“Yo soy de los que baja a torear al ruedo”. El presidente del Partido Popular, Pablo Casado, suele recurrir al lenguaje taurino para defender su intensa participación en la campaña andaluza, la primera desde que en julio ganó las primarias a Soraya Sáenz de Santamaría. Unos 10.000 kilómetros recorridos y medio centenar de actos –más que los realizados por el candidato para presidir la Junta, Juanma Moreno– han convertido al líder del PP en el principal protagonista de la estrategia de su partido en Andalucía, donde según el propio Casado se está jugando “la primera vuelta de las elecciones generales”.
La dirección nacional de los populares reconoce que ante las “bajas expectativas” con las que parten para las elecciones de este domingo, Casado se planteó la campaña como una plataforma para darse a conocer como líder estatal. Con sus paseos por las calles de las principales ciudades y pueblos de la geografía andaluza, sus visitas a mercados y fábricas o sus sucesivas declaraciones públicas el principal objetivo del líder del PP fue más enseñar “un nuevo proyecto del PP” que respaldar al candidato Juanma Moreno.
La agenda maratoniana, explicó Casado el primer día de campaña, le sirvió “para empezar a proyectar” sus “programas e ideas de cara a las municipales y también de cara a las (elecciones) generales”. Un proyecto “comprometido con la creación de empleo, las políticas sociales, la regeneración pública, y también con un cambio que se necesita a nivel de Andalucía y a nivel nacional de forma urgente”.
La hiperactividad marcó sus primeros cuatro días en la comunidad andaluza en los que pareció más candidato que el propio Juanma Moreno. El líder del PP se dejaba fotografiar visitando una fábrica de coches en Sevilla, comprando tomates en el mercado de Triana, jugando a videojuegos en Málaga, acariciando caballos en la Judería de Córdoba, probando vinos en una bodega de Cabra (Córdoba), haciendo una plancha de chocolate en Rute (Córdoba) o participando en un homenaje al Flamenco en Jerez.
Catalunya, inmigración y Gibraltar
Sus mensajes, siempre en clave nacional, se dedicaron esos primeros días a criticar a Sánchez o a introducir reflexiones sobre la situación en Catalunya, la inmigración, Gibraltar –asunto al que aludió especialmente en los mítines de Algeciras y La Línea– o la situación de las cuentas públicas.
El presidente de los populares no dejó pasar la oportunidad, además, de introducir su sello personal a la campaña con su particular revisión de la historia de España. El primer fin de semana en Andalucía, Casado aprovechó un acto con afiliados en Córdoba para asegurar que no había existido un proceso de colonización en América: “Nosotros no colonizábamos, lo que hacíamos era tener una España más grande”, señaló.
Otro de los mensajes que el líder del PP trató de difundir al principio de la campaña fue el de un partido unido. Pero su esfuerzo saltó por los aires a media semana, el 20 de noviembre, con las consecuencias de la crisis provocada por el wasap que el portavoz popular en el Senado, Ignacio Cosidó, envió días antes a un chat de grupo en el que estaban más de un centenar de senadores populares presumiendo del acuerdo alcanzado la semana anterior con el PSOE para renovar el Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) y con el que, según él, el PP veía garantizado el control del Tribunal Supremo “desde atrás”.
En plena campaña, las grietas y la división que siguen existiendo en las filas populares cuatro meses después de las primarias se evidenciaron en que el mensaje de Cosidó fue filtrado a la prensa por uno de sus compañeros de filas. Las disputas internas estuvieron también en el origen de la crisis institucional sin precedentes generada por el mensaje de texto de Cosidó, que se llevó por delante el acuerdo entre PP y PSOE para renovar el Poder Judicial después de que el juez Manuel Marchena, el escogido por ambos partidos para presidir el CGPJ, decidiera renunciar a formar parte de ese reparto de puestos pactado por socialistas y populares.
