El primer ministro de Hungría, el ultranacionalista Viktor Orbán, ganó con mayoría absoluta las elecciones legislativas celebradas el pasado domingo. Orbán inicia su cuarto mandato tras doce años presidiendo el país. Durante su Gobierno se han llevado a cabo políticas duramente criticas por la Unión Europea, que ha tratado de interponerle sanciones económicas en numerosas ocasiones. La última ha sido esta semana. La Comisión Europea ha anunciado su intención de activar el mecanismo de condicionalidad para sancionar a Budapest por violar los valores básicos de la UE, de forma que podría suspender el suministro de fondos europeos por no garantizan una gestión adecuada del Estado de derecho.
Durante los últimos años Hungría ha aprobado leyes que vulneran los derechos del colectivo LGTBI, desde impedir la adopción a parejas del mismo sexo hasta prohibir hablar de homosexualidad en los colegios. Pero este no es el único grupo afectado, Orbán también ha atacado con dureza a los inmigrantes y a quienes pretendían ayudarles. La Comisión Europea llevó a Hungría ante la Justicia de la UE por “criminalizar” la ayuda a los refugiados
En su discurso tras la victoria electoral, el primer ministro húngaro agradeció a sus “amigos de EEUU, Italia, Austria y España” el apoyo recibido en las elecciones. Con “amigos” se refería a todos los partidos de extrema derecha que abogan por las mismas propuestas que él ha llevado a cabo en su país. Los partidos extremistas le devolvieron el guiño desde todas partes de Europa.
En España, Vox no tardó en felicitar a su partido homónimo tras conseguir la mayoría absoluta. “Seguiremos forjando la Europa de las naciones y las libertades frente al proyecto fallido de los progres y globalistas”, declaraban a través de la cuenta de Twitter del partido.
Además, el eurodiputado de Vox, Jorge Buxadé, que estuvo en Hungría durante las elecciones y los días previos a estas, también dio la enhorabuena a Orbán asegurando que su victoria “acredita el agotamiento de un discurso federalista”. “El futuro de Europa es el futuro de sus naciones y pertenece a los patriotas; el pasado perteneció a los globalistas”, sentenció el político. Sin embargo, ningún otro miembro del partido se ha pronunciado respecto a los resultados de las elecciones.
Marine Le Pen, presidenta del partido de extrema derecha francés Agrupación Nacional, también ha felicitado al presidente. “Felicitaciones a Viktor Orbán por su aplastante victoria en las elecciones parlamentarias en Hungría. ¡Cuando el pueblo vota, el pueblo gana!”, publicaba junto a una foto de los dos líderes dándose la mano.
El líder de la Liga, el partido de extrema derecha italiano, le puso mucho más énfasis a su mensaje. Matteo Salvini felicitaba al líder húngaro por conseguir la victoria a pesar de estar “solos contra todos, atacados por los siniestros fanáticos del pensamiento único, amenazados por quienes quisieran borrar las raíces judeocristianas de Europa, denigrados por quienes quisieran erradicar los valores ligados a la familia”.
El presidente del partido Chega, André Ventura, que consiguió que la extrema derecha se posicionara como tercera fuerza política en las últimas elecciones portuguesas, ha felicitado a Orbán por ganar en los comicios “a pesar de todos los esfuerzos de boicot de las fuerzas burocráticas y globalistas en Bruselas”.
También ha recibido la enhorabuena de Geert Wilders, presidente del Partido por la Libertad de Países Bajos, declarado culpable en 2016 por incitar a la discriminación e insultar a marroquíes.
A la lista de partidos y políticos que han felicitado a Orbán, se une Marc Bernhard, miembro de la junta ejecutiva estatal del partido de extrema derecha Alternativa para Alemania. Bernhard celebraba en su cuenta de Twitter la victoria del presidente húngaro: “A los burócratas de la UE no les gusta, pero su gente lo respalda con una mayoría de 2/3. ¡Porque hace política en interés de su propio pueblo! ¡Contra la propaganda LGBT y la migración masiva, contra la arrogancia globalista y por la preservación de la identidad cristiana!”.
Las felicitaciones también han llegado de fuera de la Unión Europea. El presidente ruso, Vladímir Putin, ha destacado que “pese a la compleja situación internacional, el desarrollo de las relaciones bilaterales responden en su totalidad a los intereses de Rusia y Hungría”. Orbán y Putin tienen una buena sintonía, ya que comparten muchas de las políticas conservadoras que ambos llevan a cabo en sus países. Aún así, el primer ministro húngaro secunda las sanciones de la Unión Europea contra Moscú aunque se niega a entregar armas a Ucrania.
Orbán también recibió la enhorabuena del presidente de Nicaragua, Daniel Ortega, que envió una carta al húngaro para aplaudir los “éxitos al enfrentar las complejidades y desafíos de estos momentos de la historia de la humanidad”. Ortega fue reelegido como presidente el año pasado por quinta vez. Sin embargo, para la comunidad internacional las elecciones no fueron válidas. Biden las calificó de “pantomima” y el Ejecutivo español explicó que esas elecciones carecían “de las mínimas garantías democráticas exigibles”.
Igual que han habido felicitaciones y voces de alegría, ha habido silencios insospechados. Alice Weidel, líder de Alternativa para Alemania, no se ha pronunciado. Tampoco lo ha hecho el ultraderechista Andrzej Duda, presidente de la República de Polonia ni Mateusz Morawieck, primer ministro del país que pertenece al partido polaco de extrema derecha Ley y Justicia. Polonia ha enfriado sus relaciones con Hungría. Hace unos días se suspendió una reunión de los ministros de Defensa de los países del Grupo de Visegrad (Polonia, Eslovaquia, Chequia y Hungría) porque el ministro polaco y el checo cancelaron su asistencia a raíz de la laxa postura de Budapest frente a la guerra en Ucrania.
República Checa también ha querido distanciarse. Jana Äernochová, ministra de Defensa del país y miembro del Parlamento por el grupo derechista Partido Democrático Cívico, explicaba en Twitter que no iría a la reunión porque no quería formar parte de la campaña electoral. Äernochová lamentaba que “el petróleo ruso barato fuera más importante para los políticos húngaros que la sangre ucraniana”.