CRÓNICA

Begoña Villacís o cómo ser Piqué y Shakira al mismo tiempo

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Begoña Villacís está empeñada en conseguir que el fin de Ciudadanos esté repleto de momentos inolvidables. Hace un año, cabía la posibilidad de que el partido sobreviviera a las elecciones municipales de 2023 en Madrid. No en un gran estado, pero dos o tres concejales podían estar dentro de sus posibilidades, según algunas encuestas, y permitirle ser esencial para que la derecha conserve la mayoría en el Ayuntamiento. En dos meses, la vicealcaldesa de Madrid ha dado el tiro de gracia a su partido, es cierto que no en solitario.

Lo del naufragio de Ciudadanos no es una metáfora. Varios miembros de la tripulación han decidido saltar del barco para buscar acomodo en el Partido Popular. Otros porque dejan la política. Al final, seis de los once ediles le han dicho adiós. Lo más humillante es que una de los ediles, Sofía Miranda, ha pedido en público la reelección del alcalde, José Luis Martínez Almeida, en un artículo en El Mundo.

Villacís presentó el martes la candidatura con la que irá en las elecciones de mayo. Sólo repiten cuatro de los concejales elegidos en la lista de 2019. Le preguntaron en la rueda de prensa por los desertores. “Consumo el menor tiempo posible en pensar en otras personas. Ellos no son Piqué. No tengo que dedicarles ninguna canción”, respondió.

Hay políticos que demuestran su habilidad para verse a sí mismos desde fuera, lo que les permite acusar a los demás de cosas que ellos han hecho con anterioridad. Villacís lleva esa habilidad al límite. Es capaz de contemplarse a kilómetros de distancia. Quizá crea que los disidentes traicionaron a Ciudadanos. Es lo mismo que hizo ella cuando se reunió con el número tres del Partido Popular a mediados de enero para tantear la posibilidad de cambiar de bando.

Está mal conspirar contra tu propio partido. Si alguien se va de la lengua y lo cuenta o los medios se enteran, el ridículo alcanza proporciones difíciles de explicar. Si la presunta traidora aspira a volver a encabezar las listas de la formación después del bochorno, todo entra directamente en el terreno del esperpento.

Las risas fueron inevitables cuando trascendió que las ideas que pululan dentro de su cabeza estaban fuera de la realidad. “Mi intención es ser una corriente interna dentro del PP”, le oyeron decir en el partido. Sólo con decir eso era suficiente para que Isabel Díaz Ayuso le colocara el cartel de apestada.

La aventura escapista se acabó en el momento en que le comunicaron que debía hablarlo antes con Ayuso y Almeida. No le iban a tender una pasarela para superar el foso y los cocodrilos se la iban a comer cruda en el momento que pusiera el pie en el agua.

Villacís siempre ha tenido un elevado concepto de sí misma, una ensoñación en la que se movieron muchos dirigentes de Ciudadanos tras sus excelentes resultados de abril y mayo de 2019. En esas elecciones autonómicas y municipales, Albert Rivera ordenó a sus dirigentes regionales y locales que pactaran con el PP. El partido comenzó a abandonar sus ideas centristas y a superar en ocasiones al PP por la derecha en la oposición al Gobierno.

La vicealcaldesa formó una buena relación de trabajo con Almeida, a diferencia de la guerra larvada de Díaz Ayuso y Aguado en el Gobierno regional. Para distinguirse, apostó por ideas locas y mal cocinadas. En algún caso, directamente crudas. Como cuando anunció que estaba trabajando para conseguir que Madrid tuviera “la noria más grande de Europa” (la de Londres tiene 135 metros de altura).

Lo mejor es que precisó que era un proyecto que había rechazado la ciudad de Valencia: “Madrid es el refugio de lo que el populismo expulsa”. Una lógica muy retorcida. Medidas populistas –de interés sobre todo para los turistas– rechazadas por los populistas y acogidas en nombre de la lucha contra el populismo. La gente se lo pasó en grande.

Un asunto más serio se produjo cuando se lanzó a anunciar que Madrid debía ser candidata a organizar los Juegos Olímpicos de 2036 sin comunicárselo antes al alcalde, que la desmintió rápidamente. “No se pueden generar falsas expectativas o generar otra decepción para los madrileños”, dijo Almeida, que recordó las tres oportunidades fallidas. La última había sido la del “relaxing cup of café con leche”.

Villacís sí cree que es factible si de lo que se trata es de cazar un titular para reforzar su perfil público. Una vez más, decía estar contra el populismo mientras calentaba los deseos de los habitantes de la ciudad con proyectos en los que no se había trabajado lo suficiente o eran sólo una fantasía.

Desde enero, la vicealcaldesa ha generado titulares menos divertidos y más vergonzantes. Se ha ido hundiendo poco a poco con cada uno de ellos. Con tanta huida del partido, incluida la suya que quedó frustrada, ahora sólo conduce un Twingo, aunque lo haya intentado pintar con los colores de Ferrari. Primero fue Piqué a la búsqueda de un destino más a la altura de su categoría, y luego ha acabado siendo la abandonada Shakira, pero sin canción.

Sus votantes podrían recordarle: “Mucho gimnasio, pero trabaja el cerebro un poquito también”.