Alberto Núñez Feijóo: breve biografía para no gallegos

Aitor Riveiro

16 de abril de 2022 10:48 h

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Alberto Núñez Feijóo (Os Peares, Ourense, 1961) lleva a gala haber recuperado en los peores momentos del Partido Popular una de sus plazas emblemáticas: Galicia. Lo logró en 2009 y por la mínima. Sacó un diputado más que los logrados por el bipartito PSOE-BNG que había gobernado la comunidad en la legislatura anterior. Un paréntesis de izquierdas, como lo fue en los 80 con Fernando González Laxe, en la tierra de Manuel Fraga y Mariano Rajoy. El fundador del PP y el presidente que logró la mayoría absoluta más abultada que nunca ha logrado democráticamente la derecha, en 2012. Pero tres años antes, Rajoy estaba en el alambre. Con el partido amarrado por la mínima en el Congreso Nacional celebrado en 2008 en Valencia, el presidente del PP vivía asediado en su despacho de la sede de la madrileña calle Génova por la corrupción de la Gürtel y otra miríada de casos de corrupción.

A la mayoría absoluta de 2009 le siguieron otras tres. Tres años antes logró hacerse con el control del PP de Galicia tras la dimisión de Fraga. El fundador perdió el poder en su tierra y se retiró al Senado. Fue la pugna de los del birrete de Feijóo contra los de la boina, de Xosé Cuiña. La supuesta Galicia rural contra la denominada Galicia urbana. Feijóo negoció, pactó una candidatura y se repartió el poder orgánico con el hoy senador Xosé Manuel Barreiro. El pasado 1 de abril se hizo efectiva su renuncia a la Presidencia del PPdG, 16 años después.

A la de 2009 le siguieron tres mayorías absolutas que le convirtieron en el decano de los barones del partido. Un referente para todo el PP, como ha quedado demostradísimo en el proceso fugaz para expulsar a Pablo Casado del liderazgo del partido por su enfrentamiento con Isabel Díaz Ayuso. Solo un nombre ha sonado para sustituirle al frente del PP. Nadie más se postuló. Y nadie le ha levantado la voz, de momento. Ahora ese puesto simbólico lo hereda el presidente andaluz, Juan Manuel Moreno Bonilla, lo que da cuenta del recambio de nombres que se puso en marcha tras los muchos batacazos electorales del periodo electoral 2015-2019.

Fiel a su estilo, Feijóo ha pactado con los más fuertes para asegurarse el poder orgánico. Ya lo hizo en Correos, por ejemplo, de cuya Presidencia (2000-2003) conserva al “único amigo comunista” que confiesa tener: el secretario general de CCOO Correos y Sector Postal, Regino Martín. El currículum de Feijóo se completa con la presidencia del Insalud (1996-2000), y con algunas consejerías y la vicepresidencia de la Xunta a su regreso a Galicia tras su estadía en Madrid.

Los borrones: de Marcial Dorado a Pemex

Feijóo vuelve a Madrid con un aura de buen gestor que él mismo se ha esforzado en extender en las últimas semanas. Ha repetido hasta la saciedad en sus actos públicos que el PP que él quiere armar “no tiene que aprender” porque ya sabe gobernar. Tienen un pasado al frente de administraciones de los diferentes niveles del Estado. Él y el equipo que le acompaña.

Pero ese pasado esconde momentos muy oscuros. Algunos pudieron estar detrás de su renuncia a competir en las primarias del PP de 2018, según se publicó entonces. Feijóo tenía preparados dos discursos contradictorios, pese a que en su momento se dijera lo contrario. Al final leyó el que decía que se quedaba en Galicia sin lugar a dudas. El otro, el que explicaba el salto a Madrid fue a la papelera, tal y como relata el periodista Fran Balado en las memorias autorizadas del líder gallego.

Es el caso de su amistad con el contrabandista Marcial Dorado, acusado también de narcotráfico aunque nunca fue condenado por ello. Dorado, Feijóo y las familias de ambos compartieron vacaciones y paseos en barco. La amistad es incuestionable porque hay fotografías de esos momentos de asueto: vacaciones en Canarias, Ibiza, Picos de Europa y Portugal. Y porque el propio Feijóo no tuvo más remedio que reconocerlo cuando esas instantáneas fueron publicadas por El País en 2013.

