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El control de la candidatura de Podemos en Madrid reabre la bronca interna en el partido

Pablo Iglesias, Íñigo Errejón, Irene Montero y Ramón Espinar (como senador), en el Congreso de los Diputados.

Aitor Riveiro

El caso Cifuentes amenaza con precipitar la campaña de las elecciones de la Comunidad de Madrid, que se celebrarán en mayo de 2019. Los partidos comienzan a preparar sus engranajes internos mientras se fajan en la batalla política y mediática por derribar a la presidenta regional, Cristina Cifuentes, acorralada por las falsedades del máster universitario que cursó, supuestamente, en 2012. En Podemos, cuya organización madrileña vivía una relativa calma, se ha reavivado la bronca interna a cuenta del control de la candidatura y de los tiempos para definirla. Una pelea que ha emergido a la superficie y que ha empujado al secretario general, Pablo Iglesias, a exigir la paz en uno de sus territorios más convulsos.

Pablo Iglesias e Íñigo Errejón pactaron tras Vistalegre 2 que el antiguo número dos del partido liderara la candidatura en la Comunidad de Madrid. El acuerdo, negociado mano a mano y sin testigos, permitiría a Errejón poner en práctica sus tesis, derrotadas en la II Asamblea Ciudadana, y garantizaba a Iglesias que uno de sus referentes con más tirón en prensa, y a la interna, no iba a operar para socavar su liderazgo.

Un año y dos meses después, las diferencias entre el secretario general autonómico, Ramón Espinar, y el previsible candidato, Íñigo Errejón, han aflorado. Aunque las dudas y riesgos siempre estuvieron ahí.

El aterrizaje de Errejón en la Comunidad de Madrid ha sido silencioso. Aconsejado por personas conocedoras de la política regional el todavía diputado nacional ha optado por trabajar el territorio y limitar su presencia en los medios. Errejón evitaba así ser utilizado como elemento antagónico de Iglesias pero, también, sorteaba las decisiones de la dirección que pudiera no compartir.

Los planes para ratificar a Errejón como candidato han ido cambiando con el paso del tiempo. En 2017 se interpusieron las mociones de censura a Mariano Rajoy y Cristina Cifuentes.

El futuro candidato contaba con permanecer fuera del radar el máximo tiempo posible, cocinar “a fuego lento” su candidatura, como suele explicar. Pero el cerco a la presidenta regional por la corrupción, primero, y por el máster fraudulento, ahora, le han devuelto de forma definitiva a la primera línea.

La moción de censura que liderará el portavoz del PSOE en la Asamblea de Madrid, Ángel Gabilondo, quien se perfila como principal rival de Errejón en 2019 y, a la vez, como aliado obligatorio para gobernar la Puerta del Sol, ha terminado de precipitar los hechos.

El secretario general autonómico, Ramón Espinar, planteó este miércoles ante el Consejo Ciudadano Autonómico (el CCA) la necesidad de ratificar ya a Errejón como candidato y dejar para más adelante, incluso otoño, la convocatoria de unas segundas primarias para confeccionar la lista de Podemos. En un tercer capítulo habría que configurar las alianzas programáticas y electorales con IU, Equo y demás partidos llamados a confluir.

La propuesta de Espinar era toda una novedad en Podemos. Nunca, en ningún proceso, se ha hecho así. De aprobarse hubiera restado a Errejón capacidad para elegir al equipo que le acompañará en la Asamblea de Madrid la próxima legislatura, algo que el futuro candidato rechaza.

El debate del CCA modificó la propuesta, pese a que Ramón Espinar cuenta con una mayoría holgada para aprobar sus directrices. La decisión final deja abiertas las opciones. Las primarias se celebrarán de forma inminente, posiblemente en mayo, pero está por determinar si se harán con la fórmula habitual (simultánea) o por separado. Es decir, una patada hacia adelante que permite seguir negociando a las partes.

Tras la reunión del CCA, en declaraciones a los medios, Espinar dejaba clara su preferencia por una elección separada. “El candidato es lo más urgente”, apuntaba.

Íñigo Errejón tiene claro qué quiere. Así lo dijo el jueves en el Congreso de los Diputados: “Voy a liderar un proyecto integral. Estoy convencido de que vamos a llegar un acuerdo y a hacer las cosas bien. Quiero un proyecto serio, en el que la persona que encabeza, el equipo y los términos van juntos y de la mano”.

Errejón evitó responder si se presentaría a las primarias incluso en caso de que al final se elija por separado al número uno y al resto de la lista. Se limitaba a descartar cualquier opción que no fuera simultánea.

A última hora de la mañana el secretario general terciaba ante la creciente tensión entre quienes están llamados a entenderse y liderar el asalto a una de las plazas más jugosas, por presupuesto y presencia mediática: la Comunidad de Madrid.

Pablo Iglesias, sin dar nombres, señalaba: “La gente no va a consentir ni media tontería”. Y que los inscritos de su partido “no van a permitir que nadie se dedique a marear la perdiz ni a tonterías”.

La tercera pata de Podemos en Madrid, Anticapitalistas, reclama también que se centren los esfuerzos en Cristina Cifuentes y en desbancarla. La portavoz del partido en la Asamblea, Lorena Ruiz-Huerta, pertenece precisamente a este sector y plantea postularse como rival de Errejón.

La disputa de fondo, según reconocen desde todos los sectores, no está tanto en el número uno como en el resto de la lista. Separar ambas primarias podría permitir a Espinar controlar una candidatura más allá de la cabeza de cartel. Y viceversa: hacerlo a la vez obligaría a un pacto previo a dos (o a tres) que daría a Errejón capacidad de maniobra para articular un círculo propio de confianza.

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