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Arrimadas contra Bal, por los restos de Ciudadanos

Inés Arrimadas con Edmundo Bal y Begoña Villacís, en una imagen de archivo.

Carmen Moraga

9 de diciembre de 2022 22:57 h

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Dicen que una imagen vale más que mil palabras y la que pudieron comprobar los asistentes a la recepción del 44 aniversario de la Constitución que celebró el Congreso el martes pasado reflejó a la perfección lo que está ocurriendo en Ciudadanos: Inés Arrimadas y Edmundo Bal, el tándem pretendidamente “perfecto” con el que el partido arrancó esta complicada legislatura, no se dirigieron la palabra. Llegaron por separado al acto y luego cada uno hizo su propio corrillo con los periodistas en el Salón de los Pasos Perdidos sin que nadie les viera saludarse.

El cisma entre ellos parece irreconciliable y las perspectivas de que haya un acuerdo, esa ansiada “candidatura de unidad” que demandan Arrimadas y varios dirigentes del partido estos días, se aleja cada vez más. El último intentó para acercar posturas tuvo lugar el lunes pasado, después de una hora de reunión en el Congreso, a instancias de Arrimadas. Ambos dirigentes salieron dando sus particulares versiones de ese encuentro. La actual presidenta, optimista, viendo “avances” para esa lista de “unidad”. Bal, equidistante, limitándose a señalar que los dos coincidieron en que “todos” son “necesarios para relanzar” un proyecto que vive sus horas más bajas, hundido en todas las encuestas y con continuas bajas. “Las espadas siguen en alto”, coinciden en lamentar dirigentes afines a las dos partes.

¿Qué ha ocurrido para llegar a este punto? En el partido reconocen que la crisis llevaba latente desde hace varias semanas y que temían que tarde o temprano estallara. Como así ha sido. Todo se desató el pasado fin de semana con un fuerte bombazo. Edmundo Bal, el “fiel escudero” de Arrimadas, el que siempre había asegurado que guardaría “lealtad” a la nueva dirigente, a pesar de ser un fichaje del expresidente Albert Rivera, anunciaba que estaba dispuesto a disputarle el liderazgo del partido en las primarias que se celebrarán pocos días antes de la próxima Asamblea General extraodinaria prevista para mediados de enero, en la que se dará por culminada de “refundación” de Ciudadanos.

A pesar de que el vicesecretario general insistió en que su decisión no iba “contra Inés”, la mayoría de los dirigentes de Ciudadanos interpretaron que se trataba de todo un “desafío” a la presidenta. Los fieles a Arrimadas van más allá, hablan de “traición” y no perdonan a Bal que lanzara su anuncio sin avisarla ni hablar previamente con ella. El día anterior habían estado juntos en un bar cercano al Congreso viendo el partido de España contra Japón y celebrando los cumpleaños de un par de compañeros sin que Bal dejara entrever nada.

Desde entonces la crisis se ha ahondado y ha provocado que la formación se haya partido en dos a escasos días de que se celebren esas primarias fijadas para el 9 y 10 de enero y en víspera del cónclave de la refundación. “Vamos a llegar a la Asamblea en las peores condiciones. Los afiliados no van a entender nada”, vaticinaba, preocupado, un destacado integrante de la dirección nacional. Sobre todo porque, como a estas alturas muchos reconocen, las encuestas pronostican su desaparición o, en el mejor de los casos, una mínima representación en el Ayuntamiento de Madrid “siempre que Begoña [Villacís] encabece la candidatura”, apunta la misma fuente. Un panorama desolador que durante estas intensas semanas de trabajo han intentado conjurar.

Villacís se descarta y apela al consenso

Pero la división y el cisma entre Arrimadas y Bal también ha afectado a la vicealcaldesa de Madrid, que se está esforzando estos días en mediar entre los dos dirigentes en pro de esa candidatura de “consenso” y “unidad”. Así lo hizo en la fiesta de Navidad que Ciudadanos celebró la misma noche del anuncio de Bal. En esa cena, celebrada el viernes pasado, los dos dirigentes en liza mantuvieron las formas, pero la frialdad entre ellos quedó patente mientras muchos de los asistentes a ese encuentro le pedían a la vicealcaldesa madrileña que se ofreciera como la solución a la crisis.

