“La Presidenta”. ¿De qué? No lo pone. ¿De la Universidad Rey Juan Carlos? ¿Del máster de Derecho Público del Estado Autonómico? ¿Del Consejo Escolar? ¿De la asociación de alumnos y ex alumnos del Instituto de Derecho Público? ¿De la Comunidad autónoma de Madrid?
“La Presidenta”. Es el membrete mecanografiado, centrado en página, que aparece en los cuatro folios de su carta en la que renuncia a la utilización del máster, cuyo título logró con tantas facilidades.
Un título que nada tiene que ver con su estatus de “Presidenta”, si bien le permitieron, en su calidad de cargo político y público del PP, no asistir a clase ni a los exámenes, incluso al favor de recibir en su despacho de la Delegación del Gobierno al supuesto director del máster, Enrique Álvarez Conde, para decidir de qué versaría su Trabajo de Fin de Máster, de cuya existencia no hay rastro, como tampoco hay rastro del acto en el que dice haberlo presentado.
“La Presidenta”, que no alumna, porque se dirige a la ciudadanía como tal. Dice que renuncia al uso del máster, si bien no puede renunciar al título si realmente lo tiene por ser un acto administrativo. “La Presidenta”, que no alumna. ¿Eso quiere decir que cuando deje de ser presidenta madrileña volverá a utilizar el título, en tanto que no se define como estudiante, como alumna?
Pero, ¿quién es la Presidenta? En la carta al rector, a quien llama de tú, no aparece su nombre: María Cristina Cifuentes Cuencas. El papel, construido para la ocasión, ni concreta de qué es Presidenta la abajo firmante ni qué nombre y apellidos tiene: es una suerte de Presidenta anónima de un ámbito indefinido que vuelve a lucir su cargo en su último intento de escaparse del escándalo de su máster.