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El diseño del Gobierno, su reparto y las competencias de cada uno: las claves del desencuentro entre el PSOE y Unidas Podemos

El 28 de abril por la noche, Pablo Iglesias ofreció a Pedro Sánchez un gobierno de coalición proporcional con un acuerdo integral de programa y equipos. A partir de ahí, se sucedieron mensajes directos e indirectos, alguna reunión en Moncloa antes y después de las elecciones del 26 de mayo, que Sánchez intentó aprovechar en la batalla de posiciones con Iglesias, y una sucesión de propuestas, algunas a través de los medios, que culminaron a finales de la semana pasada. Con el veto de Sánchez a Iglesias como condición para hablar de un Gobierno de coalición y la renuncia del líder de Unidas Podemos a entrar en el Gobierno.

En estas semanas y en las últimas horas se han producido una serie de desencuentros que dejan a Sánchez al borde de la investidura fallida, incluido el cambio del voto de última hora de Unidas Podemos: del no a la abstención poco antes de la votación.

Catalunya

Es uno de los principales desencuentros de fondo entre PSOE y Unidas Podemos. Los socialistas rechazan todo lo que suene a referéndum y, a pesar de que Iglesias se comprometió a asumir la posición del PSOE y “lealtad”, en Moncloa, como evidenció Sánchez el lunes en el debate de investidura, no les parece suficiente. Creen que en otoño la tensión puede dispararse con la Diada y la sentencia del procés y temen que Unidas Podemos “no sea un aliado fiable a la hora de tomar medidas, como una eventual aplicación del 155”. Unidas Podemos ya se opuso a ello en 2017 y parece inviable que pudieran apoyar la intervención de la autonomía catalana en 2019. 

“Un vicepresidente que defienda la democracia española”, fue lo que dijo necesitar Sánchez en oposición a Iglesias, dejando caer que el líder de Unidas Podemos no defiende la democracia española.

Aun así, los socialistas reconocen que aceptan ahora una vicepresidencia para el grupo confederal, a pesar de que su posición no sea la misma respecto al conflicto territorial: Unidas Podemos ha defendido en el pasado la existencia de presos políticos y ha apoyado una consulta en Catalunya al estilo de la escocesa: pactada con el Gobierno central.

El tipo de Gobierno

A la portuguesa, de cooperación o de coalición. Iglesias ha defendido desde la noche del 28 de abril un “gobierno de coalición progresista” proporcional a los resultados, “decidido a llevar a cabo políticas sociales que acometan reformas en el mercado de trabajo, que combatan el desempleo crónico, la precariedad y con la vista puesta en la lucha urgente contra el cambio climático”. Es decir que el peso, las responsabilidades y las competencias del Gobierno tengan un reparto de acuerdo con el peso electoral de cada uno: el 28% de los votos, el PSOE; y el 14% Unidas Podemos. Y, en ese peso de cada uno, es donde hay desacuerdo.

Fuentes socialistas critican “que en Unidas Podemos digan que es decorativo, porque es la primera vez en la democracia que se hace una oferta así. Puede haber acuerdo y sería la primera vez que habría un acuerdo así, se está infravalorando eso”.

En el PSOE, además, creen que se está “menospreciando a la ligera la oferta”, y reconocen que no quieren ceder materias en las que consideran que tienen posiciones políticas “diametralmente opuestas”.

¿Qué vicepresidencia?

De derechos sociales o “sin contenido”. Unidas Podemos se puso a trabajar desde el 29 de abril en un esquema de Gobierno que incluyera una vicepresidencia de derechos sociales que coordinara un grupo de ministerios relacionados. A imagen y semejanza de las vicepresidencias económicas, que coordinaban los ministerios económicos del Gobierno –Hacienda, Trabajo...–.

El PSOE no puso sobre la mesa una vicepresidencia hasta el domingo por la noche, que Unidas Podemos consideraba “simbólica” por la falta de contenidos. Los socialistas aseguran que no es lo mismo que eso lo haga el líder de otra formación en el seno de un Gobierno en el que tiene que recibir “instrucciones” del presidente a que lo haga un ministro desde un área sectorial o que no sea el cabeza de la otra formación implicada en la coalición.

