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Fue durante el verano, en pleno bloqueo institucional y a pocos días de que el país se viera abocado a unas nuevas elecciones tras el fracaso de la investidura, cuando el líder del Partido Popular, Pablo Casado, comenzó a construir un relato alternativo y catastrofista de la situación política española, acorde con el que defendió su predecesor en el cargo, Mariano Rajoy, en la primera legislatura de José Luis Rodríguez Zapatero.
Nada es premeditado, tampoco la oposición dura que viene si finalmente Pedro Sánchez y Pablo Iglesias logran los apoyos para formar el bipartito.
'España en el laberinto socialista' fue el título de la conferencia que Casado pronunció en San Lorenzo de El Escorial (Madrid) el 1 de julio, durante la apertura de los cursos de verano de FAES y acompañado de su padrino político, el expresidente José María Aznar. Por entonces Sánchez presionaba a PP y a Ciudadanos para que facilitaran la investidura con su abstención. Pero durante el acto, el líder de los populares se negó por enésima vez y justificó su negativa en un supuesto plan del PSOE para “acabar con el régimen constitucional” con la connivencia de las fuerzas nacionalistas e independentistas.
Tras meses de discursos improvisados y sin papeles, Casado leyó íntegramente un texto y acuñó esa historia que desde entonces han repetido una y otra vez el líder de los populares y sus dirigentes más afines. Sostienen que existe una suerte de “plan” del socialismo para “destruir” la nación española. Se trata, siempre según la retórica del PP, de un “proceso” ideado a principios de los años 2000 por el propio Zapatero, que ahora se dispone a ejecutar Sánchez con su acuerdo con Unidas Podemos para formar Gobierno.
Todo comenzó, según Casado, en 2006, con la aprobación del Estatut catalán acordado entre el Gobierno y la Generalitat, cuyos apartados más polémicos anuló después el Tribunal Constitucional a raíz de un recurso del PP.
“Para buscar el voto radical que completara su mayoría, el PSOE rompió abiertamente con su propia historia y falsificó la de todos. Rompió el consenso constitucional en el eje territorial, alimentando y exacerbando las dinámicas disolventes y centrífugas y el desgobierno. Y falsificó la suya, al olvidar su participación decisiva en un consenso transparente y ejemplar que hizo posible la democracia. De ahí su revisionismo histórico empezado por Zapatero y continuado por Sánchez”, advirtió el líder del PP en julio.
“El laberinto actual expresa el éxito relativo de la deriva socialista, que ha convertido la política española en un caos sin aparente salida. No ha podido llevar al PP a la irrelevancia, pero lo ha dañado. Y no ha podido completar las mayorías que pretende a un coste razonable, pero ha logrado algunos objetivos parciales por el camino”, añadía Casado en esa conferencia.
Para el líder del PP, “a esta fractura territorial hay que sumar la probada incapacidad socialista en la gestión económica, que al coincidir con una crisis sin precedente redujo a la mitad al centroizquierda y desplazó el eje del sistema hacia el populismo y la antipolítica. Ahora bien, si se sustituye al PP por el nacionalismo y el radicalismo como socios constituyentes y si se pone en marcha una feroz campaña de deslegitimación del centroderecha no por lo que hace, con sus aciertos y sus errores, sino por lo que es, entonces el resultado no puede ser otro que la desestabilización y la fractura social y política”.
Esos mismos argumentos son los que, a juicio de Casado, justifican ahora el 'no es no' en el que se ha enrocado desde las elecciones del 10N, al rechazar facilitar la investidura de Sánchez sea cual sea el escenario y desautorizando a los dirigentes que desde el propio PP –algunos de su máxima confianza como Cayetana Álvarez de Toledo o el propio Aznar– le han reclamado un acercamiento al PSOE.
La pasada semana, durante la primera reunión de diputados y senadores populares de la XIV Legislatura, Casado repitió la misma historia: “Pedro Sánchez ha fracasado de nuevo en la segunda convocatoria de elecciones, que él mismo forzó a modo de referéndum y que perdió. Pero sumando su fracaso al de otros se dispone a dar continuidad a la ingeniería política y social de demolición que inició José Luis Rodríguez Zapatero, estando nosotros ya en el Gobierno y luego en dos legislaturas en el Ejecutivo”.
Para Casado, Sánchez “continúa un proyecto destructivo que tiene raíces profundas en la tradición más banal del socialismo español”. En su opinión, “el PSOE, Podemos y los nacionalistas no están intentando hacer el Gobierno que pueden, están intentando hacer el régimen que quieren, y un régimen sin espacio para una alternativa”.
