La expresidenta de la Comunidad de Madrid Esperanza Aguirre está convencida de que el movimiento Nunca Máis tras el naufragio del petrolero Prestige en 2002, las manifestaciones contra la participación española en la guerra de Irak en 2003 o las protestas por las mentiras del gobierno sobre los autores de los atentados del 11-M en 2004 no fueron manifestaciones de descontento popular genuino, sino demostraciones de “odio al PP” que se repiten en 2023 al respecto del modelo sanitario madrileño. Así lo ha dicho esta mañana en un desayuno informativo organizado por la Federación de Asociaciones de Radio y Televisión de España, moderado por el periodista Juan Ignacio Ocaña. Detrás de aquellas y estas muchedumbres está “la izquierda”, en abstracto.
Presentada por los organizadores como un “referente liberal”, Aguirre desconfía, sin embargo, de las expresiones de la sociedad civil desfavorables a su formación. “Esta elección de la sanidad como el arma contra la penosa situación en que se encuentra el PSOE y en contra de la alternativa del PP es lo mismo que cuando empezaron con el Nunca Máis”, se arrancó Aguirre, que alegó que la última manifestación por la sanidad en la capital, con más de 250.000 participantes, según el cálculo de la Delegación del Gobierno, fue numerosa porque vino gente “de toda España”.
Aguirre reconoció que las listas de espera podrían ser menos largas y recordó que ella se había comprometido a reducir a 30 días las quirúrgicas, cuando gobernaba, derivando pacientes a la privada. A la pregunta de si considera que la atención médica es peor, igual o mejor hoy en la Comunidad de Madrid que durante sus mandatos, respondió: “Me imagino que está mejor, porque tiene un hospital más y me parece que el gasto ha subido, aunque no creo que la mejora de un servicio dependa de la cantidad de dinero que se invierta”. Dijo que no oyó los comentarios del consejero del ramo, Enrique Ruiz Escudero, revelados por El País, en el sentido de que la atención primaria debería ir hacia un modelo basado en la enfermería. “La atención primaria la copiamos del NHS, el sistema de salud británico”, alegó. En el Reino Unido, el desarrollo de la sanidad pública fue impulsado por los gobiernos laboristas tras la II Guerra Mundial.
Declararse trans para salir de la cárcel: una tesis jurídica
Fuera de lo sanitario, Aguirre abogó por que el PP llegue a acuerdos con Vox tras las elecciones generales si no puede gobernar en solitario y defendió que el Ejecutivo actual es “el más censurable de la historia de España”. Ensayó también una crítica al movimiento “woke” y adujo que, tras la aprobación de la ley trans, el futbolista Dani Alves, acusado de violación y en prisión provisional, podría ir al juzgado, decir “que él se siente mujer y se acabó”.
El cambio climático tampoco lo tiene claro la exlíder popular. “No estoy de acuerdo con el cataclismo climático, siempre ha habido cambios en el clima”, adujo, “aunque eso no quita que haya que mejorar el medio ambiente”, matizó. Que la Unión Europea prohíba que a partir de 2035 se vendan coches con combustibles derivados del petróleo le resulta un “disparate”, como también fue un “disparate” la subida de impuestos del ministro Cristóbal Montoro en el primer gobierno de Mariano Rajoy. La recaudación puede subir, aunque los impuestos disminuyan, si hay “ilusión”, como cuando José María Aznar ganó las elecciones en 1996.
Entre la audiencia estaban el cantante Alberto Comesaña, de Amistades Peligrosas, y el humorista Tony Antonio, que dijeron sentirse excluidos de los circuitos comerciales públicos y privados por no ser explícitamente de izquierdas. Aguirre señaló que hay que “dar la batalla cultural”, combate que cree que Alberto Núñez Feijóo sí va a librar, aunque inicialmente “no lo dejó claro”.
El comodín de la ignorancia
De la misma manera que la fiscalía y el juez de instrucción archivaron el año pasado la causa contra Aguirre por financiación ilegal del PP por considerar que no había pruebas de que estuviese al corriente, la expresidenta regional alegó ignorancia sobre el problema de las viviendas de San Fernando de Henares, en ruinas por las deficiencias en las obras de la línea de metro que ella promovió e inauguró en 2007, pese a las advertencias de los técnicos. “Desconozco lo que pasó; los proyectos no se debieron de hacer bien”, admitió.