Sin embargo, Villacís, que se ha encargado estos meses de coordinar junto al diputado malagueño Guillermo Díaz el equipo de la Refundación de Ciudadanos, se descartaba este martes para liderar la candidatura de “consenso” que pide Arrimadas - con la que no oculta que se siente “más cercana”- y que demandan también miembros de la Ejecutiva y numerosos dirigentes territoriales de la formación. “Yo no lo voy a asumir. Soy vicealcaldesa de Madrid. Mi espacio está en Madrid, lo tengo muy claro. Las encuestas nos favorecen, pues dicen que somos decisivos”, apuntaba en una entrevista en RNE.

La tensión no ha amainado. La actual líder del partido ha sido muy dura con su 'número dos' y le ha advertido: “No podemos estar con luchas internas. No podemos ir a una batalla campal”. Además, acusó a Bal de haber generado “incertidumbre y preocupación” y una enorme sorpresa en muchos militantes y votantes“. También desveló que estaban trabajando en esa lista de ”unidad“ justo cuando su portavoz parlamentario salió a la palestra para postularse como líder del partido. Uno de los nombres que estaban barajando como secretario general y ”candidato de consenso“ era el del eurodiputado Adrián Vázquez, que sustituyó como jefe de la delegación en Bruselas a Luis Garicano. Pero Bal lo niega y afirma que a él nunca le ha llegado ninguna propuesta al respecto sobre esa lista de la ”unidad“ y por eso se postuló, ”cansado de esperar“.

Entre tanto, el PP no ha perdido la oportunidad de echar sal en la herida y el coordinador general del partido conservador, Elías Bendodo, volvía a señalar esta semana que su partido está dispuesto a “abrir la puerta” para “recibir el talento” de lo que queda de Ciudadanos. La jugada está clara de cara a la doble cita con las urnas del próximo mes de mayo: en Génova quieren replicar el éxito de Juan Manuel Moreno en Andalucía, donde el PP fagocitó al que había sido su socio de gobierno en la Junta logrando así la mayoría absoluta. La idea es que los votos que todavía puedan ir al partido que se proclama “liberal” acaben engordando al PP en muchas comunidades y municipios.

La sorprendente metamorfosis de Bal

Con todo, lo que más sorprende ahora a los afines a Arrimadas es la metamorfosis que creen que ha experimentado Edmundo Bal, quien “de la noche a la mañana se presenta como una voz crítica a Arrimadas y a la línea oficial de la Ejecutiva”, a la que pertenece y en la que aseguran que “jamás se le ha oído decir ninguna de las cosas que dice ahora”.

Una de ellas ha sido su oposición a la decisión de ir a un modelo organizativo de doble liderazgo, como hay en el PNV y en otros partidos liberales europeos que ha sido, según la versión de Bal, el principal motivo que le enfrentó a Arrimadas. Sin embargo, los fieles a la líder insisten en que el verdadero detonante de su ruptura ha sido el gran malestar que generó la postura a favor de la ley del 'solo sí es sí'. Cuando se presentó el proyecto, la decisión fue tomada por Bal –que es abogado de Estado–, que aseguró en una reunión interna con la propia Arrimadas que la reforma no iba a provocar rebajas ni excarcelaciones a los condenados por delitos sexuales. Pero al ver que algunos tribunales realizaban una interpretación contraria, Arrimadas abroncó a su jefe en el Congreso –siempre según la versión ofrecida por diversas fuentes de Ciudadanos a elDiario.es– y ambos discutieron. “Desde entonces las relaciones se fueron enfriando hasta que Bal tomó la decisión por sorpresa de anunciar su candidatura pidiendole a Inés que se retirara”, sostienen esas fuentes. 

Los que defienden a la líder creen, además, que el portavoz adjunto busca imprimir al partido un “giro” hacia la izquierda que no comparten, y señalan que lo ha demostrado, además de con su posicionamiento a favor de la ley del ‘solo sí es sí, por sus coincidencias también en muchos aspectos de la ley Trans acuñada por Podemos.

