El adelanto de las elecciones generales al 10 de noviembre que se publica este martes en el Boletín Oficial del Estado (BOE) está sirviendo al líder del Partido Popular, Pablo Casado, para acabar de hacerse con el control total de la formación conservadora un año y dos meses después de su triunfo en las primarias.
Teodoro García Egea, secretario general y mano derecha del presidente de los populares, ha sido designado por éste como jefe de campaña del PP a pesar de que en el pasado reciente su papel ha sido muy cuestionado por los sectores críticos. Al 'número dos' del partido los dirigentes díscolos le atribuyeron las sucesivas derrotas electorales de las generales del 28A y el 26M. Le consideran uno de los artífices del giro a la derecha emprendido por la dirección popular en 2018. Algunos barones se mostraron muy molestos con las formas de García Egea a la hora de intervenir en las candidaturas en sus territorios.
Fuentes de la dirección del PP consideran, en cambio, que el secretario general es “el que mejor controla las estructuras territoriales” del partido, que “tiene toda la confianza” de Casado y que para su puesto como jefe de campaña –cargo que compaginará con la Secretaría General y con su condición de cabeza de lista por Murcia– “le avala” su “papel en los pactos” logrados por los populares en comunidades autónomas y ayuntamientos con Ciudadanos y Vox.
Una vez asumido que no se podrá formar la coalición España Suma junto a los partidos de Albert Rivera y Santiago Abascal, la dirección popular confía en que la división de la izquierda por la irrupción de Más Madrid en la política nacional permita a las tres derechas sumar tras el 10N para que Casado llegue a la Moncloa. Las fuentes consultadas consideran que para ese pacto será de nuevo imprescindible la labor de García Egea, por lo que creen más que justificada su elección por parte del líder del PP.
La salida de 'Cherines'
El adelanto electoral también precipitaba otros movimientos conocidos este lunes que ayudarán a Casado a ganar más poder interno en el partido. El primero, dado a conocer por García Egea en el Comité Ejecutivo Nacional, era la dimisión de Mercedes Fernández, conocida como Cherines, como presidenta del PP de Asturias después de siete años al frente de la formación conservadora en el Principado.
Fernández apoyó a la rival de Casado en las primarias, Soraya Sáenz de Santamaría, y, como respuesta, a principios de año la dirección nacional impuso a otra candidata para la presidencia de Asturias, Teresa Mallada, en un gesto que profundizó la división interna en el PP asturiano. Pese a la derrota del 26M en la comunidad, Fernández siguió sin contar con el respaldo de Génova y este lunes anunció su salida a García Egea en Madrid.
Según fuentes de la dirección nacional del PP, en las próximas semanas se celebrará una Junta Directiva de los populares asturianos en la que se elegirá a un nuevo presidente del partido en la comunidad. Génova explica que Casado ha ofrecido a Fernández tomar parte en la campaña del 10N.
Además de la salida de la líder asturiana, en otro gesto que fortalece el control de Casado y los suyos, este lunes también se conocía la destitución de Juan Carlos Vera, actual secretario general del PP de la Comunidad de Madrid. Le sustituirá la diputada en la Asamblea Ana Camíns, de la máxima confianza de la presidenta regional, Isabel Díaz Ayuso, y cercana también al líder nacional de los populares.
El giro al centro
En el Comité Ejecutivo se vislumbró también un nuevo cambio de registro de Casado que, tras meses girando a la derecha, pretende ahora lanzar una imagen más moderada del partido. Se trata de una reclamación que le habían hecho en los últimos meses los barones más críticos, como el presidente de la Xunta de Galicia, Alberto Núñez Feijóo, el andaluz, Juan Manuel Moreno Bonilla o el presidente de los populares vascos Alfonso Alonso, que habían mostrado sus desavenencias por el acercamiento del PP a Vox.
Este lunes la dirección del PP daba por zanjadas esas críticas después de escuchar a Casado utilizar las palabras que le pedían esos barones y de que los tres cerraran filas con el líder de los populares.
“Quiero un PP más ampliado, más popular, integrador, reconocible por moderado, responsable de la defensa de sus propias posiciones y del sistema que todos compartimos”, señalaba Casado en su discurso. Su objetivo es ahora que el PP “actúe como la gran plaza mayor de la España razonable, que quiere convivir, aunque no comparta sus ideas, y donde todos puedan sentirse reconocidos y acogidos”.
Apelando al voto fugado a Ciudadanos, Vox e incluso “descontentos” del PSOE, el presidente popular apostaba por “liderar una mayoría centrada y con un calendario de ambiciones nacionales que cumplir, orientado a ofrecer a los españoles la tranquilidad y el progreso que desean” y rechazando “cordones sanitarios, exclusiones tácticas y juegos oportunistas”.
Tres convenciones antes del 10N
Con sus palabras en busca del centro Casado conseguía anular las críticas que hasta ahora le venían haciendo sus compañeros de filas. “El proyecto es el que hemos defendido siempre. Se habla de concordia, de unir a la gente en España, de hacer políticas desde la moderación, y eso no está reñido con llamar a las cosas por su nombre”, apuntaba Alonso al salir de Génova, tildando el discurso del líder del PP de “centrado” y dando por superada la crisis con Cayetana Álvarez de Toledo, con quien la pasada semana intercambió duros reproches coincidiendo con la convención celebrada por el PP vasco para reivindicar un “perfil propio”.
Feijóo, por su parte, celebraba que la intervención de Casado dejara entrever un mensaje “muy claro, muy didáctico, el que los españoles necesitaban y esperaban”. Tras meses reivindicando su voz propia y evitando alinearse con Génova, Feijóo consideraba este lunes al líder del PP como “un buen político, honesto desde el punto de vista intelectual y accesible”.
Moreno Bonilla, que antes de entrar en la reunión había marcado postura reivindicando cambios en las listas diseñadas por la dirección de Casado para incluir “a los mejores”, también cerraba filas con el líder del PP tras escucharle en el Comité Ejecutivo, en el que no hubo intervenciones de los barones y donde Casado pidió al partido “que no se dedique a hablar de la izquierda” sino que salga a defender las políticas de los populares.
El presidente de los conservadores anunció, asimismo, que organizará una convención económica, otra interparlamentaria y una tercera municipal antes de los comicios del 10N.