Díaz Ayuso se suma a la trivialización del Holocausto en beneficio propio
Ha sido la semana incendiaria de Isabel Díaz Ayuso. Lo son casi todas. La hipérbole no es patrimonio exclusivo de ningún partido político en España, pero hay un patrón en las declaraciones de la presidenta de Madrid. La izquierda representa todos los males que aquejan a la humanidad –el hambre, la pobreza, el comunismo, el ateísmo...– y no hay límites a la hora de establecer esas comparaciones. No hay cadáver o desgracia que no intente rentabilizar en beneficio propio.
Díaz Ayuso fue más lejos que nunca el martes en el discurso del acto para conmemorar el Holocausto en la Asamblea de Madrid. Uno de los mensajes habituales en estas ocasiones se resume en dos palabras: nunca más. Dejar claro a la gente en cualquier país del mundo que algo así nunca debería repetirse.
Por el contrario, para la presidenta madrileña, la prioridad era definir a sus rivales políticos en España como una amenaza tan peligrosa como la que supusieron los nazis en los años 30 y 40. Y manipular la idea bien conocida de que el Holocausto no comenzó con el exterminio de judíos, sino mucho antes, cuando fueron señalados como enemigos de la sociedad, comparados con animales inmundos y perseguidos por su identidad étnica o religiosa.
“Todo tiene un origen”, dijo en el discurso. “La Shoá no comenzó con la Solución Final. Empezó con el señalamiento, la criminalización, la deshumanización y la discriminación. Ejerciendo y fomentando desde el poder público y con los recursos del Estado. Como sigue pasando hoy por todo el mundo, también en España, en escuelas públicas, en entornos vecinales, en algunas calles, plazas”.
Los colectivos antivacunas, la mayoría de ellos de extrema derecha, hicieron algo parecido en manifestaciones en varios países europeos durante la pandemia. Se colocaban estrellas amarillas en la ropa para hacer creer que las normas del confinamiento o la recomendación de vacunarse eran medidas que recordaban al señalamiento de los judíos por los nazis. En Alemania, algunas de esas estrellas llevaban inscrita la palabra 'ungeimpft' (sin vacunar) en vez de la palabra 'judío'.
“Comparar estas dos cosas (la persecución de los judíos y las medidas contra la pandemia) no sólo es un escándalo moral, sino que representa un intento de reducir la enormidad del Holocausto”, dijo la organización judía ADL.
Ayuso también se propuso rentabilizar la tragedia en su favor. Vino a decir que los conflictos políticos en España son comparables a lo que ocurrió en Alemania y otros países antes de que comenzaran a funcionar las cámaras de gas. Evidentemente, los que perpetran esos actos quedan deslegitimados para jugar un papel político y social relevantes en una democracia. Y es ella la que decide quiénes están en ese campo odioso.
Frivolizar el acontecimiento más terrible del siglo XX, cuyos antecedentes se encuentran en siglos de persecución de los judíos en Europa, convertirlo en otro de los gags con los que los políticos se afanan en cazar titulares, es un flaco favor a la conmemoración de ese genocidio.
“No es lo mismo usar la memoria del Holocausto para avisar de que puede volver a pasar, como hacían supervivientes como Elie Wiesel o Marian Turski, que usarla para ganar un punto en el debate público. Ayuso hizo claramente lo segundo”, ha escrito el periodista Ricardo Dudda.
Precisamente, a Elie Wiesel, que sobrevivió a Auschwitz y Buchenwald, le preguntaron en varias ocasiones hasta dónde se pueden llevar los símiles con esa época y esos hechos históricos. Algo exasperado por su uso constante en todo tipo de polémicas contemporáneas, dijo que esa trivialización conseguía que la palabra hubiera perdido una parte de su valor. “No puedo usarla más. En primer lugar, porque no hay palabras (para describir un horror de tales dimensiones) y también se ha trivializado tanto que no puedo usarla. Siempre que ocurre un percance, lo llaman un holocausto”.
Intentar rentabilizar el Holocausto en su favor ha sido siempre una táctica frecuente en el primer ministro israelí, Binyamín Netanyahu, para denunciar el programa nuclear iraní. Wiesel tampoco lo aceptaba por mucho que fuera el Estado de Israel el amenazado.
“Sólo Auschwitz era Auschwitz”, solía decir. Desde luego, se han producido otros genocidios, antes y después de la Shoá, pero al menos en la cultura europea, que a mediados del siglo XX se creía a salvo del salvajismo de siglos anteriores, el Holocausto tiene rasgos únicos.
Todas esas consideraciones son secundarias para Díaz Ayuso. Lo que necesita es encontrar la frase en cada ocasión que la mantenga en la posición de principal azote de la izquierda. El terrorismo de ETA y las centenares de víctimas a las que eliminó son también campo abierto para su negociado político. En la sesión de control de la Asamblea del jueves y para responder al portavoz socialista, acabó su turno diciendo: “Creo que lo único que les queda por decirles es: que les vote Txapote”.
Los diputados del PP aplaudieron calurosamente ante otra demostración del ingenio de su líder. Seguro que lo traía preparado y escrito de su despacho.
El etarra Txapote, Francisco Javier García Gaztelu, fue condenado por los asesinatos de Miguel Ángel Blanco y Gregorio Ordóñez. La hermana de este último respondió así a Ayuso: “Las víctimas merecemos ser tratadas con respeto, banalizar con un hashtag al asesino de tantos inocentes, entre ellos de mi hermano Gregorio Ordóñez, demuestra su falta de principios y lo poco que le importamos”.
No es la primera vez que Ordóñez reprocha a Ayuso que se sirva de las víctimas de ETA en favor de su forma de hacer política y de alcanzar notoriedad entre sus votantes y una amplia cobertura en los medios de comunicación. Es evidente que a la presidenta madrileña le trae sin cuidado. La construcción y fortalecimiento de su imagen política está por encima de cualquier otra necesidad. Si seis millones de judíos asesinados pueden formar parte del argumentario propagandístico de Ayuso, es difícil evitar que centenares de víctimas de ETA corran el mismo destino.
Las víctimas del terrorismo son sólo los personajes secundarios a los que se incluye en la obra teatral de la que ella es protagonista exclusiva, aunque es probable que el libreto se lo escriban otros.
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