Aznar, muerte y resurrección en el PP: recupera su influencia en la derecha en una nueva era de la crispación

Uno de los méritos que se atribuyó a Mariano Rajoy puertas adentro del Partido Popular en sus 14 años al frente de la formación fue el de haber liquidado a las diferentes familias políticas que le suponían un contrapeso o una amenaza a su liderazgo. Tras años de enfrentamiento frontal a la dirección nacional, el aguirrismo cayó por su propio peso cuando la lideresa fue perdiendo poder a medida que su entorno de confianza iba ingresando en prisión implicado en múltiples escándalos de corrupción. Su adiós definitivo fue abril de 2017. Acabar con el aznarismo fue algo más complejo para quien ahora ejerce como registrador de la propiedad, ya fuera de la política. Tras apartar a quienes habían sido los hombres fuertes de José María Aznar de la estructura del partido, llegaron las pruebas definitivas de la ruptura total: en octubre de 2016, la fundación Faes, liderada por el expresidente y concebida como el sustento ideológico del partido, se desvinculó de las siglas del PP. Y en diciembre de ese mismo año se puso el broche de oro: Aznar renunciaba a la presidencia de honor del partido. Atrás quedaban años de tensiones, de lecturas de cartilla y de críticas a la gestión de Rajoy, el hombre que él eligió para liderar el PP. También, años de acusaciones de “deslealtad” por parte del marianismomarianismo.

El tiempo ha demostrado que lo del fin del aznarismo era sólo un espejismo. Porque la llegada de Pablo Casado a la presidencia del PP ha estado acompañada de la resurrección del expresidente del Gobierno y de su fundación. Desde su aterrizaje en la planta séptima de Génova 13, personas de la máxima confianza de Aznar han ocupado puestos relevantes en la estructura del partido. Como si hubiesen estado esperando una segunda oportunidad. Y Faes, sobre todo desde el inicio de la crisis del covid-19 cuando la pelea política ha alcanzado altas cotas de crispación, actúa en ocasiones como sustento de muchas de las posiciones políticas del PP de Casado. Y otras veces, como caja de resonancia. Porque ahora sí, con uno de los suyos al frente —Casado fue su director de gabinete en Faes entre 2009 y 2012—, ya se siente con ganas de pedir el voto para el partido que lideró y bajo cuyas siglas fue presidente del Gobierno de España. Lo verbalizó en enero de 2109, en la convención con la que Casado pretendía el rearme ideológico del partido después de haber tomado las riendas en verano.

Aznar es incapaz de no querer imponer sus tesis y sus criterios. Él marca criterios, quiere marcarlos y, de momento, le están dejando”, analiza un veterano dirigente conservador que ha vivido todas las etapas de José María Aznar y Mariano Rajoy al frente del partido. “Otra cosa es que Casado le siga el paso o no. Depende de los temas”, precisa. No hay asunto de la actualidad política de las últimas semanas que se haya quedado huérfano de las aportaciones de Faes: de la renta mínima al nuevo papel de Ciudadanos como fuerza que se aleja de la foto de Colón. De la polémica de Cayetana Álvarez de Toledo con el vicepresidente Pablo Iglesias a cuenta de ser “hijo de terrorista” –en referencia a su militancia en el FRAP durante la dictadura franquista– a las implicaciones del mando único del Gobierno durante el estado de alarma.

Para buscar un momento de “intento de influencia” del expresidente en las estrategias del partido similar al actual, todas las fuentes consultadas apuntan a la primera legislatura del socialista José Luis Rodríguez Zapatero, la que arrancó tras los trágicos atentados del 11 de marzo de 2004. Aznar había dejado el partido en manos de Mariano Rajoy, pero este no pudo tomar las riendas del cuartel general de los conservadores de forma definitiva hasta cuatro años después, en el XVI Congreso Nacional del PP, celebrado en Valencia en junio de 2008. Hasta esa fecha, el aznarismo aznarismotenía destacados representantes en puestos muy relevantes. Hay dos ejemplos muy claros. Ángel Acebes, exministro del Interior, ejercía como secretario general del partido. Y Eduardo Zaplana, exportavoz del Gobierno y exministro de Trabajo, estaba al frente de la portavocía en el Congreso de los Diputados.