“Y no es la primera vez que lo intentan: lo intentaron en el 2003, ante notario, en el ignominioso Pacto del Tinell; lo intentaron hacer en el 2004, en el primer Gobierno de Zapatero; también lo intentaron hacer en el año 2008, en el segundo Gobierno de Zapatero, con esa geometría variable, radical; en 2013 lo formalizaron en la declaración de Granada, ya se hablaba ahí de plurinacionalidad y no era Sánchez el secretario general del PSOE; y en el 2017 lo elevaron ya a categoría con la declaración de Barcelona que culminó con la moción de censura del año 2018 y que se constituyó como acto constituyente en la cumbre de Pedralbes entre el señor Torra y el señor Sánchez”, defiende el líder del PP.
Casado repite una y otra vez que el proyecto del PSOE busca romper con la Transición. “Las dudas del socialismo español comenzaron cuando comprobó que en el sistema constitucional del 78 el PP puede ganar elecciones. Y repetir. En la cultura sectaria generada por este PSOE, si el PP puede ganar las elecciones es porque algo se ha hecho mal, y los socialistas sitúan hoy ese error en la Transición, en el pacto constitucional y en el sistema político fundado a partir de él”.
“Lo primero que destruye este socialismo es el compromiso constituyente de aquel socialismo. La auténtica democracia, para ellos, solo puede producir mayorías de izquierda, y si no las produce es que no es verdadera democracia. Para ellos, algo falla en el sistema si el PP lo puede gobernar”, argumenta el líder del PP.
Para él, “estamos ante un proceso de deconstrucción constitucional sin base alguna en los hechos” y “lo que se rechaza es precisamente aquello que ese sistema nos ha proporcionado”. “El problema de España no es que falte democracia, es que se negocia con aquellos que atentan contra la democracia. Sobre la base de progresivas mutaciones constitucionales se pretende resolver los problemas que o bien directamente se crean o bien se impide resolver, y que no son sino la coartada para el engaño”, considera.
La izquierda, según Casado, “utiliza” ahora Catalunya “como coartada para un cambio de régimen, de un signo o de otro. Es decir, la deslealtad hacia el sistema se eleva a argumento contra el sistema y no contra el desleal. Esta deconstrucción institucional no solo cambia la verdadera historia de la Transición como abrazo y reconciliación para convertirla en una rectificación fallida del desenlace de la Guerra Civil, sino que apunta de lleno al modelo territorial, a la definición nacional de España, a las libertades y al civismo, al modelo educativo y, a medio plazo, a otros pilares de la arquitectura constitucional”.
Cayetana Álvarez de Toledo redondeaba la tesis de su líder esta misma semana, primero el miércoles, en un acto con alumnos de la Universidad Carlos III de Madrid, y después el jueves, en la presentación de un libro sobre Catalunya. Para ella, “lo que está fraguando el señor Sánchez no es un Gobierno. Es un proceso. Un procés. El proceso. Un proceso inspirado e impulsado por los enemigos de la Constitución. Un proceso contra la Constitución. En definitiva, un proceso contra el Estado democrático nacido en 1978 a partir de un gran pacto entre distintos por la libertad y la igualdad de todos los españoles”.
Todo comenzó con Zapatero. El expresidente, a juicio de Álvarez de Toledo, “rompió el concierto constitucional español. El consenso básico. Y lo hizo con las dos manos: con una, negoció la metamorfosis de ETA, de banda terrorista a actor político de un proceso asentado en la mentira. Con la otra, impulsó una reforma del Estatuto catalán radicalmente contraria a la Constitución”.
En términos políticos, la portavoz parlamentaria del PP sostiene que Zapatero “sustituyó el pacto constitucional –entre izquierdas y derechas– por el Pacto del Tinell: la alianza con los separatistas, contra la derecha. Es decir, pactó con los adversarios de la Constitución contra el otro pilar constitucional”.
Esa estrategia “puramente disolvente, ese proceso, sigue en marcha. Y sigue en marcha por un motivo muy sencillo y bastante insólito y dramático: porque el Partido Socialista así lo ha decidido. Pedro Sánchez viene a culminar el proceso. Está encabezando un proceso contra el sistema constitucional de 1978. Un proceso de centrifugación nacional, de debilitamiento constitucional y de renuncia definitiva a la libertad, la igualdad y hasta la fraternidad entre españoles”, zanja Álvarez de Toledo.
Los hechos alternativos del PP, que ve amenazada incluso la propia supervivencia de la nación española, buscan situar al partido de Casado como la única fuerza constitucionalista del espectro estatal y tratan de confirmar a los populares como la formación hegemónica de la oposición a la izquierda. Como en otros momentos históricos, para Génova 13, es el PP o el caos.
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