“Esto está lleno de fantasmas”. Así describía uno de los asistentes a la recepción en la sede del Gobierno regional esta fiesta del Dos de Mayo. No estaba Cristina Cifuentes, a quien nadie realmente esperaba. Como no estaban los anteriores presidentes, muestra evidente del estado de la institución y de quienes la ocuparon con el PP: ni Ignacio González, Esperanza Aguirre y Alberto Ruiz-Gallardón.
Pero quien con su ausencia no dejaba de estar presente era Cristina Cifuentes. La hasta hace pocos días presidenta de la Comunidad, que dejó el cargo tras el escándalo de su máster y la publicación de un vídeo en el que se le acusaba de robar en un supermercado. Sólo se hablaba de ella, de quien no estaba. Pero en privado. Porque, en público, el presidente en funciones, Ángel Garrido, prefirió no mencionarla –“vaivenes políticos”, así definió la dimisión–; y fue Alfonso Ussía, quien quiso recordarla al recoger la medalla de la Comunidad de Madrid “por no ser grosero”. También se acordó de ella –de la ex presidenta y su máster– el diputado de Podemos en la Asamblea Pablo Padilla.
Este año se cumplían 210 años de aquel Dos de Mayo de 1808 en el que el pueblo de Madrid se levantó en armas contra las tropas napoleónicas invasoras. De aquel hito, reprimido duramente al día siguiente, como plasmó Goya en sus Fusilamientos, se pueden identificar rastros de empoderamiento popular, de ejercicio de soberanía, de un empuje constituyente que se tradujo en Cádiz dos años después... Aunque también hubiera trazas de nostalgia borbónica y de aquel “vivan las caenas” que encarnó el absolutísimo Fernando VII.
Y 210 años después, el empoderamiento popular, el ejercicio de soberanía y el empuje constituyente estaba más presente en la concentración feminista a las puertas de la Casa de Correos que dentro de la sede de ese Gobierno regional sin cabeza ni brújula.
Dicen los expertos en comunicación política que el secreto para que le vaya bien a un partido es tener liderazgo e ideas. Y, ahora mismo, el PP en Madrid no tiene ni liderazgo ni se le reconoce proyecto, y menos aún el atractivo para seducir a buenos líderes o mentes brillantes para contribuir a construir ese proyecto, por más que la vicepresidenta, Soraya Sáenz de Santamaría, y la ministra de Defensa y secretaria general del PP, María Dolores de Cospedal, hayan querido arropar al presidente en funciones, a quien Génova ya ha comunicado que no es su favorito. El nombre más mencionado en los corrillos para asumir las presidencia madrileña hasta 2019 era Juan Antonio Gómez Angulo.
Quien también ha aparecido ha sido el vicesecretario del PP Pablo Casado, quien ha sonado como candidato para aterrizar en Madrid en las próximas elecciones, aunque en los últimos días los problemas con su currículum lo tenían más apartado.
Mientras, encuesta tras encuesta, se anuncia el sorpasso de Ciudadanos, al que el votante empieza a acostumbrarse a ver como el principal partido del país, aunque sea la cuarta fuerza en las instituciones. Y se le notaba en las caras a sus líderes madrileños, Ignacio Aguado y Begoña Villacís.
Hace 10 años, cuando se cumplía el bicentenario del Dos de Mayo, Esperanza Aguirre creó una Fundación para celebrarlo por todo lo alto: regó de publicidad a sus medios afines, produjo una película y fue partícipe del expolio de Caja Madrid hasta los límites de la “desvergüenza”, según denunció el ex jefe de la Casa Real al entonces presidente de la entidad bancaria, Miguel Blesa.
Rafael Spottorno, entonces director de la Fundación Caja Madrid, se quejó ante Blesa de la “desvergüenza y el despilfarro” que suponían los proyectos con medios de comunicación de la Fundación Dos de Mayo, patrocinada por la entidad financiera. La Fundación Caja Madrid, a través de la Fundación Dos de Mayo, pagó 1,3 millones de euros a Unidad Editorial en diferentes proyectos en 2009 y financió un “bonito mural de Vocento” en 2008.
Pero Aguirre no ha asistido al Dos de Mayo, esa fiesta que tanto le inspiraba sus espíritus liberales, hasta el punto del “despilfarro”, en palabras de Spottorno. Ni tampoco su valido y heredero, Ignacio González, cercado por los tribunales por el expolio del Canal de Isabel II, como así le ocurre también al predecesor de los dos: Alberto Ruiz-Gallardón.
Los fantasmas se han paseado por Sol este Dos de Mayo. Pero no los de los héroes fusilados hace 210 años por rebelarse ante el invasor. Sino los de aquellos que han gobernado la Comunidad de Madrid en las últimas dos décadas y que ya no pueden aparecer en carne y hueso.