El 11 de marzo de 2004 y los días posteriores, Aznar, Acebes y Zaplana llevaron el peso de la tesis que falsamente apuntaba a que la banda terrorista ETA estaba tras la autoría de los atentados. El PP perdió el Gobierno en las generales del día 14. Y la tesis siguió coleando a lo largo de la legislatura agitada por dirigentes conservadores jaleados por el altavoz de la derecha mediática. La misma derecha mediática que no vio después con buenos ojos que Rajoy fuera deshaciéndose de la estructura de partido vinculada a su antecesor y que tampoco le veía capaz de seguir llevando las riendas del PP tras haber perdido de nuevo en las generales de 2008.

En estos días en los que derecha e izquierda se acusan mutuamente de conspiraciones, hay elementos del paisaje político que permiten un viaje a 2004. Hasta el líder del Partido Popular, Pablo Casado, emulando unas declaraciones de Alfredo Pérez Rubalcaba del 13 de marzo de aquel año, arrancó hace un mes una de sus intervenciones parlamentarias con la frase “los españoles merecen un Gobierno que no les mienta”.

El “miedo a Vox” aupó a Cayetana

Si en los primeros meses de Casado al frente del PP, los fichajes y nombramientos vinculados con la Faes de Aznar se circunscribían a la sede del partido, con las convocatorias electorales se extendieron al Grupo Parlamentario Popular en el Congreso y al Gobierno de la Comunidad de Madrid. Como en las etapas de Esperanza Aguirre al frente de la Comunidad, la presidenta Isabel Díaz Ayuso ha hecho del Gobierno regional el escaparate de las políticas conservadores y el refugio desde el que disparar al Ejecutivo centraldisparar.

Así, mientras el núcleo duro de Rajoy iba siendo apartado o dejaba la política, Génova abría —o reabría— la puerta, en calidad de asesores, a Javier Fernández-Lasquetty, exsecretario general de Faes y exconsejero de los Gobiernos de Esperanza Aguirre. O a Isabel Benjumea. Procedente de la red Floridablanca, un think tank muy crítico con la etapa de Rajoy, Benjumea también pasó por Faes. Ambos duraron poco tiempo en el cuartel general de los conservadores. Fernández-Lasquetty es ahora el consejero de Hacienda y Función Pública del Gobierno de coalición PP-Cs en la Comunidad de Madrid. Y Benjumea se sienta en el Parlamento Europeo desde las elecciones del año pasado.

Estos fichajes no le generaron a Casado mayor conflicto interno por no ser puestos relevantes. Sí empezaron los recelos por el peso que empezaba a ganar el aznarismo y, con ello, el temor a dejar desasistido al centro político. Pero los problemas comenzaron cuando sonó el nombre de Cayetana Álvarez de Toledo como portavoz en el Congreso, un perfil muy crítico con Rajoy, y con fuertes vínculos a la Faes de Aznar. El líder de los conservadores impuso su criterio plantando cara a los barones que creían que, con su elección, el partido mandaba el mensaje contrario al de la moderación. “El miedo a Vox estuvo presente en ese fichaje”, considera un diputado nacional de la formación conservadora. “En determinados sectores del partido se cree que fichajes como este bastan por sí solos para frenar que votantes del PP se sumen ahora al proyecto de la extrema derecha”, añade la misma fuente.

Refugio de 'aznaristas'

Si Casado ha ido haciendo un PP a su medida, Álvarez de Toledo ha hecho lo propio en el Grupo Parlamentario Popular. El Congreso de los Diputados es esta legislatura uno de los principales refugios de aznaristas y dirigentes con vínculos con Faes. Una de las primeras incorporaciones que se anunciaron fue la del exsecretario de Estado Gabriel Elorriaga, también vinculado al laboratorio de ideas de Aznar. Después incorporaría como director de gabinete a Alfredo Timermans. Vocal del patronato de la fundación liderada por el expresidente era secretario de Estado de Comunicación cuando se produjeron los atentados del 11-M. También en la Cámara Baja, como diputado, se sienta Carlos Aragonés. Tras años en el Senado, la llegada de Casado al PP le permitió saltar a las listas al Congreso a quien fuera director de gabinete de la Presidencia del Gobierno de España entre 1996 y 2004.

“Desde la óptica de este sector del PP, ellos vienen a suplir años de carencia de ideología, años de perfiles tecnócratas y no políticos, años en los que Rajoy y su equipo no supieron plantar cara a la llamada superioridad moral de la izquierda”, subraya un exdirigente conservador ya fuera de la primera línea de la política.

Y si ellos ponen la ideología, Faes vuelve a estar ahí para ayudar con el mensaje. O para reforzarlo. Sobre todo desde que estalló la crisis del covid-19, cuando el que fuera laboratorio de ideas del PP, ha fijado posición sobre las cuestiones más de actualidad. O más polémicas. Prácticamente a diario, el think tank ofrece sus “análisis”, “editoriales”, “anotaciones”...

