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Crónica

Abascal y la protesta por la subida del combustible: contra Pedro Sánchez, Greta Thunberg y Ana Botín

Víctor Honorato

19 de marzo de 2022 17:25 h

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Además de en la ola de solidaridad generada con Ucrania tras la invasión rusa, los efectos de la guerra se notan ya en España en los precios de la energía y los combustibles, que han acabado de dispararse cuando ya estaban en cifras récord. Suficiente para que el partido Vox convocase concentraciones de protesta por todas las capitales de provincia para esta mañana. No contra la guerra, o Rusia, o la OTAN, si cabe, sino contra el Gobierno. “Te están saqueando, ¡sal a defenderte!”, rezaban los carteles de la convocatoria, que en Madrid reunió a un par de miles de personas en la plaza de Cibeles, entre la fuente y la sede del Ayuntamiento.

Aunque en la fuente ondean estos días, junto a las españolas, cuatro banderas ucranianas en apoyo al país invadido, las referencias a la guerra fueron escasas en las intervenciones de Santiago Abascal, líder de Vox, y Rodrigo Alonso, portavoz del sindicato afín, Solidaridad, durante la hora justa que duró el acto. “Ya habían subido [los precios] antes de la guerra criminal de Putin en la que se escudan”, justificó Abascal, que enumeró las medidas de urgencia a las que están recurriendo países vecinos. Como Francia, cuyo Gobierno ha anunciado nuevas centrales nucleares, o Italia, que vuelve al carbón. “Hay maneras de capear el temporal”, dijo Abascal, sin muchos pormenores, tras un cuarto de hora cargando contra Pedro Sánchez, el gobierno, “las élites de Bruselas”, la agenda 2030 de desarrollo sostenible e incluso la presidenta del banco Santander, Ana Patricia Botín, que animó hace unos días a bajar las calefacciones para ahorrar. “No puede hablar con esa ligereza y entrometerse al servicio del Gobierno y de la izquierda”, lanzó.

Si decir que la gran banca avala a la izquierda no le hizo cambiar el rictus, sí le costó a Abascal algo de trabajo conjugar la actuación de los piquetes en la actual huelga de transportes, en la que se han registrado episodios de violencia, con la crítica a que el Gobierno eliminase las penas de cárcel específicas para los piquetes con coacciones. Todo será menos confuso cuando se apruebe la ley de huelga que Vox propone —vino a decir— en la que quedará en perfecto equilibrio el derecho a pelear por las condiciones laborales y la libertad de trabajar. Como es habitual, el “feminismo ideológico” o la “religión climática” volvieron a ser señalados como grandes males que asolan a la nación. “Todos a los pies de Greta [Thunberg]”, afeó, crítico con la activista de 19 años.

“Obrero y español”

Estaba el tiempo todavía un poco desagradable aún en Madrid este mediodía, a pesar de que la primavera está la vuelta de la esquina. Hoy se anunciaba sol, pero el cielo volvió a aparecer encapotado. Esta inestabilidad pudo contagiarse a los asistentes que esperaban a que los políticos hablasen. Se registraron episodios de agresividad individual, insultos aislados contra el presidente del gobierno, Pedro Sánchez, que rayaban en el alarido, seguidos de pausas en las que el animador de megafonía tenía que instar a los asistentes a mostrar más brío, con rima consonante; por ejemplo: “Sánchez, rata, queremos luz barata” y la variante “Sánchez, basura, baja la factura”. La gente repetía, obediente, pero tampoco acababa de enardecerse. “Obrero y español”, canturreaba después el ‘speaker’, con el mismo ritmo que en el Santiago Bernabéu se canta “Real Madrid, alé, alé”. Muchos le seguían, pero a algunos de los presentes les daba cierta vergüenza repetir el soniquete.

En un ambiente que pretendía conjugar camaradería obrera y chubasqueros ingleses se oían también referencias al alcalde de Madrid, José Luis Martínez Almeida, habida cuenta de que la concentración era ante el Ayuntamiento. “No sé porque estamos aquí y no en Moncloa, contra Almeida yo no voy”, decía un señor del ala moderada. “¡Es un traidor!”, le respondía cercana al tímpano una mujer, que llamaba a desalojar a Pedro Sánchez “del pescuezo”. Hay que decir que la mayor parte de la gente, con todo, se mantenía callada.

“Todo es una mierda”

Había en Cibeles hasta famosos de los nuevos medios de comunicación, como Ángel Gaitán, mecánico de coches treintañero y estrella emergen en TikTok, con cerca de un millón y medio de seguidores. Megáfono en mano, en tono afable decía que en España trabajan “muy pocos” para mantener “a todos”, y se mostraba preocupado por las dificultades para repostar o “ir por la calle seguros de que no os van a atracar”. “Todo es una mierda, hay que cambiarlo desde los cimientos”, le interrumpió un hombre con gafas de sol. La línea falangista más tradicional la siguió, no obstante, Rodrigo Alonso, para quien “la soberanía nacional es la verdadera libertad de los pueblos y la patria es la única defensa que tienen los trabajadores”. Después se despachó contra los sindicatos UGT y CCOO, “traidores y corruptos” que “se manifiestan a favor de ETA y contra el español en las aulas” Y así, sucesivamente. 

Ondeaban las banderas españolas, por decenas (se podía comprar una por 15 euros en el puesto de Vox en la acera) cuando el acto llegó a su fin, con lanzamiento de gases de color verde. Hubo un pequeño incidente antes del cierre, cuando un pequeño grupo de neonazis de Bastión Frontal tuvieron un rifirrafe con el resto de asistentes. La policía se los llevó entre abucheos. El resto, “españoles de bien”, esperaron a que sonase el himno nacional y se fueron civilizadamente.