Hace poco más de un año eran dos proyectos diferentes. Tanto, que compitieron por el control político y organizativo del partido. Ahora, 14 meses después de aquel Vistalegre 2 que venció Pablo Iglesias y cuando toca aplicar el acuerdo por el que Íñigo Errejón aterrizaba en Madrid como candidato en las autonómicas, la situación vuelve a tensarse.
Errejón quiere su propia candidatura; su lema; su caravana; su diseño de campaña; y tener capacidad de veto ante la junta electoral –algo inédito en un candidato– a la hora de registrar nombres, orden de candidatos y logos, por ejemplo.
Para su equipo, son los requisitos para no ir “maniatado”; pero lo cierto es que es un pulso para configurar una estructura al margen del partido y la construcción de un imaginario político despegado de Podemos; resignificando el espacio político y la confluencia con otros actores –como Izquierda Unida– bajo un nuevo liderazgo que conecte directamente con el electorado sin intermediarios: Íñigo Errejón.
El secretario de Análisis Estratégico y Cambio Político de Podemos ha intentado marcar otros tiempos, retrasar su oficialización como candidato, pero la dirección del partido ha decidido acelerar ante la crisis que está viviendo el Gobierno de la Comunidad de Madrid por el escándalo del máster de Cristina Cifuentes. Errejón, que mantuvo un perfil bajo durante las elecciones catalanas para reservarse para 2019, prefería seguir en un segundo plano al menos hasta finales de año.
Pero los tiempos han sido otros, y el reglamento aprobado este domingo por el Consejo Ciudadano Autonómico -con el voto favorable a última hora de los partidarios de Errejón- fija que las candidaturas internas se registran esta semana y que las primarias serán entre el 9 y el 15 de mayo.
La dirección autonómica intentó despegar los dos procesos: elegir primero al candidato y, más adelante, la lista. Pero la negativa de Errejón a seguir adelante de esa manera, llevó a Iglesias a cambiar de planes y hacer las primarias como tradicionalmente han sido en Podemos: simultáneas.
El reglamento establece lo siguiente: “Primarias simultaÌneas para elegir al candidato y al conjunto de la lista; que la lista que se referencie en el/la candidato/a ganador/a y tenga una mayoriÌa holgada si es la lista maÌs votada; que el/la candidato/a ganador/a podraÌ designar un comiteÌ de campanÌa de su confianza y dirigir la misma en colaboracioÌn con el Consejo Ciudadano AutonoÌmico de Podemos pero con autonomiÌa; la exigencia de pluralidad de forma que las listas minoritarias cuenten tambieÌn con posiciones de salida [en alusión a Anticapitalistas y Lorena Ruiz-Huerta]”. En concreto: mayoría absoluta en la lista definitiva –la que salga ya con la confluencia con IU y otros actores–; el 60% del dinero de la Asamblea de Madrid, quedándose el CCA el 40%; y un comité de campaña con mayoría de Errejón.
Pero, de momento, no está siendo suficiente para sellar el acuerdo, aunque Errejón terminara apoyando el reglamento a última hora. ¿Por qué? Porque Errejón reclama una independencia que el partido difícilmente podrá concederle: comité de campaña propio e independiente; firma mancomunada ante la junta electoral; capacidad de decisión en las candidaturas municipalistas de la región y total autonomía durante la campaña. Es decir, construir la candidatura al margen del partido, su dirección y sus órganos –por los que compitió y perdió, tanto en lo autonómico como en lo estatal–; y que pase por él cada asunto que deba registrarse en la junta electoral –coaliciones, candidatos, denominaciones, logos, etc–.
Errejón está reclamando para sí una suerte de Ahora Madrid autonómico como condición sine qua non para verificar su hipótesis política, al margen de un proyecto político y de unos dirigentes con los que ha disputado: gozar de una independencia equivalente a la de Manuela Carmena, con quien sí querría mimetizarse; mantener a distancia a los partidos que respaldan la candidatura; y ubicarse en un espacio político semejante al de la ex jueza jugando con el concepto de la competencia virtuosa con el PSOE.
Si bien hasta el viernes –cuando acaban los plazos para la inscripción de candidaturas– podría haber margen para reconducir la situación, lo cierto es que ya no se están produciendo negociaciones y comienza a abrirse una posibilidad que nadie preveía tras el reparto de papeles en Vistalegre 2 y tras acceder la dirección a las primarias simultáneas: que Íñigo Errejón decida no presentarse y no ser candidato a la Comunidad de Madrid.