Ciudadanos quiere relanzarse sin renovar el proyecto y con todo fiado a la figura de Arrimadas

Carmen Moraga

25 de julio de 2021 21:43 h

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Ciudadanos no desfallece pese a todas sus dificultades. Inés Arrimadas ha advertido de que ni “tira la toalla” ni está dispuesta a “rendirse”. “No nos rendimos nunca. No se puede vencer a quien nunca se rinde”, señaló en su discurso de clausura de la convención política que acaba de celebrar su partido para relanzar el proyecto. El aviso no solo iba dirigido al PP de Pablo Casado ante su afán por 'fagocitarles', fue un mensaje a todos los que dan al partido “por muerto”, aclaran fuentes de la dirección, encantadas con el balance cosechado en ese cónclave. La cita logró uno de sus principales propósitos: colocar a la formación en el foco mediático justo cuando pasa por sus peores momentos, e impulsar la imagen de Inés Arrimadas, muy cuestionada por un sector del partido tras las sucesivas derrotas electorales y los errores de estrategia cometidos, como quedó patente después del fracaso de la moción de censura en Murcia.

La líder del partido necesitaba un baño de masas entre los suyos y fue la verdadera y casi única protagonista de las dos jornadas de “debate” de la convención -muy cuestionada por los Renovadores Cs, la plataforma crítica que asegura que la tan cacareada participación de los afiliados fue “fingida”. Unas jornadas que arrancaron precisamente con otro nítido recado a Casado: “No va a haber fusión con el PP”. Aunque el encargado de lanzar el aviso fue el vicesecretario y portavoz del partido, Edmundo Bal, convertido en el brazo derecho de la líder, Arrimadas también sentenció: “Vamos a mantener con independencia y autonomía este proyecto liberal”.

Tras ese encuentro, los dirigentes de Ciudadanos, además, creeen haber logrado otro de sus objetivos: que se visualice que el suyo es ante todo un partido de corte “liberal”, “progresista”, “de centro” y “europeísta”, diferenciado del de los “conservadores” y el de los “socialdemócratas”, las otras dos 'familias' a las que llamó Arrimadas a enterrar sus peleas y a “colaborar” para trenzar “consensos” e impulsar las reformas que en su opinión necesitan España y Europa.

Para reforzar ese carácter “liberal” de Ciudadanos, en el que insistieron machaconamente, la dirección de partido invitó a participar en una de las ponencias a Dacian CioloÈ™, el presidente de Renew Europe, el grupo liberal donde están integrados en Bruselas: “Lo ha dicho el presidente de nuestro grupo europeo. El liberalismo en España se llama Ciudadanos, no se llama PP. El PP es el partido conservador, que está en Europa en el grupo conservador”. “Uno no es lo que dice ser sino lo que te reconocen que eres desde fuera”, remarcó la líder.

Los dirigentes del partido, no obstante, niegan que definirse ahora como “liberales” y “progresistas” suponga una “novedad” o el regreso a los orígenes de aquel Ciudadanos que nació en 2006 como una formación que “bebía de las fuentes de la socialdemocracia”. “Mantenemos nuestro ideario de siempre”, afirman las fuentes consultadas, negando, por otro lado, que vayan a cambiar el nombre del partido, algo con lo que se ha especulado ante la degradación que sufre la marca. El fin de ese cónclave, señalan, no era ni cambiar de siglas ni renovar un proyecto que cree “absolutamente vigente”, sino “reafirmarse” en lo que son y afrontar el futuro “con ilusión”.

Pese a que lo más escuchado en las dos jornadas de la convención fue esa definición de “liberales” y “progresista”, la decisión de continuar manteniendo sus acuerdos con el PP contra viento y marea sin importarles los desplantes que les está haciendo desde hace meses el partido de Casado -el último, en el Ayuntamiento de Granada que han calificado de “chapuza”- les sigue situando en la foto de “las tres derechas”, un encasillamiento que rechazan. Pero la propia dirigente del partido parece dispuesta a enterrar sus cuitas con Casado y en la clausura del cónclave le pidió el “cese” de los ataques que le lanza a su partido para formar una alternativa al sanchismo, aunque cada uno en su sitio, con sus listas y con sus siglas.

El cambio en el ideario propiciado por Rivera

En la IV Asamblea General, celebrada en 2017, el expresidente del partido, Albert Rivera, eliminó las referencias a la socialdemocracia de su ideario político y se presentó como un partido “europeísta”, “liberal” y “progresista”, además de “aconfesional”, en lugar de “laico”. Sin embargo, la animadversión de Rivera hacia Pedro Sánchez –con el que intentó cerrar una investidura imposible en febrero de 2016– y su decisión tras las elecciones generales de 2019 de pactar prácticamente solo con el PP y vetar al PSOE puso también en cuestión su “progresismo”. Ciudadanos se convirtió en “la muleta” del partido conservador, con quien cerró varios gobiernos de coalición supeditados a Vox. La foto de Colón de febrero de 2019 de Rivera junto a Casado y el líder de Vox, Santiago Abascal –que sigue persiguiendo a Ciudadanos desde entonces– certificó de qué lado estaba el líder del partido. Rivera terminó sus días en política tras las elecciones del 10 de noviembre de ese mismo año dejando a Ciudadanos hundido, con tan solo 10 diputados y lejos de los 57 logrados en abril, solo unos meses antes.

