Hong Kong, 20 nov (EFE).- El fundador del influyente rotativo Apple Daily y prominente defensor de la democracia en Hong Kong, Jimmy Lai, volvió este miércoles al estrado para declarar en el enésimo proceso judicial abierto en su contra en los últimos años, en los que se ha convertido, desde la cárcel, en uno de los principales rostros de la lucha por las libertades en la excolonia.
Lai, de 77 años, enfrenta en esta causa graves cargos bajo la Ley de Seguridad Nacional, incluidos los de sedición y supuesta connivencia con “fuerzas extranjeras” que podrían costarle una condena a cadena perpetua.
El magnate permanece en una prisión de máxima seguridad en Hong Kong desde finales de 2020 y acumula décadas de activismo y feroces críticas al Gobierno de China, país del que escapó a los 12 años oculto en un barco pesquero con destino a Hong Kong, donde inició su carrera laboral en una fábrica de ropa en la que rápidamente ascendió a gerente.
En 1981 fundó la cadena de ropa Giordano, que obtuvo un notable éxito, con más de 2.000 tiendas en cerca de 30 países y regiones a nivel mundial.
Tiananmen, punto de inflexión
No obstante, las protestas y la masacre de la plaza de Tiananmen en 1989 marcaron un punto de inflexión para Lai, quien, horrorizado, decidió utilizar su riqueza para exigir responsabilidades al Gobierno chino, según él mismo relató.
El primer paso fue, en 1990, fundar una empresa de medios con la que lanzó Next Magazine, una publicación que desde sus inicios criticó a Pekín, combinando el sensacionalismo con análisis políticos y económicos, lo que atrajo rápidamente a un amplio número de lectores.
Cinco años después, a medida que se acercaba la devolución de Hong Kong a China, creó Apple Daily, un rotativo que rápidamente ganó popularidad y logró una tirada de 400.000 ejemplares en 1997, convirtiéndose en el segundo más leído en el territorio y en la mayor publicación independiente.
Apple Daily no solo reflejó las preocupaciones de la sociedad hongkonesa en un momento de transición política, sino que también jugó un papel crucial en la promoción de la agenda prodemocrática, consolidándose como un bastión de la prensa libre en una región cada vez más vigilada por Pekín.
Además, Lai se convirtió al catolicismo, una fe que ha sustentado gran parte de su trabajo.
Del escrutinio a la cárcel
Desde la fundación de su empresa de medios, el magnate ha sido objeto de un constante escrutinio por parte de las autoridades debido a sus posiciones políticas y ha sufrido ataques a su negocio, amenazas dirigidas a sus anunciantes y atentados en su residencia y oficinas.
El cerco siguió cerrándose tras las multitudinarias manifestaciones antigubernamentales de 2019 y la implementación de la controvertida Ley de Seguridad Nacional (LSN) impuesta por Pekín a Hong Kong, una normativa que ha concitado la condena internacional porque criminaliza la disidencia y la colaboración con “agentes extranjeros” en asuntos relacionados con derechos humanos.
Detenido en agosto de 2020, Lai fue liberado bajo fianza, pero volvió a ser encarcelado en diciembre de ese año y, desde entonces, permanece en una prisión de máxima seguridad.
Al margen de los cargos vigentes, el empresario cumple una condena de 5 años y 9 meses de prisión por un delito de fraude por supuestas infracciones en el arrendamiento de su compañía multimedia, una sentencia impuesta tras permanecer dos años en prisión preventiva y como colofón de la larga serie de causas contra él.
Ahora él y sus tres empresas enfrentan tres cargos bajo la LSN, entre ellos la supuesta confabulación con “fuerzas extranjeras” y sedición según la legislación de la época colonial, por los que podría enfrentar penas de hasta cadena perpetua, lo que le llevaría a morir entre rejas.
Las acusaciones están relacionadas con supuestas peticiones de sanciones internacionales contra la ciudad y las autoridades centrales, así como su papel “en la incitación al odio público” durante las protestas.
Se trata del primer proceso penal celebrado en el territorio semiautónomo por un delito de connivencia con fuerzas extranjeras, en un mediático litigio que ha generado enorme controversia internacional.
Mar Sánchez-Cascado