Geometría variable a pesar del Gobierno: votaciones clave que la coalición salvó sin sus socios habituales

Iñigo Aduriz

6 de febrero de 2022 21:57 h

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ERC, PNV y EH Bildu quisieron dejar claro este jueves, durante el Pleno del Congreso de los Diputados, que el hecho de que el Gobierno no lograra su apoyo para convalidar la reforma laboral pactada con sindicatos y empresarios, no implicará que vayan a dejar caer al Ejecutivo. Los tres partidos quieren coser el llamado 'bloque de la investidura', que también permitió a Pedro Sánchez aprobar los dos últimos Presupuestos Generales.

El nuevo marco laboral ha sido convalidado pese a que los dos diputados de UPN rompieron el apoyo a la reforma anunciado por su partido. Fue por un solo voto y gracias a que el diputado del PP Alberto Casero se equivocó y votó 'sí', cuando la dirección de Pablo Casado había ordenado votar 'no'. Génova 13 lo ha achacado a un “error informático”, pero los servicios jurídicos de la Cámara Baja rechazan esa posibilidad. El PP, sin embargo, está dispuesto a defender esa teoría, que el jueves generó un embrollo parlamentario sin precedentes, incluso ante la justicia, y ya ha anunciado recursos al Tribunal Constitucional.

El término “geometría variable” fue inaugurado en la época de Zapatero y defendido en 2020 por Pedro Sánchez para justificar que su equipo pudiera buscar acuerdos con formaciones de signos contrarios en función de las necesidades del momento. En las negociaciones para la aprobación de la reforma laboral, Sánchez lanzó una nueva advertencia a sus socios: cuando sea preciso, el Gobierno va a tratar de formar mayorías al margen de sus tradicionales aliados, con la ayuda, entre otros, de partidos como Ciudadanos o el PDeCAT, que se situaron al margen de la investidura o de los Presupuestos.

La reforma laboral ha contado también con el apoyo de grupos más pequeños que han frecuentado el bloque de los socios habituales, caso de Compromís, Más País, Teruel Existe, PRC o Nueva Canarias. También se sumó, esta vez, Coalición Canaria. En total, la convalidación ha salido adelante con 175 votos a favor y 174 en contra, un solo voto de diferencia que se explica en el error del diputado del PP Alberto Casero y en la ruptura de la disciplina de partido de los dos diputados de UPN.

Crisis de apoyos durante la pandemia

No es la primera vez a lo largo de la legislatura en que el Ejecutivo se ha visto forzado a recurrir, por tanto, a esa “geometría variable” para dar luz verde a iniciativas que no contaban con el respaldo de sus principales socios. Ocurrió en mayo de 2020, cuando el 'no' de ERC a la cuarta prórroga del estado de alarma, decretado en marzo de ese año con el estallido de la pandemia, dejó al Gobierno en una posición delicada. Tuvo que buscar entonces, por primera vez, el apoyo de Ciudadanos. Fue entre duros reproches de sus socios, muy similares a los que se escucharon este mismo jueves por el apoyo del partido de Arrimadas, que se dice “liberal”, a la reforma laboral.

Pero como ahora, entonces Ciudadanos salvó en el último momento al Ejecutivo, que consideró que derogar el estado de alarma en una situación tan grave podía haber generado el “caos” en la gestión sanitaria del país. “No estamos eligiendo socios”, aseguró entonces Pedro Sánchez, tratando de calmar a sus habituales aliados. Se trata de un mensaje similar al que quisieron lanzar este jueves por parte del Gobierno. El Ejecutivo sostiene que, pese a la votación de la reforma laboral con algunas fuerzas de derechas, “continúa la mayoría progresista” en el Parlamento.

Hace dos años la situación en el Congreso se fue complicando para la coalición de PSOE y Unidas Podemos a medida que iba avanzando la COVID-19. La primera prórroga del estado de alarma salió adelante por una amplia mayoría (306 síes) y las abstenciones de ERC, Junts, EH Bildu y la CUP, que reclamaban la paralización de la actividad no esencial. Pero esa práctica unanimidad desapareció rápido, en parte por el giro emprendido por el PP de Casado, que comenzó a hacer política a costa de la pandemia y dejó de apoyar la estrategia del Gobierno frente al virus.

