Martes 20 de junio. El pacto del PP con Vox para gobernar la Generalitat Valenciana lleva una semana en el centro del debate político nacional. El acuerdo genera un gran impacto por la rapidez y por la cantidad de cesiones a la ultraderecha: la presidencia de les Corts, la vicepresidencia del Consell y las competencias de Cultura, Justicia, Interior y Agricultura. Con un torero como vicepresidente y con la asunción de la agenda ultra en materias como violencia machista, ocupación, aborto o memoria. Pero, justo ese día, los focos giran de Valencia a Extremadura.
“Yo no puedo dejar entrar en mi gobierno a aquellos que niegan la violencia machista, que deshumanizan a los inmigrantes o que tiran a una papelera la bandera LGTBI”. La líder del PP extremeño, María Guardiola, emerge con voz propia en mitad de la precampaña del 23J para desmarcarse de la tendencia generalizada entre los populares de pactar sin complejos con la ultraderecha y a cambio de lo que sea para gobernar en coalición allá donde haga falta. “Lo único que tengo es mi palabra”, dijo Guardiola en una comparecencia que dejaba por los suelos a su colega valenciano, Carlos Mazón. La dirigente extremeña aún no lo sabía, pero solo quedaban diez días para que las presiones de la dirección nacional de su propio partido, auspiciadas por Ayuso y Vox, consiguieran torcerle el brazo.
El posicionamiento de Guardiola respecto a Vox no era nuevo. Ante el reto de arrebatarle al PSOE el poder en uno de sus feudos tradicionales, había escenificado en su carrera a la Junta un perfil centrista en línea con el liderazgo de Juanma Moreno en Andalucía y con el mismo objetivo que éste: atraer al votante descontento con los socialistas. En los meses previos al 28M su distanciamiento había sido explícito con los postulados de los de Abascal en asuntos como la violencia machista, el derecho al aborto o los derechos del colectivo LGTBI. Y, por eso, a la líder del PP en Extremadura no le cogieron por sorpresa las campañas de desprecio que la ultraderecha intensificó hacia ella y su equipo.
“La rubita de Extremadura se dispone a ceder a los socialistas el Gobierno extremeño para no depender de Vox”, dijo en una web ultra el columnista Alfonso Ussía 48 horas después de las elecciones y tras hacerse eco de un bulo lanzado por otro propagandista ultra en redes sociales. En su programa de radio, el locutor Federico Jiménez Losantos tampoco escatimó insultos. “Vete a Sumar, o vete a fregar, o vete a escardar, o vete a aprender a leer”, le dijo en referencia a su defensa de la lucha contra la violencia machista. Desde la cuenta oficial de Vox en Twitter publicaron un fotomontaje con la política del PP ante el logo del PSOE: “Si quiere que todo siga igual e insulta a los votantes de Vox como hacen los satélites de la izquierda, pues pacte con la izquierda. Nadie notaría la diferencia”, decía el tuit.
Guardiola pensaba entonces que, en paralelo al aluvión de ataques e insultos de la ultraderecha, contaba con el respaldo de su partido para seguir adelante con su propio plan, tal y como había sostenido en público el portavoz Borja Sémper. Pero se equivocaba.
Sus palabras sobre Vox habían generado inquietud en algunos líderes territoriales pendientes también de cerrar sus acuerdos de gobierno, como Jorge Azcón en Aragón o Marga Prohens en Baleares. En Valencia, Carlos Mazón se había sentido directamente atacado. Todos hicieron llegar a la calle Génova su malestar por permitir que la líder de Extremadura hiciera “lo que le daba la gana” y trasladaron un mismo mensaje: “Lo está poniendo todo en riesgo”.
La candidata a la presidencia de Extremadura, entretanto, protagonizaba una gira mediática con entrevistas en directo en radios y televisiones acaparando todo el foco de la política nacional. “Ha nacido una estrella”, dijo Ana Rosa Quintana tras entrevistarla. “Insólito, una candidata manteniendo su palabra”, alabó también el periodista de Onda Cero, Carlos Alsina. Poco iba a durar todo eso.
Desde la dirección nacional del PP, donde también había preocupación por el nivel de decibelios que empezaba a alcanzar el choque con Vox en plena cuenta atrás para las generales, dieron el primer aviso a Guardiola. “Deja de hacer entrevistas”, le ordenó el vicesecretario general de organización, Miguel Tellado, un dirigente de perfil político bajo pero que es la persona a la que Feijóo encarga la solución de los problemas, ahora en Madrid y antes en Galicia.
