Antonio Miguel Carmona (Madrid, 1963) se ha convertido en uno de los socialistas más mediáticos sin necesidad de gestionar un euro público, sin cargos de responsabilidad ni en las instituciones ni en el partido. A fuerza de fajarse en los platós, donde se presenta como un tertuliano de verbo fácil que no tiene problemas en entrar al cuerpo a cuerpo, se ha convertido en un rostro conocido del PSOE, a pesar de llevar dos años fuera de la primera línea –cuando abandonó su acta de concejal en el Ayuntamiento de Madrid, que había mantenido contra el criterio de Pedro Sánchez–. Ahora es él mismo el que se ha convertido en el centro de la polémica y en blanco no solo de tertulianos, también de partidos políticos tras fichar por Iberdrola para ocupar la vicepresidencia de la eléctrica en España en el peor momento posible: con el precio de la luz disparado y en plena pulso de las empresas del sector con el Gobierno.
Carmona llega a la compañía energética desde la Universidad San Pablo-CEU, donde lleva años dando clases de economía –durante tres décadas ha compaginado la carrera docente con sus etapas en la política– y técnicamente no se le puede reprochar que se trate de una puerta giratoria, porque no ha ocupado ningún cargo ejecutivo relacionado con el puesto que va a desempeñar. Ni adjudicaciones ni permisos ni ayudas, porque Carmona directamente no ha gestionado ninguna cartera pública. Pero su designación como vicepresidente de la compañía, sin relación conocida con el sector, ha caído como un jarro de agua fría en las filas socialistas, que salieron en tromba a criticar la decisión que se toman incluso como una “declaración de guerra” contra el Gobierno.
“En estos momentos es un militante de base que hace tiempo que no representa al PSOE ni a su militancia”, ha zanjado la portavoz en Ferraz, Eva Granados, quien ha asegurado que el exdirigente no ha consultado y que si lo hubiera hecho la dirección le habría dicho que “no”. “La interlocución con las eléctricas en un momento en que el Gobierno está haciendo una acción decidida para la rebaja de la factura eléctrica la tiene el Gobierno de España y no el señor Carmona”, ha advertido. El clamor se extiende por su organización. “Se ha dejado utilizar y es una deslealtad sabiendo el daño que iba a hacer, porque el momento no es casual”, expresa un alto cargo del socialismo madrileño.
La incorporación de Carmona es el último de los fichajes políticos de la compañía, que en el último año ha puesto en nómina a las exministras Fátima Báñez e Isabel García Tejerina para engordar una lista de quince ex altos cargos que tiene a sueldo, entre ellos el exdirector del CNI Félix Sanz Roldán.
En el caso de Carmona coincide su incorporación con la defensa que él mismo ha hecho de la compañía en una de las tertulias en la que es habitual. “No es verdad que Iberdrola haya vaciado pantanos, entre otras cosas porque no podría, ya que no tiene competencias”, dijo en Cuatro al Día este verano, cuando se produjo el vaciamiento de varios embalses que está investigando el Gobierno –que ha abierto expedientes a Iberdrola y Naturgy– y que también investiga la Fiscalía en el caso de Galicia.
No es la primera vez: el socialista lleva varios lustros pisando charcos. Ya se vio obligado a dimitir en su primera etapa como diputado autonómico en Madrid tras hacer una broma apenas un mes después de la catástrofe del Prestige. “Estamos sobrados de votos, y si hace falta, hundimos otro barco”, dijo en una reunión con comerciantes.
En 2011 volvió a la Asamblea de Madrid y desde el escaño lanzó su campaña como candidato socialista al Ayuntamiento de la capital en 2015. Con su ritmo acelerado y con el concepto “pim-pam propuesta” prácticamente como eslogan, hizo una campaña maratoniana que le sirvió de poco. Lo repetía en todos los mítines y protagonizó vídeos que hicieron fortuna en los programas satíricos. Cosechó el peor resultado que los socialistas habían obtenido hasta entonces –cuatro años después, Pepu Hernández batió de nuevo el récord– y vio cómo la izquierda se hacía con el poder por primera vez en décadas con Manuela Carmena al frente. “Hizo una campaña extravagante. Pretendió ganar a Esperanza Aguirre con sus armas y lo que hizo fue dejar el camino libre a Carmena”, rememora un miembro de aquella candidatura. La apuesta por celebrar batallas navales en los lagos de la Casa de Campo y del Retiro, como en su día hicieron los grandes emperadores romanos, fue una de esas extravagancias de la campaña en la que llegó a quejarse de falta de apoyo de Ferraz. Desde luego, ni entonces ni tampoco ahora Carmona era el dirigente preferido de la dirección socialista, que le pidió que no enredara y se centrara en las elecciones.