Fuentes gubernamentales, no obstante, aseguran que se trataría de una vicepresidencia “social”, aunque no concretan sus competencias. La vicepresidenta en funciones y negociadora del PSOE, Carmen Calvo, ha señalado que para Unidas Podemos era relevante “que una persona importante en su liderazgo estuviera en un rango importante en el Gobierno, y fue aceptado”, en alusión a la hipotética “vicepresidencia social” para la portavoz de Unidas Podemos, Irene Montero.

“No es un problema de nombres, sino de asumir el peso de cada uno en la configuración del reparto de contenidos”, aseguran fuentes de Unidas Podemos.

¿Qué ministerios?

Este lunes, Iglesias dio claves de la negociación con el PSOE: “Ustedes asumían Interior, Defensa, Exteriores, Economía y cuando les planteamos que, para desarrollar el programa que podemos pactar, queríamos alguna competencia de Hacienda, Trabajo, Igualdad, Transición Ecológica, de Ciencia... Nos dijeron: 'Ni hablar”. El secretario general de Podemos aseguró que el propio Sánchez le dijo “personalmente” que en “ningún ministerio que encabece alguien del PSOE habrá una persona de Unidas Podemos”, tras la petición de Unidas Podemos de que les gustaría un “modelo como el valenciano, donde todos los equipos son mixtos”. 

¿Pero qué quiere Unidas Podemos? Carteras que absorban competencias que hasta ahora están bajo otros ministerios. Por ejemplo, de Trabajo, Transición Energética e Igualdad reclaman competencias para invertir en la creación de empleo: inversiones “verdes” para frenar el cambio climático e impulsar la Transición Ecológica; inversiones “moradas” para avanzar en la igualdad de género, reducir la brecha salarial y elevar la tasa de empleo con propuestas como la ampliación de los permisos de paternidad y maternidad a 24 semanas o la cobertura para la Educación Infantil de 0 a 3 años; y las inversiones para impulsar el proceso de cambio técnico y de digitalización que garantice el acceso a la tecnología de todas las personas.

Además, competencias de Trabajo para intervenir en el mercado laboral: derogación de la Reforma Laboral; subida del Salario Mínimo Interprofesional hasta 1200€; redactar y aprobar una Ley de Suficiencia de Ingresos, que garantizaría una cuantía por adulto de 600€ al mes; y poder reducir la jornada laboral ordinaria a 34 horas semanales.

De Hacienda, Unidas Podemos quiere competencias para poder actuar en “justicia fiscal” para una reforma tributaria progresiva, que propone un impuesto a la banca con un recargo del 10% en el Impuesto de Sociedades, reducción del IVA a productos de primera necesidad o un nuevo impuesto a las grandes fortunas.

Iglesias ha calificado de “decorativa” la propuesta del PSOE: una vicepresidencia “sin competencias” y a dos ministerios: Juventud y Vivienda, pero sin las competencias de Justicia y Fomento para influir en los desahucios y en el precio de los alquileres. “Hay conversaciones donde han propuesto algunas cosas, pero sobre todo han dejado claro que de los 17 Ministerios actuales no van a ceder ni uno”, explican las fuentes.

Desde el PSOE aseguran que “sí son relevantes” las responsabilidades que se les han ofrecido, aunque ninguna es uno de los actuales ministerios. “Están pidiendo la luna”, dicen sobre el planteamiento de los de Iglesias.

El veto a Pablo Iglesias

Estaba en el ambiente, pero el presidente en funciones no lo verbalizó públicamente hasta el jueves pasado en La Sexta. El viernes, Iglesias se echa a un lado y parecía despejarse el camino para un Gobierno de coalición. Pero hasta el sábado por la tarde el PSOE no accede a sentarse con Pablo Echenique, el negociador de Unidas Podemos. Reunión que se desarrolla durante el domingo por la tarde y concluye, sin éxito, en la medianoche.

El nombre de Iglesias es el único que ha estado sobre la mesa, y saltó el viernes. Según fuentes conocedoras de la negociación, no se ha hablado de ningún nombre para las carteras ministeriales –si bien el de Irene Montero se ha asumido como el nombre natural para la vicepresidencia a la que renunció a aspirar Iglesias–, en tanto que la negociación está estancada por el reparto de las competencias del Gobierno.