Con ese lastre empezó hace ahora un año y medio Arrimadas su mandato como presidenta de la formación. La nueva líder intentó zafarse de esa imagen sentándose con el Gobierno de Sánchez a pactar tanto las medidas sanitarias y económicas tras el estallido de la pandemia como los Presupuestos Generales del Estado (PGE), que consideró “de emergencia”. Ese intento de acuerdo fracasó después de que Sánchez “prefiriera coger la mano de Otegi y Junqueras”, como lamentó en aquel momento y recuerda constantemente Arrimadas. Desde entonces, todo ha ido a peor para Ciudadanos.

En Catalunya, donde en 2017 lograron un hito histórico convirtiéndose en la primera fuerza política con 36 diputados, se han quedado con tan solo seis. Y la fallida moción de censura en la Región de Murcia que intentaron con el PSOE desencadenó un inesperado adelanto electoral en Madrid. El coste de esa estrategia errónea ha sido muy elevado para Arrimadas. No solo perdió el poder en Murcia, propiciando además que entrara Vox en el nuevo Gobierno del PP, sino que el partido quedó poco después sin representación en la Asamblea de Madrid, mientras las fugas al PP son constantes. Sus relaciones con el Gobierno están rotas y la buena sintonía con el PP se tambalea a pesar de que Arrimadas acudió a una comida con Casado para sondear sus intenciones y ver si limaban asperezas, dado que ambos partidos aún mantienen los gobiernos de coalición en Andalucía y Castilla y León.

Ahora, tras esta convención, los dirigentes insisten en que hay “un antes y un después” para la formación. Sus compañeros de la dirección afirman que están “muy orgullosos” del discurso que pronunció la líder como broche final al evento en el que durante la hora larga que duró no mencionó ni una sola vez a Rivera. “Es el mejor discurso que se ha escuchado en muchos años, un discurso de una dirigente nítidamente liberal que ha sido alabado por todo el mundo”, afirman.

Creen además que marcó muy bien sus diferencias y las cosas que les separan de la derecha y la extrema derecha: “Quienes quieran que haya matrimonio del mismo sexo pero también impuestos bajos; un partido europeísta pero que no quieren que se repartan los jueces y las teles; quienes quieren ecología pero también ayudas a los autónomos o quienes quieran poder poner fin a su vida dignamente, con una regulación garantista de la eutanasia, pero no quieren concesiones al nacionalismo, aquí tienen un partido moderno, reformista y que defienda la libertad siempre”, aseguró en su discurso de clausura, para concluir que solo si Ciudadanos consigue mantenerse en el tablero político habrá posibilidad de que se cierren “consensos” y se impulsen “pactos de Estado”. De momento, sin embargo, ha insinuado que sus nueve diputados no van a negociar las nuevas cuentas para 2022 con este Gobierno. Según adelantaba Arrimadas el pasado viernes, el presidente del Gobierno dejó claro cuando ella intentó pactar los anteriores presupuestos que había “elegido socios para toda la legislatura”. “Yo le tendí la mano pero lamentablemente Sánchez eligió ese otro acuerdo, cogió la mano de Otegi y de los independentistas. Yo me siento con la conciencia tranquila”, ha señalado.

En Ciudadanos insisten en que son ahora más necesarios que nunca. “Somos un partido imprescindible”, dijo Arrimadas, apelando a los votantes del PSOE “que no se ven representados por lo que está haciendo Sánchez”, y a los que se sienten conservadores pero que tampoco ven en el PP su modelo, para volver a ser un partido “bisagra” capaz de cerrar acuerdos a “derechas e izquierdas”. Con ese afán esperan sobrevivir en las próximas citas electorales para evitar pactos con “los extremos”, donde sitúa a Podemos -partido al que Ciudadanos denosta- y “los independentistas”, por un lado, y a Vox, por otro. Una estrategia que ya utilizó Arrimadas en la campaña de las recientes elecciones madrileñas y no le funcionó.

Así que a partir de ahora Ciudadanos intentará remontar el vuelo dejando que todo el protagonismo recaiga sobre la figura de la líder, en la que han depositado todas sus esperanzas de supervivencia. De hecho, Arrimadas no para de conceder entrevistas y está realizando estos días una gira por radios y televisiones para ganarse de nuevo el respaldo de los 'sherpas' -aquellos apoyos mediáticos que Rivera lamentó haber perdido- y de los empresarios que ayudaron en su día al fundador y luego le dejaron caer.