El vicesecretario general de Ciudadanos, por su parte, se descolgó el otro día en una entrevista con TVE explicando que se presenta a las primarias para que la formación sea “de centro de verdad y no un partido subalterno del PP”, una imagen que, en su opinión, se ha transmitido con Arrimadas como presidenta.

“Ciudadanos parece un partido de derechas y yo quiero que este partido vuelva a parecer liberal en el sentido liberal europeo, capaz de pactar a los dos lados, con conservadores y socialdemócratas”, señaló, poniendo como ejemplo al FDP alemán, que está gobernando junto a los socialistas y los verdes. La única línea roja que impone en cuanto a pactos con un próximo gobierno será “los separatistas y los herederos de ETA”.

Un mandato accidentado y plagado de fracasos

Lo cierto es que en estos dos años y medio el mandato de Arrimadas ha sido muy accidentado y ha estado plagado de fracasos: Catalunya, Madrid, Castilla y León y, por último, Andalucía. Las situación nunca fue fácil. El grupo parlamentario arrancó esta legislatura en 2019 mermado ya que pasó de golpe de tener 57 a diez escaños en las dos elecciones generales celebradas ese año con Albert Rivera de candidato.

Arrimadas se hizo por entonces con las riendas de un partido alicaído tras la debacle sufrida en los últimos comicios celebrados el 10 de noviembre que acabaron con el liderazgo de Rivera. Con la pandemia, la vida parlamentaria se paralizó durante unos meses. Ciudadanos decidió ponerse al lado del Gobierno y apoyar los estados de alarma y casi todas las medidas que tomó Sánchez para afrontar la crisis desatada en sus dos vertientes: económica y sanitaria. Las críticas por lo que algunos consideraron “entreguismo” al Gobierno de coalición comenzaron a lloverle a Arrimadas, que poco a poco ha ido cambiando de discurso para terminar en una confrontación total con Pedro Sánchez.

La primera deserción que vivió fue la del empresario y exfichaje de Rivera Marcos de Quinto, que primero dejó el escaño –en mayo de 2020– y poco después anunciaba que se iba del partido al no estar de acuerdo con el quinto decreto que prorrogaba el estado de alarma.

Poco tiempo después, a mediados de marzo de 2021, Ciudadanos se quedó con nueve diputados en el Congreso al marcharse al Grupo Mixto el diputado por Sevilla Pablo Cambronero, que se negó a dejar el acta. Fue la primera renuncia de un diputado nacional, un abandono que se sumaba a otras bajas importantes que había empezado a sufrir el partido tras la moción de Murcia y el anuncio de elecciones anticipadas en la Comunidad de Madrid.

Unos días antes, el exsecretario de Organización de Ciudadanos, Fran Hervías, había dado el campanazo de su salto al PP desde donde ayudó a lanzar una OPA hostil contra su antiguo partido. Por ello fue considerado el “gran traidor”. “Hervías ha demostrado poca lealtad con nuestros valores y poco compromiso con este partido”, dijo entonces Bal, que también se lanzó contra el que fue el 'número dos' de Pablo Casado. “Teodoro García Egea ha organizado jornadas de puertas abiertas para los tránsfugas, las condiciones se pactan en oscuros despachos y reservados de restaurantes”, dijo.

Los detractores de Bal recuerdan ese pasado del abogado de Estado y le afean que, pese a haber contribuido a la desaparición de Ciudadanos en Madrid, aparezca ahora como el salvador de un proyecto que estaban entre todos intentando reflotar. “¿Para qué han servido tantos meses de trabajo? ¿Para acabar así?”, se preguntan algunos afiliados, enfadados. Precisamente este viernes la dirección nacional intentaba aparentar normalidad y enviaba un mensaje a la militancia para que participen como compromisarios en la Asamblea Nacional: “¿Eres afiliado de Cs y quieres ser compromisario en la VI Asamblea General? Postúlate entre los días 9 y 11 de diciembre a través del Espacio Naranja. De salir elegido por la militancia, serás uno de sus representantes en nuestra Asamblea Refundacional”, les animaba en un ambiente, sin embargo, poco propicio mientras Bal mide sus fuerzas y calibra los apoyos que pudiera tener en el caso de que Arrimadas no dé el “paso al lado” que le demanda para poder hacerse él con las riendas de un partido por el que hasta los más optimista dan ya poco por él.

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