En Faes, por ejemplo, ha encontrado Álvarez de Toledo el mayor respaldo a uno de los episodios de mayor crispación política, cuando en el Pleno del Congreso de los Diputados llamó al vicepresidente Pablo Iglesias “hijo de terrorista”. Barones como Alberto Núñez Feijóo (Galicia) o Fernando López Miras (Murcia) censuraron este tipo de intercambios verbales que “acaban dando munición a la izquierda” y, en privado, destacados dirigentes se quejaron de que esa línea de confrontación eclipsaba la estrategia del partido, que por aquellos días pasaba por acorralar al ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, pero la fundación de Aznar salió en clara defensa de Álvarez de Toledo.

'Provocaciones'

En un análisis titulado Provocaciones, la fundación considera que “Cayetana Álvarez de Toledo puede estar tranquila ante las acciones judiciales que dice que prepara el padre de Pablo Iglesias. Y no solo porque la inmunidad parlamentaria le protege cuando utiliza la tribuna, sino porque sus peores detractores –que lo son del Partido Popular– dieron lugar a una doctrina que ilustra bien este caso”. Recuerda que el Tribunal Supremo condenó en su día a Arnaldo Otegi a un año de prisión por injurias a la Corona después de que dijera del rey Juan Carlos que era “el jefe de los torturadores”. Y que Otegi recurrió al Tribunal Europeo de Derechos Humanos, que falló que calificar así al jefe del Estado no era injurioso sino “un ejercicio de libertad de expresión”.

“Iglesias es un tipo crecido políticamente en la bronca y el escrache; sus modelos no pertenecen a la historia de la democracia parlamentaria sino a los que la han combatido. Como populista agresivo que es, no busca más que la quiebra social, el antagonismo y la demonización de sus adversarios para convertirlos en enemigos”, añade Faes después de haber señalado que “la cuestión más amplia que suscita la presencia del vicepresidente segundo en las instituciones democráticas es su búsqueda constante de la provocación”.

Las críticas al 8M

La derecha ha hecho de la celebración de las marchas del 8M, a una semana de que se decretara el estado de alarma, el eje de su estrategia política contra el Gobierno intentando trasladar el argumento de que en la Moncloa se priorizó la ideología a la salud y se permitieron de forma negligente. Obviando, además, que este año el Partido Popular acudió de forma oficial a estas manifestaciones con representantes de dirección nacional del partido. Hasta la fecha, Faes se ha referido al 8M en tres de sus análisis.

El 30 de marzo, en la nota editorial de su publicación Cuadernos recogía lo siguiente: “El mes de marzo comenzó con la despreocupada convocatoria a la manifestación del 8M, con frívolas risotadas progresistas a cuenta del coronavirus, y ha terminado con la prórroga del estado de alarma que ha supuesto la suspensión general de varios derechos y libertades fundamentales, entre ellos la libertad de circulación y los derechos de reunión y manifestación, con tiempo –eso sí– de que el socio de los socialistas en el gobierno alentara entretanto una cacerolada contra el rey”.

El 4 de abril, en un editorial de la fundación se destacaba que el Gobierno de Sánchez había pasado “en apenas una semana” de “convocar a la participación masiva en las manifestaciones del 8M a decretar un estricto confinamiento de la población”.

La contribución más reciente a este debate es del 9 de junio, cuando bajo el formato Anotaciones, se sostiene con ironía que “la pandemia era imprevisible, pero, al parecer, no para el Gobierno, que utilizó todos los medios a su alcance para convocar a las manifestaciones del 8 de marzo sin advertir riesgo alguno”.

En esta cuestión en concreto, Faes venía a respaldar la posición de un PP que agita el 8M contra el Gobierno con la misma insistencia con la que empieza a culpar a Iglesias del drama de las residencias en la Comunidad de Madrid obviando que las comunidades autónomas nunca han perdido las competencias en esta materia. Va a ser uno de los caballos de batalla políticos de los próximos meses a medida que avancen las comisiones de investigación parlamentaria y las denuncias que los familiares de los mayores fallecidos en residencias están empezando a registrar.

A vueltas con el mando único

También Faes ha salido en defensa de los postulados del PP respecto al mando único en los últimos días. El miércoles 1o de junio, cuando el asunto había ocupado parte de la sesión de control al Gobierno en la Cámara Baja, bajo el epígrafe de Anotaciones, la fundación de Aznar lanzaba un artículo titulado Autoridad única.

