¿Ursula von der Leyen o Manfred Weber? La pregunta se la hicieron la semana pasada a Alberto Núñez Feijóo sin que el líder del PP se decidiera por ninguno de los dos alemanes de su misma familia política que parecen pugnar por la candidatura de la derecha a presidir la Comisión Europea tras las próximas elecciones del mes de junio. Feijóo despejó: “Haremos lo que consideremos oportuno”. Será en marzo, cuando llegue el momento de la decisión formal.
Pero los movimientos, soterrados, ya han empezado. Von der Leyen mide sus tiempos y guarda aún silencio sobre sus intenciones. Todavía no ha desvelado si quiere optar a un segundo mandato y es una decisión clave porque si la alemana da un paso al frente casi con toda seguridad será la candidata (spitzenkandidaten) del Partido Popular Europeo.
A estas alturas no es ningún secreto que hay una parte importante de la formación que pilota Manfred Weber –incluido él– que no congenia con la presidenta de la Comisión Europea, a quien afea que haya hecho más guiños a los socialistas, liberales e incluso verdes, que a sus propias filas esta legislatura.
La española es una de las delegaciones que ha marcado distancias con la alemana y que no vería con malos ojos otra candidatura. Y así lo confirmó Feijóo la semana pasada, cuando puso de manifiesto la distancia que le separa de la actual presidenta de la Comisión al no apoyarla expresamente para un cargo que, si opta a él, tendrá prácticamente en su mano.
Von der Leyen, exministra de Angela Merkel, llegó a la planta noble del Berlaymont en una pirueta por la imposibilidad de alcanzar un consenso en torno a otras figuras, como el propio Weber o el aspirante socialdemócrata, Frans Timmermans. Fueron los líderes de la UE, con el fuerte empujón de Emmanuel Macron, los que apuntalaron a una extraña saltándose el espíritu de los spitzenkandidaten de las elecciones europeas. La Eurocámara avaló su nominación con tan solo nueve votos más de los necesarios (383 eurodiputados votaron a favor, 327 en contra y 22 se abstuvieron).
Durante estos casi cinco años Von der Leyen ha satisfecho en buena medida las demandas de los socialdemócratas y liberales, mientras que el Partido Popular Europeo se ha distanciado, acercándose a la extrema derecha, en votaciones clave de la agenda verde impulsada por la Comisión.
La presidenta, además, ha sabido estrechar lazos con las capitales y se ha granjeado apoyos de distinto signo político. Desde Pedro Sánchez, que adelantó su respaldo si en el reparto del poder la presidencia de la Comisión queda en manos del PPE, hasta Giorgia Meloni. Son dos de los grandes, a los que hay que sumar a Macron, que ya estuvo de su parte en 2019, y Alemania, cuyo Gobierno tripartito apoyaría a un aspirante alemán, aunque fuera de otra familia política, antes de perder la presidencia del Ejecutivo comunitario.
Pero Von der Leyen sigue sin deshojar la margarita mientras el 'juego de las sillas' ha comenzado. El comisario de Empleo y Asuntos Sociales, el luxemburgués Nicolas Schmit, ya ha dado el paso para encabezar la candidatura de los socialdemócratas.
Feijóo, de paso, mostró su afinidad con Weber, jefe orgánico del PP europeo y firme defensor de las alianzas con la extrema derecha para gobernar. Feijóo le debe mucho a Weber desde que cambió el paso de la derecha europea cuando sustituyó a Donald Tusk al frente del partido. El polaco hizo de la lucha contra la ultraderecha el 'leit motiv' al frente del PPE, y de su regreso a la primera línea política en su país.
Tusk criticó el pacto del PP con Vox en Castilla y León, mientras Weber ha bendecido todos los que han venido después, así como al gobierno ultra de Giorgia Meloni en Italia.
Pero Weber también compareció ante la prensa acompañado de la líder del PP en Bruselas, Dolors Montserrat, para acusar a la Comisión Europea de “hacer comunicaciones partidistas” sobre Doñana “en campaña”.
El eurodiputado bávaro ha sido uno de los puntales de la ofensiva lanzada en Europa por la derecha contra el Gobierno de Pedro Sánchez, tanto ahora como con Pablo Casado al frente. A finales de 2023 protagonizó un duro enfrentamiento en el Pleno del Parlamento Europeo contra el jefe del Ejecutivo español.
Weber es ahora el líder del principal grupo de la Eurocámara, y como tal se presentó al debate con Sánchez. Pero el presidente español se defendió de una forma que el alemán quizá no esperaba. Feijóo arremetió contra el jefe del Ejecutivo y defendió al dirigente de Baviera: “Las referencias del Tercer Reich al PP europeo y a su líder, que como todo el mundo sabe es alemán, fue algo absolutamente inaudito”.
En su acto de la semana pasada, Feijóo optó por un símil futbolístico para evitar pronunciarse. “Nuestro objetivo, ya que está aquí el presidente del Atlético Madrid [entre los asistentes], es ir partido a partido. Primero tenemos las gallegas, después tenemos las vascas y después las europeas”, dijo. “Nos gustaría ganar las elecciones europeas, por supuesto. Y ser una delegación determinante. Sería bueno para España”, añadió. “Mi relación con la señora Von der Leyen es excelente, y mi relación con el señor Manfred Weber es excelente. Le puedo asegurar también que la delegación española se le tiene en cuenta, se le escucha”.
El papel de Reynders
El juego del dominó en Europa, donde un movimiento produce otros, no solo afecta a Von der Leyen o Weber. Hace unas semanas dio un salto sorpresivo el presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, que concurrirá a las elecciones europeas como cabeza de lista del belga Movimiento Reformista . No obstante, no hay ningún indicio de que vaya a ser el aspirante de los liberales de ALDE (englobados en el grupo Renew) para presidir la Comisión.
Pero su decisión sí ha tenido una derivada directa en otro belga: Didier Reynders. El paso de Michel ponía en riesgo sus posibilidades de continuidad en el gobierno comunitario en la próxima legislatura porque es difícil meter a dos representantes de un mismo país en un organismo tan relevante. Así, el actual comisario de Justicia ha presentado su candidatura para la secretaría general del Consejo de Europa, una institución que vela por los derechos humanos pero que no pertenece a los órganos de la UE.
Reynders tendrá que abandonar su puesto con una excedencia retribuida una vez que la carrera por ese puesto comience oficialmente (a finales de marzo o principios de abril).
La salida de Reynders es una buena noticia para el Gobierno de Sánchez, que ha tenido algunos episodios de tirantez con él a raíz del bloqueo del Poder Judicial y, últimamente, por la ley de amnistía, por su permeabilidad a los comentarios que de PP y Ciudadanos. El Ejecutivo espera el 'ok' de Bruselas a la “intermediación” para la renovación del CGPJ, bloqueada por la derecha desde hace un lustro.
Entre tanto, es a Reynders a quien corresponde determinar finalmente si la Comisión Europea asume un papel de mediación en la negociación para la renovación del órgano de gobierno de los jueces, tal y como planteó Feijóo en su última reunión con Sánchez, que lo aceptó. Desde entonces, el gobierno comunitario está analizando la propuesta, que no es nada habitual, y Feijóo confía en que haya noticias para empezar de forma “inminente”.