Hasta el último día de campaña el PP estaba convencido de que el 23J le iba a dar la Moncloa a Alberto Núñez Feijóo. “Esto está sentenciado. Da igual la campaña que se haga, que ya sobra. Está sentenciado”, llegó a asegurar la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, en el último mitin que protagonizó junto a Feijóo. Los populares se aferraron a la mayoría de las encuestas que auguraban un resultado holgado para las derechas. Pero los españoles no dieron a PP y Vox la fuerza suficiente como para gobernar. Con los diputados de ambos, sumados a los de UPN y a Coalición Canaria –que mantiene la ambigüedad sobre si apoyaría a los populares o al PSOE– la investidura de Feijóo contaría con solo 172 votos a favor y 178 en contra.
Ese escenario surgido de las urnas ha hecho que el partido de Feijóo se haya sumido en un palpable desconcierto que desde el día 23 le ha llevado a enmendar gran parte del eje central de su campaña, basada en los ataques y descalificaciones contra la izquierda. También ha provocado que desde Génova 13 se mantengan ahora dobles discursos sobre su relación con la extrema derecha o el nacionalismo.
El giro más llamativo tiene que ver con el principal mensaje en el que Feijóo pivotó la campaña: “Derogar el 'sanchismo'”. Desde que la izquierda accedió al Gobierno –y el PP estaba en manos de Pablo Casado–, pero también cuando el expresidente gallego llegó al liderazgo del partido la principal estrategia del PP fue descalificar al Ejecutivo de PSOE y Unidas Podemos. Los dirigentes populares llegaron a acusar a Pedro Sánchez de querer instalar en España “una dictadura” por sus medidas frente a la pandemia.
E incluso reprocharon al presidente del Gobierno que contemporizara con el terrorismo y la desaparecida ETA para “romper España” por sus acuerdos parlamentarios con fuerzas democráticas como EH Bildu o ERC, entre otros insultos. El grito de “que te vote Txapote”, utilizado por simpatizantes de la derecha contra Sánchez haciendo mención al apodo que dentro de la banda terrorista se daba al etarra que asesinó a Miguel Ángel Blanco o Gregorio Ordóñez, llegó a ser avalado por la dirección del PP, pese a la estupefacción de muchas víctimas del terrorismo.
De derogar el 'sanchismo' al “estimado Pedro”
El PP, también en la última campaña electoral, puso en duda datos oficiales sobre el empleo o sobre la marcha económica del país y el propio Feijóo acusó a Sánchez de “engañar a los españoles” por mencionar que España está a la cola de Europa en la tasa de inflación o a la cabeza en crecimiento. Y para ello utilizó mentiras, así como datos y argumentos falsos sin calibrar sus consecuencias. También ha mantenido el bloqueo de la renovación de órganos constitucionales como el Consejo General del Poder Judicial (CGPJ), cuyo mandato caducó en 2018, con tal de mantener las mayorías conservadoras surgidas del último relevo del organismo que tuvo lugar en 2013, cuando el PP gobernaba con mayoría absoluta y aún así PSOE, PNV e IU acordaron la renovación.
El giro discursivo se produjo tras el varapalo que supuso para el PP lograr ser la primera fuerza el 23J aunque sin opciones de llegar al Gobierno. En una misma intervención ante la cúpula de su partido en plena resaca electoral, Feijóo se refirió al “Gobierno 'sanchista'” –al que quería expulsar con el apoyo de Vox– y, casi a renglón seguido, habló de una “subida de los grandes partidos de Estado” en alusión al suyo pero también al PSOE. “Los partidos de Estado han ganado en apoyos, han ganado en votos y tenemos un resultado muy importante”, apuntó, en una de sus últimas apariciones públicas, el pasado 25 de julio.
De los ataques indiscriminados contra los socialistas todos los dirigentes del PP han pasado a rogarles que les dejen gobernar. Feijóo envió el domingo una carta a Sánchez en la que, tras meses de insultos, se dirigió a él como “estimado Pedro” y le pidió una reunión con el único fin de pedirle que le deje gobernar. El actual jefe del Ejecutivo en funciones le dijo que sí al encuentro pero enmarcado en la ronda de contactos que se pongan en marcha a partir del 17 de agosto, día de la constitución de las Cortes.
Este mismo martes, el coordinador general de los populares, Elías Bendodo insistía durante una entrevista en Telecinco en pedir a Sánchez que “se siente a hablar con el PP” para poder acordar “un Gobierno fuerte” y “estable” encabezado en cualquier caso por Feijóo, algo a lo que el PSOE se ha negado recordando precisamente el recientísimo pasado cargado de insultos y descalificaciones que recibía de esos mismos dirigentes que ahora le piden ayuda.