El coqueteo con la extrema derecha
A pesar de que el wasap de Cosidó choca con el Código Ético del PP, Casado –que en todo momento ha evitado respaldar públicamente a su portavoz en el Senado– no ha tomado represalias contra el exdirector general de la Policía para que el escándalo no empañe su presencia en Andalucía.
De nuevo en campaña, la segunda etapa de su paso por la comunidad andaluza estuvo marcada por la irrupción de Vox. Las encuestas publicadas que vaticinaron la entrada del partido ultraderechista en el Parlamento andaluz e incluso en el Congreso de los Diputados, y los propios sondeos internos que manejan los populares –que van en la misma línea–, obligaban a la dirección del PP a cambiar de estrategia con el objetivo de frenar la sangría de votos hacia la formación que preside Santiago Abascal: de ignorar al nuevo partido, los dirigentes populares y el propio Casado empezaron a hablar públicamente de Vox.
Génova mantuvo, sin embargo, un doble discurso sobre la formación a la que el PP se resiste a llamar extrema derecha. La dirección popular criticó con dureza el “oportunismo” del partido de Abascal y hasta el último día de campaña reivindicó el voto útil para el PP como el único partido capaz de promulgar el cambio en Andalucía y en el resto de las administraciones. Mientras tanto, los populares radicalizaron aún más su discurso utilizando los mismos argumentos que Vox en asuntos como la inmigración y abriéndose incluso a llegar a pactos postelectorales con la formación ultraderechista tanto en Andalucía como en otros territorios.
El pasado sábado Casado aseguraba que “o los inmigrantes respetan las costumbres occidentales o se han equivocado de país”, empleando idénticas palabras a las que suelen utilizar los dirigentes de Vox. En su competición con la formación ultraderechista, al final de la campaña el líder del PP se lanzaba a utilizar a ETA y a Venezuela contra la izquierda.
También propuso medidas recentralizadoras que cuestionan el actual Estado de las autonomías, dirigiéndose a cerca del 30% de los españoles que son partidarios de quitar competencias a las autonomías Una de las iniciativas estrella de Casado ha sido exigir que el Estado asuma las competencias de Educación transferidas a las comunidades autónomas, una pretensión que, sin embargo, se topó con el rechazo de los barones del PP que se manifestaron públicamente a favor del actual marco competencial que prevé transferencias a las autonomías.
No habrá autocrítica
En los últimos días Casado llegó a mostrarse abierto a recibir el apoyo de Vox en el caso de que los populares necesiten su apoyo para formar gobierno en Andalucía después de las elecciones de este domingo. “El PP estará encantado de recibir los votos de aquellos que quieran cambiar las cosas en Andalucía”, apuntaba el pasado miércoles.
El jueves, en el programa de Federico Jiménez Losantos, mostraba su “respeto escrupuloso” a los votantes de Vox. “Yo no puedo criticar a mi exvotante o recriminarle. Tengo que decirle que lo entiendo y explicarle que en el anterior Gobierno hicimos lo urgente antes que lo importante. Eso hago en Andalucía, intentar enamorar a ese votante”.
La andaluza ha sido su primera campaña como líder del PP y Casado no ha querido que le acusen de no haberse involucrado lo suficiente. Su dirección ya ha dejado claro que no habrá ninguna autocrítica si el próximo 2 de diciembre encajan la derrota que auguran todas las encuestas y que podría llevarles incluso a perder la segunda posición en el Parlamento andaluz. “Quien se la juega es Juanma Moreno, no Casado”, han insistido en Génova a lo largo de la campaña.
Casado considera que la política en España ha “cambiado”, por lo que hay que “arrimarse al toro, torear y convencer”. Eso es lo que dice haber hecho él en su maratoniana gira andaluza. El resultado de este domingo determinará hasta qué punto ha convencido la estrategia del líder del PP al conjunto de los andaluces y si la fórmula personalista e intensiva de su primera campaña le servirá como modelo de cara a futuras citas con las urnas.