De “derogar el 'sanchismo'” a buscarlo a la desesperada. Alberto Núñez Feijóo se veía en la Moncloa. Tenía ya pensada una parte de la estructura del Gobierno e incluso los nombres de algunos ministros. Y, a pesar de que el 23J le ha cortado el paso, el líder del PP quiere mantener vivo el relato de que tiene opciones de ser presidente con el actual arco parlamentario. Primero lo hizo con una pirueta imposible al intentar aglutinar a Vox, PNV, UPN y Coalición Canaria, que los nacionalistas vascos habían descartado anteriormente, pero que Andoni Ortuzar la confirmó por teléfono. Y ahora lo hace con una apelación al PSOE, que le ha vuelto a dejar claro por activa y por pasiva que “no es no”.
Feijóo ha cambiado su discurso en tiempo récord. En una misma intervención ante la cúpula de su partido en plena resaca electoral, se refirió al “Gobierno 'sanchista'” –al que quería expulsar con el apoyo de Vox– para después asegurar que en las urnas se había producido una “subida de los grandes partidos de Estado”. PP y PSOE son los únicos que ganan votos respecto a 2019.
El culmen de la modulación discursiva llegó al día siguiente cuando Feijóo, tras la visita al apóstol en el Día de Santiago, volvió a referirse al PSOE como “partido de Estado”: “Los partidos de Estado han ganado en apoyos, han ganado en votos y tenemos un resultado muy importante”. “Entiendo que en los primeros días de agosto tendremos que hablar con el PSOE”, agregó Feijóo, que intenta mantener la presión sobre los socialistas para que le permitan gobernar.
El primer aviso de Ayuso
La rebaja del tono de Feijóo ha pillado con el pie cambiado a buena parte de los dirigentes del PP, que seguían en modo 'atacar al sanchismo’. De hecho, el presidente andaluz, Juanma Moreno Bonilla, volvió a utilizar la expresión ante la cúpula del PP regional horas después de que el gallego la borrara.
La presidenta madrileña, Isabel Díaz Ayuso, no ha dudado en marcar distancias con su jefe de filas y lanzarle advertencias en contra de la estrategia. “No todo el mundo en el PSOE está a la altura y no es de Estado”, dijo en una rueda de prensa este miércoles. “Con el desastre no hay que pactar”, avisó a Feijóo. “Este PSOE no es ni mucho menos el que otros recuerdan de otras décadas. Va a ser francamente difícil conseguir el apoyo del PSOE en nada porque su único objetivo es echar al PP de las instituciones”, añadió la presidenta madrileña, que ya ha anticipado la que debe ser la estrategia del PP en el Senado, donde tiene mayoría absoluta: la guerra institucional al futuro Gobierno, que ha dado por hecho que será de Sánchez con el apoyo de Otegi –a quien ha asegurado que los socialistas harán lehendakari– y también con Carles Puigdemont, que está convencida de que ya tiene un pacto cerrado.
Feijóo ha vuelto a calificar al PSOE como “partido de Estado” tras haberlo cuestionado hasta el punto de alentar la conspiración del voto por correo, que finalmente marcó un récord de distribución y entrega. Y es que la estrategia del gallego desde que llegó a Génova ha sido prácticamente idéntica a la de su antecesor, Pablo Casado, en el intento por deslegitimar al Ejecutivo.
Cuando Feijóo se hizo con las riendas del PP en abril del pasado año, en Moncloa esperaron un cambio en el principal partido de la oposición. Al tiempo que les preocupaba que los conservadores pudieran recuperarse electoralmente, consideraban que podrían llegar a acuerdos que se habían antojado imposibles en la etapa anterior. En concreto, creyeron que había llegado el momento de renovar el Consejo General del Poder Judicial (CGPJ). Con ese ánimo comenzaron las negociaciones, pero pronto se dieron cuenta de que no había nada que hacer: Feijóo rompió unilateralmente las conversaciones y cumplió su objetivo de mantener el bloqueo del Poder Judicial hasta las generales con la intención de renovarlo una vez en el poder. El cambio de gobierno de los jueces tendrá aún que esperar.
La del Poder Judicial fue la primera ruptura, pero la ofensiva continuó al comenzar el nuevo curso político al mantener el choque total con el Gobierno, que se evidenció entonces con el voto en contra del decreto de ahorro energético y el marcaje a siete ministros. Tampoco ha dudado en sembrar dudas sobre la gestión del Gobierno en Bruselas aprovechando que era una de las esperanzas de un Partido Popular Europeo cuya cúpula está a la gresca con la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen.
Aunque en las votaciones en el Congreso durante la legislatura el PP ha coincidido en un 42% con el PSOE, en cuestiones clave ha permanecido al margen –fue el primero en desmarcarse del consenso del estado de alarma en lo peor de la pandemia–, a excepción de la ley del ‘solo sí es sí’ en la que apoyó la modificación impulsada por el PSOE en contra del criterio de Unidas Podemos. Los conservadores aprovecharon para profundizar en la grieta abierta entre los socios de la coalición.
“Los pactos de Estado llegarán con otro PSOE”, llegó a advertir Feijóo el pasado otoño. Y es que el líder del PP ha tenido que improvisar toda su estrategia después de las generales. Él contaba con una crisis en el PSOE, similar a las de 2016, que le permitiera sacar adelante la investidura sin las ataduras de Vox. “Si Emiliano García-Page fuese secretario general, no sería tan incisivo preguntándome si es posible que el PSOE se abstuviera”, respondió a un periodista de Onda Cero en la recta final de la campaña.
Una vez descartada esa opción dentro del PSOE, han sido Vox y Ayuso los que han alentado la posibilidad de explorar las posibilidades de una suerte de ‘tamayazo’ en el que unos cuantos diputados díscolos le dieran la investidura. La 'número dos' de Feijóo, Cuca Gamarra, ha desechado esa opción.
Ante la posible interpelación, deslizada de forma irónica por el portavoz de la extrema derecha, Iván Espinosa de los Monteros, el secretario de Organización del PSOE de Castilla-La Mancha, Sergio Gutiérrez, les ha pedido que no alienten “ni intrigas, ni operaciones turbias” con Page. “Están proponiendo un insulto a los socialistas y a los demócratas de España. No hay ninguna posibilidad de que el PP tenga la más mínima credibilidad al pedir que gobierne la lista más votada, porque la perdieron cuando naturalizaron sus pactos con Vox”, aseveró.
“Feijóo está tocado de muerte”
En el PSOE ni siquiera se toman como una propuesta seria el planteamiento de Feijóo de que sean ellos quienes propicien la investidura del PP como presidente, y recuerdan que fue el propio PP de la mano de la ultraderecha quien planteó la cita del 23J como un plebiscito sobre el 'sanchismo' que ahora han perdido.
“Han perdido pero intentan que parezca que no han perdido”, resumen en la dirección socialista, donde interpretan los mensajes contradictorios de los populares tras el shock de las elecciones como una mera “estrategia política de supervivencia”.
“Está intentando no precipitar su caída brusca”, apuntan en Ferraz, donde dan por hecho incluso que los días del político gallego al frente del PP están contados. “Feijóo está tocado de muerte, ya hemos visto las declaraciones de Esperanza Aguirre [situando a Ayuso como la líder del PP]. La verdad es que no lo vemos sentado en la oposición en el Congreso esta legislatura porque él ya dijo que no se presentaría a las siguientes si perdía. Creemos que es Ayuso la que se va a presentar”, vaticinan los socialistas.
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