En la segunda prórroga surgieron los primeros noes, aunque no extrañaron en Moncloa: procedían de la extrema derecha de Vox y la CUP. La tercera prórroga salió adelante, pero Junts se sumó al bloque del 'no' y ERC advirtió de que su abstención se acercaba al rechazo. Cumplió en la cuarta votación, que salió adelante con 178 votos a favor después de que el gabinete tuviera que arremangarse en la negociación para sumar a la formación de Inés Arrimadas. A partir de entonces el PP se pasó también al 'no' y las siguientes prórrogas se salvaron 'in extremis', como la votación de este jueves sobre la reforma laboral, gracias a negociaciones de última hora y con partidos al margen del bloque de la investidura.

La ayuda de la extrema derecha

Aunque en todas esas ocasiones el Gobierno recibió duras críticas de los socios por acercarse a Ciudadanos, la utilización más polémica de la “geometría variable” se produjo en enero de 2021, cuando la convalidación del decreto que estableció las herramientas para canalizar los fondos europeos salió adelante gracias a la abstención de la extrema derecha de Vox.

PP y Ciudadanos, socios del partido de Santiago Abascal en gobiernos autonómicos y locales, se revolvieron entonces contra Vox. El portavoz de Ciudadanos en el Congreso, Edmundo Bal, llamó al partido de extrema derecha “socio” del Ejecutivo. Y distintos dirigentes del PP también mostraron su malestar. “Vox es un salvavidas para Sánchez”, escribió entonces en su cuenta de Twitter el secretario general del PP, Teodoro García Egea.

Al Gobierno le llovieron las críticas de los socios por la ausencia de “diálogo y consenso” con el conjunto de las fuerzas parlamentarias. Son términos muy similares a los que utilizaron este jueves esos mismos aliados para criticar que el Ejecutivo lograra convalidar la reforma laboral sin ellos y con la ayuda de Ciudadanos y PDeCAT, además del intento frustrado de sumar también a UPN.

Rufián: “Dime quién te vota y te diré quién eres”

“Dime quién te vota y te diré quién eres”, aseguraba el portavoz de ERC, Gabriel Rufián. “La pregunta no es por qué nosotros no aceptamos la reforma laboral, sino por qué la aceptan ellos: si la gusta a CEOE, la FAES, el Santander y Ciudadanos, ¿quién se equivoca?”, se preguntó el parlamentario republicano. Para la portavoz de EH Bildu, Mertxe Aizpurua, el Gobierno renunció “a recuperar derechos laborales” con esas alianzas. “Lo saben Ciudadanos, UPN, PDeCAT, la CEOE, Fátima Báñez y Ana Botín, y por eso apoyan esta reforma”, sostuvo este jueves. Desde el PNV, su portavoz en el Congreso, Aitor Esteban, llegó a acusar al Gobierno de practicar el “antiparlamentarismo”.

Pero pese a las palabras gruesas de esta semana los socios habituales del Ejecutivo quieren seguir siéndolo, como ocurrió también en el pasado cuando Sánchez echó mano de la “geometría variable” al margen de esos aliados. “Si hoy [por este jueves] se fractura el bloque de la investidura, desde mañana habrá que rehacerlo”, sostenía Oskar Matute desde el atril del Congreso. “Mañana [por el viernes] tendremos que seguir hablando porque somos muy conscientes de la alternativa”, añadía, por su parte, Rufián, dirigiéndose a PSOE y Unidas Podemos.

El PNV también limitó la discrepancia con el Gobierno a la reforma laboral, máxime cuando, en su caso, su principal reclamación se circunscribía a la prevalencia de los convenios autonómicos y de ello culpan fundamentalmente a la CEOE por “tozudez” y “razones simbólicas”.