Cuando María Guardiola viaja el día 23 como invitada a la toma de posesión de Isabel Díaz Ayuso ya sabe que también tiene a la presidenta madrileña enfrente pero lo que vive esa jornada se lo termina de dejar claro. Uno de los presentes resume lo que, a su juicio, significó para la política extremeña acudir a aquel acto: “Fue una encerrona, le cantaron las cuarenta”. Sin apenas interacción con la propia Ayuso, que según los presentes hizo por evidenciar su tirantez, sí se dirigieron a Guardiola un buen número de compañeros del partido y de miembros de la dirección para exigirle que bajara el tono con Vox y recondujera las negociaciones con urgencia. Algo que le transmitió también el propio Feijóo en persona.
En la Puerta del Sol y justo en el lugar de la plaza por el que salió de la Real Casa de Correos la candidata extremeña, un pequeño grupo de personas la espera para insultarla. Indignación espontánea o no, coincide que hay una cámara de OkDiario para grabar el momento: “¡Sinvergüenza, resuelve lo de Extremadura!”, le gritan. Horas más tarde, interviene incluso Esperanza Aguirre, sin cargos ya en el PP pero alineada desde siempre con el ala más dura del partido. Envía a Guardiola un mensaje nítido a través de WhatsApp: “No antepongas Extremadura a España”. Todo el mundo entiende en el Partido Popular que Aguirre trabaja para Ayuso.
La presidenta de la Comunidad de Madrid, fuera del foco mediático nacional durante semanas y opacada por voces como la de María Guardiola a pesar de su mayoría absoluta, esperó a darle su opinión al día siguiente a través de la portada del periódico El Mundo. “En este momento decisivo para España hay que encontrarse con Vox pese a discrepar”, se titulaba la entrevista. En el subtítulo, apostillaba: “Sería una pena que no consiguieran el cambio”.
Durante ese fin de semana también OkDiario hace público un audio privado del principal asesor de María Guardiola, Santiago Martínez-Vares. En ese audio filtrado, el CEO de la empresa Rebellious Words responde a su interlocutor tras una campaña de acoso de la ultraderecha que implica a familiares directos como el hijo y el padre de Martínez-Vares: “A partir de hoy no tengo otra obsesión en mi vida que acabar con Vox”, se defiende en ese audio. El entorno mediático de la ultraderecha lo señala como el responsable de potenciar el “perfil izquierdista” de la política que les niega la entrada en el Gobierno. El equipo de Rebellious Words, tras el éxito cosechado en las elecciones autonómicas, niega tener ningún papel en las negociaciones pero anuncia ese mismo día que deja de asesorar a Guardiola para “no perjudicarla”.
En paralelo a la ofensiva simultánea de Vox, de Ayuso y de la dirección nacional de su propio partido, la líder del PP extremeño decide convocar una Junta Directiva Regional para abordar el estado de las negociaciones para formar gobierno. Pero en la calle Génova vuelven a levantar el teléfono. El hombre para todo de Feijóo, Miguel Tellado, le traslada su enfado por haber tenido conocimiento de esa convocatoria a través de la prensa y le exige que la desconvoque.
En esa conversación sobrevuela la división interna del propio PP de Extremadura y la hipótesis de que ella pueda perder el control orgánico de la formación que dirige. Guardiola cancela la cita y manda una carta a los afiliados en la que dice, principalmente, dos cosas. Ser “muy consciente” de que resulta “imprescindible” el “acuerdo con la formación de Vox en Extremadura”, y que “nada ni nadie” debe desviar a los populares del “reto más inmediato” de llevar a Feijóo a la Moncloa.
Es la primera vez que Génova tuerce el brazo a Guardiola, pero no va a ser la última. Durante esos días la presión del equipo de Feijóo sobre la dirigente extremeña es incesante. Incluso el propio líder del PP la desacredita en público y se refiere a sus palabras sobre Vox como una “reacción de forma inadecuada” durante su entrevista en 'El Hormiguero'.
Ya sin sus asesores, la orden que le trasladan el coordinador general, Elías Bendodo, y el vicesecretario de organización, Miguel Tellado, es la de cerrar cuanto antes un acuerdo de gobierno con los de Abascal. Tellado le escribe por Whatsapp: “Se acabó el debate de Extremadura, ahora solo toca hablar de Sánchez”.
La presidenta del PP de Extremadura amaga con presentar su dimisión en varias ocasiones y llega a ser, de hecho, una decisión esperada por mucha gente del partido. Sin embargo, a mediados de semana sale en la Asamblea y dice ante la prensa: “Vox es un partido constitucional con el que me quiero poner de acuerdo”. La rectificación estaba en marcha.
Viernes 30 de junio. María Guardiola comparece con gesto muy serio ante los medios junto al líder regional de Vox, Ángel Pelayo Gordillo. Acaban de firmar un acuerdo para gobernar en coalición sellado la víspera. Se estrechan la mano. La líder del PP de Extremadura será presidenta de la Junta y tendrá sentada a la ultraderecha en su Consejo de Gobierno. “Mi palabra no es tan importante como el futuro de los extremeños”, dice. También sostiene públicamente que no ha recibido presiones de nadie. Palabra de María Guardiola.
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