Habían pasado pocos minutos después del inicio del debate y Yolanda Díaz hizo la primera referencia al “señor Feijóo y el señor Abascal” como sujeto de una frase. Y hubo unas cuantas más. Alberto Núñez Feijóo no se había atrevido a comparecer en el debate de TVE, porque pensaba que no lo necesitaba. Lo que ocurrió fue que estaba siendo representado por el líder de Vox en horario de máxima audiencia y evidentemente podría haber buscado un mejor portavoz.
Díaz insistió después: “El señor Feijóo al que hoy usted está representando”. El líder del Partido Popular se quedó en casa para que no se reflejara en la pantalla el probable pacto con Vox en caso de que su partido sea el más votado en las elecciones. Es una ficción, como se ha visto en varias comunidades autónomas en los que el acuerdo le era necesario para gobernar. El riesgo era obvio. Le iban a reprochar su cobardía. “Al señor Feijóo le da vergüenza aparecer con el señor Abascal”, dijo Pedro Sánchez.
El intento de Abascal por utilizar argumentos habituales en el PP acabó con un sonoro tortazo. Habló del apoyo de EH Bildu a la reforma laboral para cerrar el argumento diciendo: “Bildu no quiere lo mejor para España”. Díaz se echó a reír porque no se lo podían poner más fácil: “Bildu votó como usted contra la reforma laboral”. El error de Abascal fue tan ridículo que ni siquiera computa como mentira.
Fue un dos contra uno que por momentos parecía un dos contra un 0,5. Santiago Abascal no demostró la energía que le caracteriza en los mítines y que tanto disfrutan sus seguidores. Yolanda Díaz se batió a fondo para acorralarle y reprocharle su machismo y su negacionismo climático. Obtuvo el combo completo cuando le preguntó qué le parecía la antigua amistad de Feijóo con un narcotraficante. “Lo que no me parece normal es atacar a una persona que no está”, dijo el líder de Vox, lo que como defensa deja mucho que desear. Ah, sí habló de Venezuela en la respuesta, algo que el PP ya no se molesta en hacer.
Feijóo había suspendido el miércoles su viaje a Canarias por una dolencia en la espalda que no le impidió conceder una entrevista en La Sexta donde le preguntaron por sus relaciones con Marcial Dorado. El PP tenía que saber que este tema iba a aparecer en la campaña y sorprende lo mal que se había preparado. Feijóo afirmó que ya dio todas las explicaciones pertinentes en el Parlamento gallego y que todo esto era “muy cansino”. Y luego vino la que ya es una de las frases de la campaña: “Ahora es más fácil saber cosas porque hay internet y Google”.
El desconocimiento de la actividad profesional de Dorado resultaba entonces imposible de aceptar, más que nada porque su participación en negocios criminales de contrabando había aparecido en los periódicos hasta cinco años antes de la fecha de las famosas fotos en las que se ve a ambos pasar juntos las vacaciones en calidad de amigos íntimos. Como en el caso de sus mentiras sobre las pensiones en los gobiernos de Rajoy, se volvió a comprobar que el líder del PP no resiste el más mínimo escrutinio de su pasado y de su programa.
Era en teoría el gran momento de Yolanda Díaz en la campaña y lo aprovechó. No fue la Díaz sonriente y relajada que aparece en las entrevistas de radio y televisión. Tocaba afilar el gesto y ser contundente en el ataque a las posiciones de extrema derecha. Lo fue en la defensa del feminismo y de su programa económico, también en los temas que le diferencian de Sánchez. “Le pido que deje de reírse de nosotras”, le dijo a Abascal cuando atacó la ley contra la violencia de género. Le retó a que explicara cuáles son sus medidas contra esa violencia. “No las puede decir porque no las tiene”, le dijo. Era verdad, porque Abascal no mencionó ninguna.
El líder de Vox mencionó algunos de los bulos de la extrema derecha contra la ley trans, como el que dice que un hombre puede cambiar de género para obtener una pena más favorable después de cometer un delito. Por alguna razón, Sánchez y Díaz lo dejaron pasar, a pesar de que la ley contiene un apartado precisamente para evitar ese ardid. También dijo que la educación sexual en los colegios pretende “corromper a los menores”, un argumento que casi procede del franquismo. Por eso, Sánchez habló del riesgo de lo que pasará si después del 23J la gente descubre que ya no está en 2023, sino en 1973.
No fue el Sánchez desbordado por la ocasión que pareció en su duelo con Feijóo, aunque tampoco impresionó con su actuación. Como ya es habitual en él, habló más del pasado, de todo lo ocurrido en la legislatura, que del futuro. En todo momento, mostró su sintonía con Díaz, pero al hacerlo quedó más evidente que las propuestas más ambiciosas partían de la líder de Sumar, no de él. Los votantes socialistas se habrán quedado con la duda de qué recibirán en concreto en los próximos cuatro años a cambio de su voto a Sánchez.
La pareja Sánchez-Díaz pasó a ser Pedro y Yolanda, porque así terminaron dirigiéndose entre ellos. Díaz no aprovechó del todo la oportunidad de marcar una distancia más clara con el programa socialista. Sólo en dos puntos mostró las diferencias. En primer lugar, oponiéndose a un nuevo aumento de la edad de jubilación. Después, con la ley de vivienda aprobada, que “ha llegado tarde y recortada”. Se aprobó en los meses finales de la legislatura por las dudas del PSOE y por tanto no ha tenido ninguna consecuencia que los ciudadanos puedan notar.
Teniendo en cuenta las respuestas que dio Feijóo en la entrevista en La Sexta sobre su amistad con Marcial Dorado, se entiende mejor por qué no tuvo valor suficiente como para presentarse en el plató de TVE. A saber cómo hubiera quedado después de un duelo con Yolanda Díaz.
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