La portavoz del Partido Popular en el Congreso de los Diputados, Cayetana Álvarez de Toledo, no ha participado en ningún acto de la campaña de su propio partido de las elecciones gallegas y vascas del próximo domingo pese a ser la voz de los populares en el Parlamento y una de las grandes apuestas personales del líder del PP, Pablo Casado. Coincidiendo con el intento de la dirección nacional de la formación conservadora por mostrar un perfil más moderado durante la campaña tras meses de ataques y descalificaciones al Gobierno por su gestión de la pandemia, Álvarez de Toledo, máxima representante de la derecha del partido no participa en ningún evento público desde el pasado 27 de junio –dos días después de que se iniciara oficialmente la campaña–. Ese día, la portavoz parlamentaria que se ha caracterizado por un discurso extremo desde su llegada al cargo, se limitó a asistir al tradicional acto de homenaje a las víctimas del terrorismo en la Cámara Baja.
Desde entonces, Álvarez de Toledo ha acotado su actividad a publicar distintos tuits en su cuenta personal. Ni siquiera se le vio la semana pasada en la Comisión para la Reconstrucción del Congreso, en la que el PP se abstuvo en dos de los dictámenes, los referidos a Sanidad y la Unión Europea. Además, en contra de la estrategia seguida hasta ahora por Álvarez de Toledo, los populares se abrieron a llegar a acuerdos con el Gobierno antes de que esos dictámenes se voten en el Pleno de la Cámara Baja el próximo día 22, con algunas de las correcciones sugeridas por el PP, si finalmente son aceptadas por PSOE y Unidas Podemos. Casado delegó la negociación de los pactos y la portavocía del partido en dicha comisión en la exministra Ana Pastor, una dirigente con un perfil más moderado, heredado de la época de Mariano Rajoy que Álvarez de Toledo criticó y atacó sin ambages. Pastor, firme apuesta del líder del PP en las últimas semanas, sí ha participado en mítines de campaña en Galicia.
La portavoz del PP en el Congreso es, por su parte, una de las grandes defensoras de la unión de PP y Ciudadanos dentro de la “reconstrucción del centro derecha” planificada por uno de sus mentores, el también padrino político de Casado, el expresidente del Gobierno José María Aznar. Pero Álvarez de Toledo tampoco estuvo el pasado domingo en el acto central de la campaña en Euskadi, donde la derecha ensaya por primera vez esa unificación presentando la coalición PP+Cs, la suma de los populares y Ciudadanos, con Carlos Iturgaiz como cabeza de cartel. En dicho acto cargado de simbolismo, que se celebró frente al árbol de Gernika, emblema de la foralidad vasca, sí estuvieron Casado y la presidenta del partido que se dice “liberal”, Inés Arrimadas. También asistió el secretario general del PP, Teodoro García Egea, que mantiene un conocido enfrentamiento interno con Álvarez de Toledo, principalmente por sus diferencias estratégicas.
Este diario se ha puesto en contacto con el equipo de la portavoz del PP en el Congreso para conocer las razones por las que Álvarez de Toledo lleva desaparecida durante toda la campaña de las elecciones en Galicia y Euskadi. Pero las fuentes consultadas han evitado dar cualquier tipo de explicación no contestando a los mensajes de elDiario.es. Desde la dirección nacional del partido, por su parte, se limitan a señalar que “los portavoces parlamentarios no han participado en la campaña” y que “han seguido con su actividad parlamentaria”. Dirigentes populares gallegos y vascos niegan, en todo caso, que la portavoz popular vaya a participar este viernes en ninguno de los actos de cierre de la campaña del PP en ambos territorios.