Uno de los momentos más polémicos de su etapa en el consistorio se produjo a raíz de su aparición en un pinchazo telefónico en manos de la Audiencia Nacional en el marco de la investigación al presidente de Ausbanc, Luis Pineda. “Don Luis, eres el más grande”, le dijo en aquella conversación amigable a Pineda, con antecedentes penales por delitos cometidos como militante de la extrema derecha. Carmona le puso en contacto con la portavoz socialista en el área de Cultura ante la queja de Pineda por la concejala Celia Mayer.
“Lo único que puede desprenderse de la conversación grabada con Luis Pineda es una buena relación con alguien que me transmite una queja sobre la concejala de Cultura. Tuve relación con Luis Pineda especialmente como compañero en tertulias radiofónicas, relación que traicionó a raíz de descubrirse su imputación en diferentes delitos. Pineda me llamó para denunciar un acto contra una feria por parte de la concejala de Cultura y yo le remití a nuestra concejala de Cultura, como haría con cualquier otro ciudadano”, afirmó el entonces concejal, que aseguró no arrepentirse “de nada”. Carmona, que llegó a tener escolta como concejal tras denunciar amenazas de muerte de un “francotirador”, apuntó entonces a una conspiración: “Se han desatado fuerzas agazapadas”.
Para entonces ya no era portavoz en el Ayuntamiento. Prácticamente la primera decisión de la entonces secretaria general del PSOE-M, Sara Hernández, fue relevarlo del cargo. Lo hizo en plena sintonía con Ferraz, que había salvado su candidatura cuando Pedro Sánchez intervino la federación madrileña para apartar a Tomás Gómez, tanto de la carrera por la Puerta del Sol como del liderazgo orgánico. Carmona apareció aquel día al lado de su “amigo”. “Pongo la mano en el fuego por Tomás Gómez. No una, las dos”, había expresado apenas 24 horas antes en un desayuno informativo en el que tenía al lado a Sánchez. “Pongo la mano en el fuego por Pedro Sánchez y por Tomás Gómez”, reiteró una semana después.
Pero su idilio con el secretario general duró poco: Carmona apoyó a Susana Díaz en la batalla por el liderazgo del partido que se abrió ante la decisión de los barones del PSOE de dejar gobernar a Mariano Rajoy. De nuevo apareció flanqueando a la ahora expresidenta andaluza cuando salió derrotada, en este caso por la militancia del partido. “Ha ganado el continuismo, la gestión de los dos últimos años del secretario general, que vuelve a repetir y quiere intentarlo por tercera vez”, lamentó.
El líder del PSOE lo dejó años después fuera de la candidatura al Senado -un puesto que había rechazado cuando le apartaron como portavoz del consistorio–, pese a haber sido el nombre más votado por los militantes.
Desde entonces, Carmona se ha convertido en uno de los principales azotes de Sánchez (de entre los que mantienen el carné del partido) desde las tertulias televisivas y los manifiestos que impulsa el viejo socialismo. Carmona secundó en febrero un texto de La España que reúne –una plataforma que preside el exdirigente vasco Nicolás Redondo– para exigir al presidente del Gobierno y líder de su partido el cese de Pablo Iglesias como vicepresidente del Gobierno e impulsó una recogida de firmas contra el pacto del PSOE con Unidas Podemos y ERC por eliminar de la ley Celaá la referencia al castellano como “lengua vehicular” que había establecido Wert.
“Tiene una inquina personal contra Pedro Sánchez, primero por lo de Tomás y luego, por lo suyo”, dice un dirigente madrileño, que define a Carmona como el “pequeño Nicolás del socialismo” y le acusa de tener “delirios de grandeza”. Quien amagó con presentarse a las primarias para dirigir al PSOE madrileño evita ahora defenderse de las críticas que le han llegado en cascada y desde el más alto nivel de su partido. “Nunca ha representado a la actual dirección”, ha sentenciado la portavoz de Ferraz dando por rota toda relación con el exconcejal. Unidas Podemos ha pedido este lunes al PSOE su expulsión del partido.