“En buena lógica democrática, el mando único debe conllevar una responsabilidad de alcance igual al de los poderes que concentra y es necesario que dé cuenta de sus resultados. Pero en vez de ofrecer una explicación adecuada, el Gobierno, y en especial alguno de sus más conspicuos representantes, descarga estas obligaciones en las comunidades autónomas e incluso, como ha ocurrido con el vicepresidente segundo, quiere dar la vuelta a la realidad y nos intenta convencer de que el hecho de que todas las autoridades y personal de las administraciones públicas queden 'bajo las órdenes directas de la autoridad competente', en realidad significa reforzar las competencias autonómicas”, puede leerse en el texto.

Para Faes, “el desarrollo de la pandemia ha mostrado que en muchos casos las comunidades autónomas han tenido que buscarse los recursos que la autoridad única ha sido incapaz de encontrar y suministrar”. Es justo el argumentario de cabecera de Isabel Díaz Ayuso.

Desde el pasado enero, el jefe de gabinete de la presidenta madrileña es Miguel Ángel Rodríguez, exsecretario de Estado de Comunicación del expresidente José María Aznar. A Rodríguez se atribuye, incluso dentro del PP, la dureza de las intervenciones de la dirigente conservadora contra la izquierda y la “búsqueda del choque permanente” con el vicepresidente madrileño, Ignacio Aguado, de Ciudadanos.

Ayuso y los “hijos de Chávez”

Si hace unas semanas, Aznar, a través de Faes, actuaba en apoyo de Álvarez de Toledo, a mediados de mayo era también él en persona quien en una sesión extraordinaria online del Aula de Liderazgo del Instituto Atlántico de Gobierno (IADG), una iniciativa del expresidente, salía en rescate de Ayuso.

Aznar estableció un paralelismo entre un episodio de su carrera política y el momento que está atravesando ahora la dirigente conservadora. Recordó que el “dictador” Hugo Chávez se dedicó a “insultarle permanentemente”, algo que se “hizo famoso” cuando el entonces rey Juan Carlos le espetó el “¿por qué no te callas?”. Contó el expresidente que por aquellas fechas fue a visitar a Bill Clinton y que este le confesó su “envidia” por ser el foco de los insultos del venezolano. “Hoy en día yo tendría que decirte: no sabes lo que te envidio porque los hijos de Chávez te insulten todos los días a ti en vez de a míhijos de Chávez”, dijo a la presidenta madrileña, en alusión a Unidas Podemos, socio del Gobierno de coalición del socialista Pedro Sánchez.socialista

“Una labor importante se tiene que estar haciendo desde el punto de vista político, unas muy altas cualidades se tienen que representar en términos de preocupación por los demás, en término del bien común, en término de actividad, de energía, de eficiencia, en términos de defensa de la libertad para merecer tanta atención por aquellos que se dedican a sembrar sectarismos, sembrar confrontación, sembrar odio o aquellos simplemente que no son defensores de la libertad. Para nosotros el tenerte esta tarde [la del lunes 11 de mayo] a ti, que eres una defensora de la libertad y que estás sujeta a una campaña como aquellas que en su momento de alguna manera yo sufría y motivaba la envidia de otros, pues es una gran satisfacción”, le dedicó Aznar.

Contra Ciudadanos

Ese día no se refirió a Cs, la china en el zapato de Ayuso. Pero días antes, el 7 de mayo, bajo el encabezamiento de Anotaciones Faes ajustaba cuentas con el partido liderado por Inés Arrimadas por su posición en la negociación de las prórrogas del estado de alarma —Cs ha votado a favor de todas—. Intentaba recrear la fábula de la rana y el escorpión. “Para ser un partido joven, parece que a Ciudadanos le pesa mucho su pasado. Su apoyo a la prórroga suena a expiación autoimpuesta o a una tardía búsqueda del tiempo perdido. Tal vez su problema sea un equivocado instinto contracíclico, antes y ahora. Cuando la recomendación esencial para no contagiarse es mantener las distancias, deciden arrimarse”, valoraba este laboratorio de ideas conservador.

Hasta la fecha, ningún miembro de la dirección nacional del PP ha ido tan lejos como Faes en sus críticas a Cs. Casado quiere tener buena relación con Arrimadas y su equipo porque está en juego la salud de los pactos y ese plan futuro de España Suma que tendrá como primera fase las autonómicas del 12 de julio en Euskadi.