Su respuesta fue la de hacerse el ingenuo. No pudo ocultar el hecho, pero dijo que no sabía a qué se dedicaba Dorado, pese a que protagonizó muchas portadas en los años previos en los periódicos gallegos, incluida La Voz de Galicia ,de donde salen algunos de sus colaboradores más cercanos. De entonces queda una frase para los anales de la política cuando estaba acorralado por la prensa para explicar sus viajes: “Solo sé que había nieve”. Para alguien que pasaba sus vacaciones con un detenido en la famosa Operación Nécora quizá no era la mejor respuesta.

Aquellos fueron probablemente los momentos políticos más difíciles para Feijóo, quien logró zafarse del escándalo pese a que el juez que investigó el caso desmintió algunas de sus explicaciones. Pero sobre el caso se echó una buena palada de subvenciones públicas y ante su marcha triunfal sobre Madrid tras la defenestración de Casado casi nadie se lo ha recordado. Solo el portavoz de Unidas Podemos, Pablo Echenique, lo hizo en sede parlamentaria, por lo que ya está recogido para siempre en el Diario de Sesiones.

Otro de los manchones que ensucia el currículum de Feijóo, que algunos pretenden inmaculados, fue la aventura naval del todavía presidente de la Xunta. Feijóo quiso que la multinacional estatal mexicana Pemex (Petróleos Mexicanos) entrara de lleno en el negocio de la fabricación de barcos en Galicia, que había sido uno de los sectores industriales más boyantes de la comunidad y que la reconversión industrial de los 80 se había llevado por delante.

Los problemas surgieron cuando la corrupción inundó el negocio. En 2020, hace apenas dos años, fue detenido en Málaga el exdirector de Pemex que apadrinó los acuerdos de la petrolera con la Xunta de Feijóo. Para entonces, el plan había fracasado. Pemex estaba de retirada del accionariado del astillero gallego Barreras, al que llegó al amparo de una “alianza estratégica” con la Xunta.

De los 20 barcos que prometió Feijóo solo se construyeron un par, lo que llevó a la empresa a solicitar el concurso de acreedores. Pero más allá del fiasco empresarial, las sombras de corrupción sobrevolaron la operación completa. Feijóo intentó, y logró, desembarazarse también de este asunto que murió casi sobre la marcha sin apenas incidencia a nivel estatal, mucho menos en Galicia.

La Sanidad Pública, en riesgo

Otro de los momentos políticamente más delicados de Feijóo ocurrió de una forma más o menos imprevista. En 2019, en un pueblo de Ourense fronterizo con Portugal, Verín, la Xunta cerró el paritorio. Las mujeres que debían dar a luz tenían que trasladarse decenas de kilómetros para hacerlo. Antes ya se había denunciado la falta de pediatras en el interior de la provincia.

Fue una chispa que provocó una movilización histórica en una provincia dominada desde siempre por el caciquismo de la familia Baltar, una de las más poderosas del PP de Galicia y cuyo actual líder, José Manuel Baltar, es uno de los designados por Feijóo para su Comité Ejecutivo Nacional.

La de Verín no fue la única protesta. Antes ya se habían producido encierros de profesionales sanitarios por las pésimas condiciones en las que trabajan y para denunciar el cierre de camas hospitalarias. En Valdeorras (también en Ourense) hubo protestas también por la cancelación de especialidades.

El modelo, como en otras latitudes, venía complementado con contratos millonarios con la sanidad privada para suplir las carencias (provocadas) del sistema público.

La mochila que carga Feijóo en su llegada a Madrid a sus 60 años, la mitad de los cuales ha estado en un cargo público, está bien llena, como no podía ser de otra forma. Él esgrime los elementos que considera positivos, pero muchos otros no lo son tantos. Hasta ahora, como ocurre con tantas cosas, era una cuestión casi exclusivamente de ámbito gallego, y muy tamizado por el entorno mediático de la comunidad autónoma. Pero en el salto a la política nacional a veces vuelven a surgir asuntos que uno pensaba enterrados, y bien enterrados. Está por ver si es el caso.