Crónica

El bloqueo del Poder Judicial ocupa el Palacio Real

Irene Castro

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Este 12 de Octubre hubo en Madrid dos desfiles: el militar y el de autoridades que, tras media hora parados en la Cuesta de la Vega, decidían bajarse de sus coches oficiales o VTC para recorrer a pie los últimos metros hasta llegar al Palacio Real, donde se celebra la tradicional recepción del la Fiesta Nacional. El atasco hacía presagiar la extensa duración del besamanos de los reyes, que esta vez contaron con 2.500 invitados tras dos años de celebración descafeinada por la pandemia. La situación obligó a los asistentes a esperar en sus correspondientes salas durante cerca de dos horas y a los miembros del Gobierno y demás poderes del Estado a aguardar el fin del saludo en una habitación expresa, como manda el protocolo. “Me estaba poniendo nerviosa, porque ahí estaban Feijóo y Ayuso con todo el mundo y el Gobierno, encerrado”, comentaba al salir una presidenta socialista.

Pero lo que verdaderamente ocupó el Palacio Real fue el bloqueo del Poder Judicial, que por primera vez no tenía la representación de su presidente en los fastos al haber dimitido dos días antes como método de presión para un acuerdo que al Gobierno se le resiste desde hace cuatro años por la negativa del PP. El asunto se convertía, junto con el ligero retraso de Sánchez en su llegada al desfile militar en el que tiene ya asumidos los pitos, en el foco de la programación de radio y televisión desde primera hora de la mañana por el ruido de los vocales del sector conservador del CGPJ por la dilación en la recepción de las invitaciones y el consiguiente 'plantón' a Defensa. En Moncloa sostienen que las invitaciones a los miembros del órgano de gobierno de los jueces se cursaron el viernes.

A pesar de esas ausencias, el Poder Judicial copó la mayoría de conversaciones en los tradicionales 'corrillos' del palacio en los que existe la norma no escrita de que se pueden contar. Dos días después de su reunión en Moncloa tras la salida de Carlos Lesmes para darse una “última oportunidad”, Pedro Sánchez y Alberto Núñez Feijóo defendían sus posiciones ante los periodistas. El líder del PP se ha mostrado confiado en que puede haber un acuerdo. Ahora bien, exige un compromiso por escrito al Gobierno de que en un plazo de seis meses se den pasos para cambiar el sistema de elección del órgano de gobierno de los jueces. Ese es el gran escollo y en el Gobierno reconocen que le tienen que dar algo al PP que pueda vender como un logro. La cuestión es qué y, si hay avances en esa dirección, no los quisieron desvelar.

Sánchez dejó claro que no va a transigir con un cambio en el sistema de elección que lleva tres décadas vigente. “El Congreso ha rechazado esa fórmula dos veces. Eso no ha cambiado. El PP sabe que eso no va a cambiar la posición del Gobierno y del PSOE”, explicó a los periodistas. “No hay mucho debate en esto. ¿Se quiere cumplir o no con la Constitución? ¿Quiere continuar con la senda de [Pablo] Casado o no? Cuando el PP se decidió a las renovaciones anteriores, se resolvió en una tarde. Aquí la clave es si sigue línea de Casado o no”, ha insistido el líder socialista, que trata de quitar a Feijóo el traje de moderado.

El presidente está convencido de que es el PP el que se ha metido en un “rincón” y que tiene que salir de él: “Lo van a tener que digerir”. El que trató, sin éxito, de pasar lo máximo desapercibido fue el ministro de Presidencia, Félix Bolaños, que es el encargado de negociar la letra pequeña con Esteban González Pons, designado por Feijóo para temas judiciales. “Progresa adecuadamente”, se limitó a decir Bolaños, que se camufló en una esquina con el ministro de Consumo, Alberto Garzón, que fue el único miembro del Gobierno que siguió la recomendación de no llevar corbata frente al rígido protocolo de Zarzuela, que exigía “traje oscuro” para los hombres y “vestido corto” para las mujeres.

Montero, la guardiana del impuesto a los ricos

Bolaños no logró, no obstante, pasar desapercibido y fue de los ministros más demandados por los invitados, al igual que la ministra de Hacienda, María Jesús Montero, que se ha convertido en la guardiana del impuesto a los ricos. La responsable de las finanzas del Estado tenía bien fichados a los grandes patrimonios presentes en palacio que tendrán que pagar el nuevo gravamen y con alguno lo comentó. Pero a Montero sobre todo se le acercan cargos público y alcaldes para reclamar fondos. “Pídeselo a tu presidente”, le ha respondido a un regidor del PP dirigiéndole a Juanma Moreno Bonilla, que fue, junto al murciano Fernando López Miras, uno de los últimos en abandonar el palacio. Moreno Bonilla fue de los que más abrazos repartió frente al perfil bajo que tuvo Isabel Díaz Ayuso que, acostumbrada a ser la protagonista en todas las fiestas, pasó esta vez bastante desapercibida.

Las encuestas y el posible cambio de ciclo en las próximas municipales y autonómicas también fue un tema recurrente en la que será la última Fiesta Nacional antes de esos comicios. Los socialistas están convencidos de que lograrán retener todo su poder mientras que los conservadores se aferran al 'efecto Feijóo' en sintonía con lo ocurrido en Andalucía. “Cuando llegue el momento, jugaremos el partido. Pensar en mayo con lo que tenemos por delante...”, dijo Sánchez sobre esas encuestas. No obstante, dejó claro que peleará “el partido hasta el último segundo” convencido de que “los ciudadanos reconocerán” el trabajo que está haciendo el Gobierno.

Sánchez ha recordado que España “seguirá creciendo”, a pesar de la revisión inicial de las expectativas y defendió el “esfuerzo por liderar respuestas a la crisis energética”. Fue el ministro de Exteriores, José Manuel Albares, el que más profundizó en la situación internacional entre saludo y saludo a los embajadores presentes, entre ellas la de Marruecos tras su vuelta a Madrid al recomponer las relaciones hace medio año. Albares defendió la necesidad de impulsar el gasoducto Midcat en beneficio del conjunto de la UE frente a las resistencias de Francia que, a su juicio, lo rechaza pensando únicamente en su posición nacional. El jefe de la diplomacia española señaló que no se plantea el cierre de la embajada en Kiev ante el recrudecimiento de los ataques de Rusia sobre la capital de Ucrania, que consideró “episódico” por ahora.

Se acercaban las 16 horas cuando Albares interrumpió la conversación para marcharse porque tenía una “llamada importante” y los reyes acababan de abandonar el salón tras cerca de dos horas de conversaciones. Quedaba ya poca gente, pero el bloqueo del Poder Judicial persistía a la espera de que Gobierno y PP encuentren una salida.