El Gobierno pone la proa a Putin y a Rusia
El Gobierno no tiene dudas sobre en qué lugar colocarse en la crisis de Ucrania. A diferencia de Francia y Alemania, que contemplan con algo de nerviosismo la urgencia de las decisiones tomadas por norteamericanos y británicos, el ministro de Exteriores dejó claro el martes que España rechaza de forma tajante la presión militar rusa sobre Ucrania e incluso defiende el derecho de los ucranianos a solicitar en el futuro la entrada en la OTAN. En ese punto, José Manuel Albares fue más lejos que en las declaraciones públicas de los últimos días. Esta vez no se escuchó la tradicional ambigüedad diplomática. Básicamente, el ministro dijo lo que Joe Biden quiere escuchar de sus aliados europeos.
Albares compareció en la Comisión de Exteriores del Congreso un día después de la reunión de los ministros de la UE dedicada a la crisis. Hasta ahora el Gobierno ha tomado decisiones, como el envío de una fragata al Mar Negro, que están dentro de sus competencias y de sus obligaciones con otros países de la OTAN. Pero si la misión pasa de producirse en una situación de paz, por mucha tensión que haya, a otra de guerra, las dudas jurídicas sobre la implicación militar española serían de otro tipo.
Ucrania no es miembro de la OTAN con lo que España no está obligada legalmente a prestarle ayuda. Si lo hace junto a sus aliados, sería una decisión política ante la que el Congreso debería tener derecho a manifestar su posición.
El ministro resumió las prioridades del Gobierno en cuatro conceptos: “Diplomacia, desescalada, distensión y disuasión”. Todos empiezan por la misma letra, pero hay diferencias. El primero es la herramienta esencial. El segundo y el tercero forman el desenlace deseado. El último es una respuesta que busca enviar un mensaje de firmeza a Rusia para que no utilice su superioridad militar sobre Ucrania. Por tanto, Albares definió la actuación de la OTAN como una respuesta a la amenaza de una hipotética ofensiva rusa sin contemplar a día de hoy el uso de la fuerza militar.
Albares descalificó las posiciones del Gobierno ruso. Dijo que su despliegue militar con decenas de miles de soldados en torno a la frontera ucraniana “no se justifica por motivos defensivos”. La exigencia de Moscú de que Ucrania no ingrese en la OTAN le resulta inaceptable por vulnerar el Derecho internacional.
“Rusia no puede pretender que aceptemos una limitación de la soberanía de los estados de Europa central y oriental”, dijo. Eso en teoría es lógico y se corresponde con la obligación de respetar la soberanía e integridad territorial de cualquier país europeo. El ministro llegó a afirmar de forma demasiado optimista que “el orden internacional basado en esferas de influencia”, típico de la Guerra Fría, pertenece al pasado.
Aparentemente, el Gobierno no tiene miedo de incomodar a Moscú. Albares defendió, al menos en teoría, el derecho de Kiev a pedir su ingreso en la OTAN, porque “corresponde a los ucranianos decidir si quieren unirse a una organización”, también sobre la defensa. “No podemos decir a los ucranianos lo que tienen que hacer”.
Ahí el ministro se dejó llevar por la pasión del momento y fue mucho más lejos que el propio Biden hace una semana en una rueda de prensa: “La probabilidad de que Ucrania se una a la OTAN a corto plazo no es muy alta”, dijo el presidente de EEUU, como ejemplo de la negociación que se puede plantear a Putin. Lo que no aceptará es un derecho de veto ruso a futuras adhesiones, pero al mismo tiempo se le puede comunicar que son poco probables en los próximos años y que pueden discutirse antes con Moscú.
La posición atlantista y muy crítica con Rusia del Gobierno de Sánchez podría haber recibido el apoyo del Partido Popular. No es lo que ocurrió, porque su portavoz, Valentina Martínez Ferro, no estaba muy interesada en hablar de la OTAN o Ucrania. Prefirió centrarse en cuestiones de procedimiento y de relaciones del Gobierno con la oposición.
Se quejó de que Pedro Sánchez no haya comparecido en vez de su ministro –Boris Johnson lo hizo esta semana entre fiesta y fiesta–, se burló de las fotos del presidente hablando por teléfono y se refirió a las diferencias entre el PSOE y Podemos en este asunto. Sostuvo que Sánchez no tiene un papel más relevante en la crisis por culpa de esa división, aunque es poco probable que Biden sepa quién es Ione Belarra o Pablo Echenique.
La frase que mejor definió su intervención fue esta: “Esto es serio, señor Albares, esto va muy en serio”. La grandilocuencia, que no falte en el Congreso. De hecho, la situación es tan seria que no fue posible conocer las ideas del PP sobre la crisis. Sí hizo varias preguntas al ministro para que las respondiera en lo que fue su gran aportación al debate. “No me ha quedado clara su posición”, le respondió Albares. Lógico, no se la había contado.
El PP apostó fuerte por una confrontación entre los dos integrantes del Gobierno de coalición. Unidas Podemos no le concedió esa victoria. Antón Gómez-Reino, portavoz de UP, apoyó al ministro en la búsqueda de una solución diplomática y repartió culpas entre Estados Unidos y Rusia por estar utilizando a Ucrania en beneficio de sus intereses. A diferencia de otros pronunciamientos desde la izquierda, el diputado de UP no quiso dar un tratamiento especial a Rusia y centrar únicamente sus críticas en Washington. En relación a Ucrania, propuso un régimen de “neutralidad” para ese país similar al de Finlandia. Kiev no está interesada en ese estatus.
Gómez-Reino habló de las “derivas ultraconservadoras” del sistema político ruso que han caracterizado las políticas de Putin. Podría haber mencionado la persecución de los grupos feministas y del colectivo LGTBI y la defensa de un programa conservador que cuenta con una base de apoyo fundamental en la Iglesia ortodoxa como rasgos característicos del Gobierno de Putin.
Lo que sí hizo fue recordar que “las extremas derechas europeas están aliadas con el señor Putin”, lo que hizo que algunos diputados de Vox empezaran a mascullar. Quizá la ultraderecha no esté a favor de las amenazas de Rusia a Ucrania, pero las políticas de Putin son las que defienden para España.
La situación de Europa del Este y la intervención de la OTAN continuarán siendo elementos que pondrán a prueba las relaciones del PSOE y Podemos. Pero Unidas Podemos decidió en el Congreso que no iba a cumplir con el guion que más le convenía al PP.
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