El descontento interno
Justo antes de que comenzara la campaña la independencia orgánica y el bronco discurso contra el Gobierno de Álvarez de Toledo habían incrementado el descontento interno con la también diputada por Barcelona. Distintos dirigentes del PP le habían pedido matizar sus mensajes y volver a la centralidad. Al rechazo que generó en los barones con más peso del partido –el andaluz Juan Manuel Moreno Bonilla y el gallego Alberto Núñez Feijóo– su designación como portavoz, hace ahora un año, se habían ido sumando nuevas voces que mostraban abiertamente su descontento ante las últimas salidas de tono de Álvarez de Toledo, que un día llamaba “terrorista” al padre de Pablo Iglesias y al otro buscaba el enfrentamiento personal con la vicepresidenta Carmen Calvo, en las últimas sesiones de control al Gobierno en el Congreso, ahora interrumpidas por el periodo estival.
Mientras a las puertas de la campaña el PP amagaba con buscar acuerdos y aparecer como una fuerza pactista, en el último Pleno Álvarez de Toledo dijo que el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez “no tiene otra patria que su ego” y acusó al PSOE de haber suscrito “un pacto ultra, a costa de la convivencia y a cambio del poder”. Estas declaraciones se producían tres semanas después de que la portavoz popular asegurara en el mismo hemiciclo que el vicepresidente segundo del Gobierno, Pablo Iglesias, “es el hijo de un terrorista”, una acusación que ha repetido al menos en otras tres ocasiones –pese a que en su primera intervención en la Cámara Baja dijo que lo iba a decir “por primera y última vez”–, y por la que el padre de Iglesias ha recurrido a los tribunales.
Unos días después de ese último Pleno, el 18 de junio, el presidente de Castilla y León, Alfonso Fernández Mañueco manifestaba públicamente su desacuerdo con la estrategia radical adoptada por Álvarez de Toledo. En una entrevista en la Cadena Ser le pedía expresamente que moderara su discurso. “Deberíamos apostar todos, y ella también, por una línea de desescalada verbal”, señalaba el barón castellano y leonés. “Ningún compañero de mi partido o de otros partidos de la oposición debe entrar al señuelo del Gobierno para crispar, provocar y perder los papeles”, había dicho en la misma línea el presidente de la Xunta de Galicia y candidato a la reelección, Alberto Núñez Feijóo, tan solo un día después de que Álvarez de Toledo llamara a Iglesias “hijo de un terrorista”.
El PP gallego manifestó en más de una ocasión su preferencia por que la portavoz en el Congreso no hiciera campaña para las autonómicas, como finalmente ha sucedido, aunque Feijóo, oficialmente dijo que Álvarez de Toledo podía participar “como cualquier otro militante”.
Casado mantiene su apuesta por la portavoz
Pese al descontento de los principales barones del partido Casado sí mantiene, en todo caso, su apuesta personal por la portavoz parlamentaria, que proviene de su misma familia política, la aznarista, vinculada a la Fundación FAES de Aznar, que ha salido a defenderla en las últimas semanas a través de sus encíclicas.
Álvarez de Toledo representa una de las patas en las que Casado sustenta su proyecto político, dentro del difícil equilibrio que mantiene entre las dos corrientes internas del partido: el ala moderada heredada de la época de Rajoy, y la facción más radical, un grupo de elegidos –entre los que está la portavoz en el Congreso– que ha acumulado mucho poder tras la victoria de Casado en las primarias. Con este doble juego que el presidente del PP niega públicamente –“No hay un PP duro y un PP blando, hay un PP, es un debate falso”, dijo el lunes 8 ante la Junta Directiva Nacional, el máximo órgano entre congresos–, Casado busca consolidarse como el verdadero líder de la oposición que frene la disgregación de la derecha en tres partidos –PP, Vox y Ciudadanos–, un objetivo que aún no ha conseguido tras casi dos años en el cargo.
Álvarez de Toledo defiende, en todo caso, que el suyo es un espacio centrista pese a que se le atribuye, incluso internamente, ese papel de representante del ala más derechista del PP y mantiene en ocasiones un discurso más próximo a la extrema derecha de Vox.