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El batacazo en Andalucía fuerza un cambio de estrategia en el Gobierno: toca distanciarse de los independentistas

La derrota en Andalucía y la previsible pérdida del poder tras 36 años consecutivos en la Junta ha provocado tal sacudida en el PSOE que ha obligado al Gobierno a virar su estrategia. El batacazo que nadie se esperaba en las filas socialistas ha hecho cambiar de opinión a Pedro Sánchez que presentará los presupuestos en el Congreso en enero tras haber sugerido hace tres semanas que no lo haría sin tener los apoyos amarrados para “no marear a los españoles”. Nada ha cambiado en su relación con el PDeCAT y ERC, pero el presidente ha decidido pasar al ataque con los independentistas tras el hundimiento de Susana Díaz en Andalucía a pesar de que su dirección niegan que la estrategia en Catalunya haya sido la causa principal de la debacle del PSOE en Andalucía. 

“No somos dependientes del mareo al que pudieran someternos los partidos independentistas”, dicen ahora en Moncloa. El cambio de estrategia se materializó apenas 24 horas después del hundimiento electoral que desató de nuevo la batalla interna en el PSOE. Desde el susanismo acusan a Sánchez de ser el culpable de los resultados por el apoyo que recibe de los independentistas y el temor cunde en esa dirección entre los barones socialistas que tienen que enfrentarse a las urnas dentro de seis meses. 

La dirección de Sánchez ha negado repetidamente que la causa principal de la caída sea la estrategia con respecto a Catalunya, aunque reconocen que “todo influye”. Aún así, creen que la parte que ha podido contribuir al desgaste ha sido la “propaganda” que se ha lanzado desde la derecha sobre un pacto que en Ferraz consideran inexistente más allá del voto favorable que recibió Sánchez en la moción de censura. “Revocar no es investir”, dijo el ministro de Fomento, José Luis Ábalos, que recordó que la llegada a la presidencia no tuvo ninguna “condición” como contrapartida y que de momento el Gobierno no ha hecho cesión alguna ni a ERC ni al PDeCAT. 

Para dejar clara esa distancia con los independentistas, el Gobierno opta ahora por presentar los presupuestos sin cerrar previamente el respaldo para que salgan adelante. “El Gobierno es autónomo en su comportamiento, depende de sí mismo, de la voluntad que tenga. El mensaje que lanza es propio, no sucursalista de lo que hagan los demás”, señalan fuentes de Moncloa. 

“Se acabó el disimulo y que cada uno se retrate”

“Se acabó el tiempo del disimulo y es tiempo de que cada uno se retrate”, aseguran esas mismas fuentes, que reconocen que el susto de las andaluzas está detrás del cambio de criterio: “Se lanzan los dados y suceden los acontecimientos. Las cosas ocurren y la política es un arte de voluntad y de estrategia”.

Sánchez aseguró en una rueda de prensa hace tres semanas que no llevaría las cuentas al Congreso si no tenía garantizado que salieran adelante: “Si hay los respaldos parlamentarios para poder presentar los presupuestos en diciembre, perfecto, si no, nos iremos a modificaciones presupuestarias”, explicó. 

En el nuevo escenario, el Gobierno busca tener un relato de cara a unas eventuales elecciones: la presentación de los presupuestos le permite exponer un programa de medidas sociales y cargar contra el resto de partidos si no salen adelante. De hecho, también las protestas en Catalunya por los recortes que se han producido en los últimos años está detrás del redoblamiento de la presión por parte de Sánchez. Los socialistas consideran que sería muy difícil de explicar para la Generalitat que dice 'no' a unos presupuestos que le dan mayor capacidad de margen para el gasto por las reivindicaciones territoriales.

La nueva estrategia del Gobierno es poner en evidencia al resto de fuerzas y, al mismo tiempo, recuperar la iniciativa perdida ante el oxígeno que le han dado a PP y Ciudadanos las urnas en Andalucía. “Tenemos la esperanza de que los españoles entiendan que este Gobierno es el que marca la agenda y no al revés”, expresan en el Gobierno tras el revés en Andalucía y las interpretaciones del resultado que señalan directamente a Sánchez.

Para el Gobierno, la presentación de los presupuestos es una jugada ganadora en cualquier caso. Además de situar a formaciones como ERC ante la tesitura de apoyar medidas sociales que reclama la izquierda o votar en contra, Sánchez tiene la opción de que salgan adelante. “Si salen adelante, pues bien”, dice uno de sus colaboradores, que recuerda que los socialistas irán sacando iniciativas como la subida del Salario Mínimo Interprofesional a través de decretos. La aprobación de los presupuestos dejaría a Sánchez el camino expedito para agotar la legislatura. 

El nerviosismo tras las andaluzas

Mientras tanto, todas las opciones están sobre la mesa. En Moncloa aseguran que no está decidida la fecha de las elecciones y que la incógnita no se resolverá, como mínimo, hasta febrero. En el equipo del presidente hay distintas opiniones sobre la idoneidad de adelantarlas y ahora se suma el factor de aprovechar la movilización de la izquierda frente a la irrupción de la extrema derecha de Vox. Sanchez no ha descartado en las últimas fechas ningún escenario después de reconocer que un fracaso en los presupuestos “acorta” su intención de acabar la legislatura. 

La celebración de un superdomingo electoral coincidiendo con las municipales, autonómicas y europeas del 26 de mayo es una de las posibilidades. Los barones socialistas rechazan esa posibilidad, pero fuentes del partido reconocen que su opinión cuenta poco. “Es el presidente el que tiene el botón rojo”, recuerdan en Moncloa. La opción que siempre ha preferido Sánchez es aguantar el máximo posible y no convocar las generales hasta otoño. 

Detrás del cambio de estrategia está el nerviosismo que ha generado en el PSOE el batacazo en Andalucía, que nadie –ni en Moncloa, ni en Ferraz, ni en San Telmo– había pronosticado. La caída de Susana Díaz ha rebrotado la guerra interna de los socialistas. Ferraz ha dejado claro que le declarará la guerra si pierde la Junta con el eufemismo de que la federación necesita una “renovación”. Sánchez le dio su apoyo pero solo para ser presidenta y también considera que su proyecto está caduco. La puerta de salida está abierta para la que fue su rival, aunque el tono se ha rebajado hasta que se aclare la gobernabilidad.

En la dirección federal hacen una interpretación diferente a la de Díaz y numerosos dirigentes territoriales de los resultados en Andalucía y culpan del hundimiento a la “campaña de trámite” que ha hecho. También cuestionan que se anticipara al adelantar las elecciones: “Susana ha sido el primer ñu en atravesar un río lleno de cocodrilos y todos se han lanzado a ella para intentar devorarla”, dice un colaborador del presidente.