidad aritmética de que Abascal recabara una mayoría de diputados para ser investido presidente no impidió a la ultraderecha a lanzar la moción que no sumó un solo diputado más de los 50 con los que partía de antemano.

“Hasta aquí hemos llegado”, le espetó Casado a Abascal desde la tribuna del Congreso, en un discurso que se interpretó como un giro de estrategia del PP para, como hacen sus homólogos de los países europeos que comparten proyecto con España, alejarse de la ultraderecha. Pero ese giro duró poco. Más bien nada. El PP es rehén de los apoyos de Vox para mantener sus principales bastiones de poder: desde Madrid (ciudad y comunidad) a Andalucía o Murcia. De hecho, el resultado de Isabel Díaz Ayuso en las elecciones del 4 de mayo no logró emular las mayorías absolutas del pasado gracias al aguante de Rocío Monasterio, que ahora quiere imponer algunas leyes y controlar partidas para apoyar los Presupuestos de Ayuso, los primeros que ha presentado la líder madrileña desde que fue investida en 2019.

La posición de Monasterio en Madrid no es más que la plasmación de un cambio de estrategia, ahora sí, de Vox. Un volantazo que también han puesto en marcha en Andalucía y que, básicamente, viene a confirmar que la ultraderecha no está aprovechando electoralmente los apoyos parlamentarios al PP. Sus apoyos no menguan, pero tampoco crecen.

Por eso Pablo Casado aprovechó el cierre de la Convención Nacional del PP para reformular su planteamiento, una vez más, y regresar a la casilla de salida, cuando fue elegido presidente del partido en 2018. En Valencia, Casado lanzó un discurso identitario, que asumía todos los marcos ideológicos de Vox, desde la hispanofobia a las críticas a las leyes sociales y de igualdad lanzadas por el Gobierno de coalición. El mensaje se fue fraguando durante toda el cónclave, salvo pequeños detalles de moderación y pragmatismo lanzados por Mariano Rajoy el primer día. Las actuaciones estelares de José María Aznar o de Mario Vargas Llosa impidieron cualquier atisbo de centralidad.

Una vez puesta en marcha la absorción de Ciudadanos, un proyecto que engorda cada día con un goteo continuo de cargos locales y autonómicos desde las filas de Inés Arrimadas a las de Casado, guiados por el exfontanero mayor de Albert Rivera, Fran Hervías, los estrategas de Génova han puesto en marcha la recuperación de los votantes del PP que se fueron con la escisión que protagonizó Alejo Vidal-Quadras.

La respuesta de Abascal ha llegado por varios frentes. El primero ha sido el de exigir, ahora sí, negociar las partidas presupuestarias para apoyar las cuentas de 2022 de municipios y comunidades autónomas gobernadas en minoría por el PP. Pero el que fuera amigo de Casado, acogidos junto a Ayuso y tantos otros bajo el mismo manto protector que extendió Esperanza Aguirre, también ha advertido de que en el próximo ciclo electoral exigirán entrar en coalición en los gobiernos que precisen de sus votos.

Eso incluye el Gobierno central. Y Abascal comienza a marcar su propio perfil: “En Génova13 deberán elegir si siguen siendo una fotocopia barata del PSOE o se unen a la alternativa patriótica. Si compran los discursos progres traicionando de nuevo a sus votantes o si se suman a la Agenda España. Nadie con agenda progre llegará a la Moncloa con votos de Vox”.