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El ciclo electoral tensa la convivencia entre el PSOE y Sumar

Pedro Sánchez, María Jesús Montero y Yolanda Díaz, durante un pleno del Congreso

Alberto Ortiz / José Enrique Monrosi

9 de abril de 2024 22:22 h

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Hace tiempo que las relaciones entre el PSOE y Sumar no son tan estrechas como prometía la escenificación del pacto de Gobierno en el Reina Sofía entre Pedro Sánchez y Yolanda Díaz. Con la legislatura en punto muerto y con una producción legislativa bajo mínimos, los socios de coalición llevan semanas enredados en rencillas que se ven azuzadas por un calendario repleto de citas electorales trascendentales.

Con esa maratón de elecciones de fondo, las continuas tensiones internas entre formaciones de izquierda como Compromís, los Comuns, Izquierda Unida o Más Madrid por la configuración orgánica de Sumar, e incluso por la negociación de las listas para la cita de las europeas, han propiciado el caldo de cultivo propicio para que afloren los nervios. Y por eso los de Yolanda Díaz se esmeran en marcar perfil propio y tomar distancias con su socio de Gobierno antes de tres comicios que , entre otras muchas cosas, determinarán el estado de salud del proyecto político de la vicepresidenta segunda.

En esos roces entre los de Sánchez y los de Díaz hay dos momentos de especial tirantez en los últimos meses. El primero, cuando estalló el denominado 'caso Koldo'. Tras la reacción del PSOE de expulsar del partido al que fuera su secretario de organización y todopoderoso ministro de Transportes, José Luis Ábalos, sentaron mal en las filas socialistas las críticas de sus socios a la “corrupción del bipartidismo”, en un intento de desmarcarse e igualar los casos del PP y del PSOE. Algo que en Ferraz recriminaron a Yolanda Díaz.

Y luego llegó el episodio de los Presupuestos. La decisión de los comunes de Ada Colau de no apoyar las cuentas de la Generalitat por incluir una partida a la construcción del conocido como “proyecto Hard Rock” tuvo un efecto dominó: conllevó el fin de la legislatura en Catalunya y la convocatoria de elecciones por parte del president, Pere Aragonés y, además, la paralización de la negociación presupuestaria en el Congreso de los Diputados.

“Nosotros sabemos lo que hemos hecho por intentar evitar el bloqueo, lo que no entendemos es lo que han hecho otros”, valoraron entonces desde la parte socialista del Ejecutivo para recriminar la actitud de los comunes como parte de Sumar.

Pero la decisión de Pedro Sánchez de abandonar la negociación para los Presupuestos de este año hasta que no se esclarezca el panorama electoral en Catalunya, algo que en la práctica deja en vía muerta buena parte de las medidas con las que Sumar contaba para sacar cabeza después de unos meses complicados, pilló en fuera de juego a los de la vicepresidenta segunda, que arremetieron públicamente contra esa decisión. 

El portavoz de Sumar, Ernest Urtasun, la calificó en aquel momento como una decisión “unilateral”. “En España la dependencia, la vivienda, los cuidados, los servicios públicos son cuestiones que no pueden esperar y necesitan que haya presupuestos”, se quejó también el portavoz parlamentario, Íñigo Errejón. 

Desde entonces, los choques entre los dos socios de gobierno han ido en aumento, aunque siempre con una dinámica parecida: es Sumar quien critica la falta de ambición del PSOE en determinados asuntos o quien se muestra directamente en contra de medidas que lleva adelante su socio de gobierno, como ocurrió hace apenas unos días con el puerto de Maó, en Menorca, que el ejecutivo ofreció a la OTAN como base logística.

“Es una temeridad”, dijo entonces Urtasun. Sumar trasladó una queja formal al Ministerio de Defensa. Y después el grupo parlamentario registró una batería de preguntas para pedir todas las explicaciones posibles al Gobierno sobre una decisión que enfadó especialmente a Izquierda Unida y los comuns, dos patas fundamentales del proyecto de la vicepresidenta segunda del Gobierno.

