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Los ejércitos se rearman en plena guerra fría entre Susana Díaz y Ferraz

La secretaria general del PSOE-A, Susana Díaz, en una foto de archivo en el Pleno del Parlamento.

Irene Castro

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El hacha de guerra está enterrada entre Ferraz y Susana Díaz desde hace tiempo, pero las miradas de reojo nunca han cesado y los movimientos de peones entre los distintos bandos del PSOE se han incrementado en los últimos meses. Pedro Sánchez se mantendrá al margen, según aseguran en Ferraz, donde no pasan por alto las maniobras de unos y otros en la antaño todopoderosa federación andaluza que tantos quebraderos de cabeza les dio hace apenas cuatro años. Pero tampoco va a dejar pasar la dirección federal la oportunidad de achicar el espacio de la expresidenta regional, a la que señalaron la puerta de salida al día siguiente de las elecciones andaluzas de hace casi dos años, mientras observan cómo se van rearmando los ejércitos.

Tras la pérdida de la Junta de Andalucía, la rocosa federación andaluza comenzó a fragmentarse. Díaz mantiene una intensa agenda para intentar mantener prietas las filas, pero el sector crítico ha ido creciendo. La expresidenta no está acostumbrada a que le planten cara los suyos. Tras su derrota en las primarias frente a Sánchez y con la salida de San Telmo se deshizo de quienes dentro de su equipo le plantearon algún tipo de objeción a la estrategia. A eso le siguió la pérdida de poder orgánico durante la elaboración de las listas electorales: varios secretarios provinciales optaron por pactar con Sánchez, a pesar de Díaz, y Ferraz le impuso directamente algunos nombres. Y, recientemente, tuvo que escuchar una retahíla de reproches en una reunión de parlamentarios socialistas andaluces que hasta ahora eran para ella un paseo militar.

Díaz, que asegura constantemente que tiene una excelente relación con Sánchez, ha reforzado su estrategia de oposición contra el Gobierno del 'popular' Juan Manuel Moreno Bonilla –que preside la comunidad en coalición con Ciudadanos y gracias al apoyo de Vox–, que era una de las principales críticas que le hicieron llegar en esa reunión de diputados y senadores. Pero lo que había en el fondo era la pugna por el futuro liderazgo del PSOE de Andalucía (PSOE-A), una batalla soterrada en plena guerra fría entre Díaz y Ferraz. “Cuando llegue la hora, habrá procesos orgánicos –dijo la expresidenta al acabar la reunión–. Ahora tenemos que estar donde están los problemas de los andaluces, que es donde la gente nos quiere ver, en eso está la dirección del partido y todo el conjunto de la organización”.

A pesar del llamamiento a la paz interna, quienes la conocen aseguran que no ha perdido de vista la pelea orgánica y dan por hecho que luchará hasta el final. También en la cúpula socialista creen que Díaz no se echará a un lado ni aceptará una salida pactada salvo que vea el futuro muy negro. Y el sector crítico también ha ido tejiendo una red en distintas provincias para ir planteando una alternativa a la actual secretaria general, a la que ven quemada tras haber perdido la Junta por primera vez en casi cuatro décadas de poder ininterrumpido del PSOE y con pocas expectativas de poder gobernar en el hipotético caso de mejorar el resultado por su mala relación con Teresa Rodríguez y la fragmentación general de los partidos a su izquierda. El cambio en el PSOE andaluz va ganando cada vez más adeptos –uno de los últimos en reconocer en una entrevista en una televisión local que es necesaria una cara que “genere ilusión al PSOE-A” fue Paco Reyes, el líder de los socialistas en Jaén, una de las provincias más disciplinadas–. Sin embargo, la oposición interna a Díaz no es un bloque monolítico sino que está integrado por muy distintas sensibilidades.

La intención que tienen por ahora es ir abonando el terreno y dejar para el último momento la elección del que sería el cabeza de cartel que se enfrentaría a Díaz. Dentro de ese sector crítico hay quienes aseguran que aún no hay nada decidido –una parte del sanchismo es incluso partidaria de dejar que la expresidenta caiga por sí sola en las próximas elecciones–, pero hay quienes ya están moviéndose con ninguna intención de dar un paso atrás. Por ahora el que se ha convertido en el cabeza más visible de ese movimiento ha sido el diputado jienense en el Congreso Felipe Sicilia después de que El Diario Sur publicara unas declaraciones suyas en las que no descartaba presentarse a las primarias para liderar la federación andaluza.

Sus palabras no sentaron bien en una parte del PSOE andaluz que considera que no es el momento de entrar en la batalla orgánica y también apuntaron al apoyo de que tiene Sicilia de la vicesecretaria general, Adriana Lastra. En Ferraz sostienen que no se van a meter en la batalla del PSOE andaluz. “Decidirán los militantes” es la consigna oficial, pero también lo que han asegurado destacados dirigentes en los últimos meses.

En medio de esas maniobras, se ha producido el descabalgamiento del secretario general del PSOE en Linares, Dani Campos, tras la dimisión de más de la mitad de la Ejecutiva local. El propio Campos no ha dudado en asegurar que se trata de un aviso por su apoyo explícito a Sicilia. “Nadie podrá ponerle puertas ni al cambio y ni a la voz de la militancia”, afirmó, ante su salida del cargo. En las filas del PSOE andaluz consideran, sin embargo, que han sido muchos los factores que han provocado esa situación que ha derivado en la creación de una gestora que se hará con las riendas de la agrupación hasta que se elija un nuevo secretario general. En la cúpula socialista aseguran que el proceso no se prolongará más allá de los 90 días que establece la normativa del partido.

Frente a ese movimiento que a priori favorece a Díaz –al fin y al cabo es un conflicto en una provincia que se ha alejado de ella y, por tanto, una división en el sector crítico que le beneficia–, Ferraz le ha cortado el paso en Huelva, donde ha compuesto a su medida la gestora que se hará con las riendas de la organización a nivel provincial tras la salida del secretario general. Al frente ha colocado a una dirigente de Madrid, Isaura Leal, y como coordinadora general a María Luisa Faneca, sanchista desde el principio en Huelva, cuando era territorio hostil. El movimiento se ha producido tras la dimisión de Ignacio Caraballo con varios procesos judiciales abiertos por presuntos sobornos y una denuncia por acoso de una exmilitante. Huelva es una de las provincias que se ha distanciado de Díaz desde que apartó a Mario Jiménez de la portavocía en el Grupo Socialista del Parlamento y se ha acercado a Ferraz, que apoya a María Eugenia Limón como nueva presidenta de la Diputación. Sin embargo, el relevo en la institución puede que no sea tan sencillo: Ezequiel Ruiz, que fue apartado hace unos meses de la vicepresidencia, anunció en declaraciones a Europa Press su intención de presentarse a ese cargo. La guerra fría en el PSOE andaluz continúa.

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