Para intentar añadir presión a los socialistas, el PP se escuda en que “en 45 años de democracia siempre ha gobernado en España el partido más votado”. Se trata de un argumento que es falso, ya que Sánchez llevó al PSOE al poder en 2018 siendo segunda fuerza a través de una moción de censura a la primera fuerza, la de los populares. El PP también trata de ocultar que nunca ha respetado esa premisa cuando ha sido segunda fuerza. Tampoco hace solo unas semanas, cuando sin ser el partido más votado ha pactado gobiernos con Vox en comunidades y ayuntamientos para expulsar a la izquierda del poder o impedir su llegada.
La zozobra en la que se ha instalado Génova 13 desde el 23J le ha llevado además a mantener, de nuevo, un doble discurso sobre Vox. Feijóo, consciente de que la única opción de llegar a la Moncloa pasaba por acordar con Santiago Abascal, blanqueó a la extrema derecha introduciéndola en el ámbito de los partidos “constitucionales”. Tampoco dudó en avalar que entrara en gobiernos de coalición con el PP primero en Castilla y León y, tras el 28M, en Extremadura, la Comunitat Valenciana y varias decenas de ayuntamientos.
Las contradicciones sobre Vox y los nacionalistas
Después de las generales, todos los esfuerzos de la dirección estatal de los populares pasan por desmarcarse de Vox, sin escatimar en críticas al partido de Santiago Abascal que, a su vez, responsabiliza al PP de que la izquierda tenga opciones de refrendar el Gobierno. Ahora, solo una vez sabido que no podrán gobernar juntos, dirigentes populares aseguran rechazar su relación con la extrema derecha. “Nos ha sobrado el ruido de los pactos de Gobierno con Vox, eso nos ha alejado de la centralidad y ahí perdimos el voto moderado de descontentos con Sánchez”, apuntó la semana pasada uno de los principales barones del partido.
Con todo, mientras su equipo criticaba abiertamente a Vox, Feijóo mantuvo una reunión secreta con Abascal el pasado miércoles. El encuentro evidenció de nuevo ese doble discurso del PP sobre la extrema derecha que le ha caracterizado en los últimos años. La comida que mantuvieron ambos dirigentes en el reservado de un hotel del norte de Madrid no se comunicó a la prensa y solo se conoció este lunes, cinco días después del encuentro, porque se filtró desde la dirección de Vox. “Que después de unas elecciones Feijóo haya establecido contactos con distintos partidos, no solo con Vox, creo que está dentro de la normalidad democrática”, aseguró este martes Bendodo.
Sus palabras hacen alusión a otra contradicción palmaria del PP tras el 23J. Su campaña estuvo centrada en atacar a PSOE y Unidas Podemos por entenderse con fuerzas nacionalistas e independentistas. Una y otra vez, los populares acusaron a Sánchez de pactar con quienes “quieren romper España”. Pero tras la debacle en las urnas en Génova 13 no vieron objeción en ser ellos quienes buscaran el apoyo de esos mismos partidos soberanistas para llevar a Feijóo a la Moncloa.
La negación de la evidencia
El propio líder del PP llegó a hablar con el del PNV, Andoni Ortuzar, tras las generales. Pero en esa primera conversación el máximo dirigente de la fuerza nacionalista le dejó claro que sus cinco diputados en ningún caso apoyarían una investidura de Feijóo. Después fue el vicesecretario de Coordinación Autonómica y Local del PP, Pedro Rollán, el que este pasado fin de semana se abría a iniciar un diálogo con Junts “dentro de la Constitución”. Y eso que, tras el 23J, desde las filas populares se ha acusado al PSOE de querer que España dependa de un “prófugo de la justicia”, en alusión a Carles Puigdemont, por la necesidad de la izquierda de lograr algún acuerdo con los soberanistas catalanes.
En otro giro de guion, el enésimo, la secretaria general del PP, Cuca Gamarra, dijo el lunes que esa opción de acordar con Junts “no está encima de la mesa”.
Muestra del desconcierto instalado en las filas populares es que, a pesar de saber que Feijóo no podrá ser investido presidente –algo que reconoció explícitamente el mismo lunes el líder de UPN, Javier Esparza, que pidió al PP no “engañar” diciendo que puede gobernar– todos los mensajes de Génova 13 están centrados en tratar de hacer creer a la ciudadanía que su máximo jefe sí tiene opciones de llegar a la Moncloa. “Vamos a trabajar para una investidura de Feijóo”, insistió este martes Elías Bendodo, que sabe que los números no permiten ese escenario.
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