No es la primera vez que Sumar se queja formalmente dentro del Gobierno por decisiones de su socio. Ya lo hizo con el nombramiento de la directora del Instituto de la Mujer, Isabel García, a finales de diciembre. En aquellas semanas, los socios de coalición también chocaron durante la negociación de los decretos anticrisis. Después, cuando esas medidas fueron al Congreso, Sumar se quejó de la forma en la que el PSOE había negociado con el resto de grupos sin coordinarse con ellos. La única medida de las tres que decayó, de hecho, fue la que impulsaba el Ministerio de Trabajo y por el voto en contra de Podemos, la primera consecuencia práctica de la ruptura absoluta entre los de Díaz y los de Belarra que se plasmó con la salida de estos últimos al Grupo Mixto del Congreso. 

Pero Sumar no solo ha criticado en estas semanas decisiones de los socialistas con las que no están de acuerdo. También han cargado contra su socio por falta de ambición en algunas de las medidas que han decidido impulsar. El reconocimiento del Estado de Palestina, que figura en el acuerdo de Gobierno, es una de ellas. Aunque Pedro Sánchez se ha comprometido a impulsarlo antes del verano, la cuestión de Palestina genera otras tiranteces.

Ocurrió cuando elDiario.es desveló que el Gobierno seguía mandando munición a Israel a pesar de que había afirmado en público lo contrario. El grupo plurinacional registró también en esa ocasión una batería de preguntas para conocer todos los detalles del comercio de armas con el país de Oriente Medio pero Sumar también se movió dentro del Gobierno: el Ministerio de Derechos Sociales, que dirige Pablo Bustinduy, pidió a Exteriores una auditoría de ese intercambio comercial.

Yolanda Díaz llegó incluso a anunciar un viaje a Palestina hace meses que todavía no se ha concretado y ante el enfado del Ministerio de José Manuel Albares, que negó que se estuviera preparando ningún viaje. Recientemente, la vicepresidenta segunda insistió en que viajaría a ese país tanto si contaba con la autorización de Exteriores como si no. 

Uno de los problemas de los que se queja Sumar, y que también sufrió Unidas Podemos durante la legislatura pasada, es la dificultad del socio minoritario para reivindicar banderas con las que se termina quedando el PSOE. Y en ese campo el último ejemplo es reciente: la eliminación de las ‘golden visa’ que anunció Sánchez esta misma semana, una medida que algunos de los partidos que integran Sumar reclaman desde hace años.

Aunque oficialmente Sumar celebra la decisión de impulsar una medida así, formaciones como Compromís este martes rechazaron que el PSOE haga estos anuncios electoralistas. “Es verdad que el PSOE intenta apropiarse siempre de estas políticas”, se ha quejado su portavoz, Àgueda Micó.

Quizás por eso este lunes Yolanda Díaz lanzó un aviso al Partido Socialista de cara a la comparecencia de Sánchez este miércoles en el Congreso. En una entrevista en la Cadena SER pidió al presidente que actualice al 3% el IPREM, el indicador que marca el umbral máximo de renta de buena parte de las ayudas públicas, y amenazó con impulsar su subida sin el PSOE. 

Algunos dirigentes del grupo parlamentario reivindican que la alternativa progresista que se impuso el 23J lo hizo en forma de coalición. “Los Gobiernos de coalición no se salvan por separado”, reflexiona un diputado de Sumar, que entiende que el objetivo dentro de cuatro años es que la base de la coalición sea más amplia. “No se trata de morder hacia dentro sino hacia afuera”, sostiene. 

El grupo plurinacional quiere escenificar una mayor distancia con el PSOE en las próximas semanas, justo cuando la política entra en la fase final de la campaña vasca, a la que seguirán las catalanas y europeas. Por eso Yolanda Díaz ha delegado en Errejón toda la réplica al presidente del Gobierno, en la que, según adelantan fuentes de la coalición, serán recurrentes de ahora en adelante los reproches a su socio.

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