La guerra de Pedro Sánchez con algunos de los barones del PSOE dejó de ser un secreto hace meses, pero a medida que el tiempo pasa se ha hecho más evidente. El cruce de reproches se ha incrementado desde las elecciones del 20 de diciembre, cuando el sector más crítico amagó con cortar el paso al secretario general. El último encontronazo fue este verano, cuando los presidentes autonómicos, encabezados por Susana Díaz, instaron a Sánchez a quedarse en la oposición –una advertencia que ha desoído–.
El alejamiento es patente. Ferraz y las federaciones críticas mantienen un trato prácticamente nulo. Sánchez ha abandonado a los presidentes socialistas desmarcados de su liderazgo. El primero –y único– que lo ha denunciado públicamente ha sido Guillermo Fernández Vara, que aseguró que lleva sin hablar con el secretario general desde la última reunión del Comité Federal –el pasado 9 de julio–.
El resto de dirigentes territoriales críticos con Sánchez comparten esa misma queja de desatención mientras que los más afines –como el líder socialista en Castilla y León, Luis Tudanca, o la vicepresidenta cántabra, Eva Díaz Tezanos– aseguran que es fluida y “constante”.
Al igual que con el caso del presidente extremeño, Sánchez no habla con sus homólogos de Castilla-La Mancha y Aragón de manera individual desde la ronda de consultas anterior al Comité Federal en el que el PSOE revalidó su no a Mariano Rajoy. Con Emiliano García-Page sí charló en la última reunión de la Ejecutiva federal a finales de agosto. “El diálogo es bueno. Cuanto más contacto e interlocución, mejor”, reprochan desde el PSOE aragonés.
En el PSOE de Susana Díaz también reconocen que la comunicación del secretario general con la presidenta es “poca o nula”. De hecho, la reunión bilateral que mantuvieron en 8 de julio –antes de la reunión del Comité Federal– duró apenas diez minutos. “Es absolutamente ilógico que no se dialogue ni compartan las estrategias con la situación que atraviesa el país y la presión que está recibiendo el país”, expresan fuentes del socialismo andaluz.
El presidente valenciano, Ximo Puig, también reconoció el lunes que no había visto a Sánchez en todo el verano. Fuentes del PSOE valenciano recuerdan que recientemente ha habido incendios en municipios alicantinos y “solo ha llamado el rey”. Con Javier Fernández se encontró en un acto el pasado lunes, pero apenas hablaron más allá de un saludo.
“No es normal que el secretario general no hable con los dirigentes territoriales y menos aún con aquellos que están al frente de los gobiernos autonómicos –lamentan fuentes próximas a uno de los presidentes socialistas–. Rubalcaba se preocupaba por mantener un contacto fluido y permanente con las federaciones”.
La dirección del PSOE emplaza a los barones a ser quienes llamen: “El teléfono se descuelga en las dos dirección”, dicen fuentes socialistas. La portavoz adjunta en el Congreso, Isabel Rodríguez, les ha invitado a levantar el teléfono y llamar a Sánchez. “La verdad es que no entiendo esas declaraciones y esa denuncia pública de ausencia de conversación cuando es tan fácil como levantar el teléfono”, ha expresado Rodríguez visiblemente molesta.
La batalla en las redes
Además de las quejas por sentirse desatendidos, los barones alejados de Sánchez se quejan de la campaña que sufren cuando dan una opinión que se aleja de la postura de Ferraz. “Parece que en el PSOE se quiere acallar a quien discrepa”, dijo Fernández Vara recientemente. También Javier Lambán ha protestado por los insultos que ha recibido.
Otro de los enfrentamientos recientes y públicos entre Ferraz y sus barones se ha producido esta semana tras la difusión de una conversación de WhatsApp en la que la encargada de redes sociales del PSOE cántabro envió un mensaje en un grupo de apoyo a Sánchez en el que aseguraba que iban a poner en marcha una “estrategia de apoyo a Sánchez en estos momentos tan duros”. “Despellejar a Vara, Susana y demás lenguaraces en este momento no ayuda a Pedro sino todo lo contrario”, continuaba el texto.
El mensaje circuló entre cuadros y militantes socialistas provocando un mayor enfado de las federaciones críticas que vieron constatada su sospecha: una estrategia orquestada para deslegitimar a los dirigentes territoriales críticos. El PSOE aragonés ha reclamado a Ferraz una investigación sobre el asunto, pero la dirección se desentiende.