La medianoche de este viernes pone fin a la campaña electoral. A partir de ese momento comienza la jornada de reflexión, el último día antes de que las urnas muestren quiénes han conseguido hacerse con los votos de los indecisos -según el último CIS preelectoral, el 36% de los llamados a votar-.
La ley electoral no habla de una “jornada de reflexión” como tal, el nombre que recibe la víspera de las elecciones en España, sino que establece que la campaña solo dura 15 días y finaliza exactamente a las cero horas del día previo a la votación. Así, este sábado está prohibida la difusión de propaganda electoral o los actos donde se pida el voto de forma directa. Esta parte de la ley electoral (Ley Orgánica de Régimen Electoral General, LOREG) no se ha modificado desde que fue publicada en el BOE en 1985, cuando no existían las cadenas de televisión privadas, y es en realidad un desarrollo de un decreto ley de 1977 que ya incluía la jornada de reflexión. Cuarenta años después, con Internet, redes sociales y más medios de comunicación, cabe plantearse si es necesaria una modificación de la legislación.
“Este tipo de rigideces pertenecen a otra era de la política”, valora Antón R. Castromil, politólogo y coordinador del Máster en Estudios Avanzados en Comunicación Política en la Universidad Complutense de Madrid. Castromil considera que para las “élites partidistas” tiene sentido realizar actos “más ligeros” ese día, pero no cree que para los electores marque la diferencia. El politólogo añade una 'utilidad' para esa víspera de elecciones donde se reducen los actos: que la ciudadanía pueda desintoxicarse tras dos meses de gran intensidad política. “Las campañas se hacen muy pesadas. Las élites partidistas pasan de dirigirse muy poco a la ciudadanía a hacerlo todos los días 24 horas”, explica.
Berta Barbet, politóloga por la Universidad Pompeu Fabra, cree que no es una “mala idea” que haya un periodo en el que “el ruido baja y hay tiempo para reflexionar”, pero que la idea se ha quedado desfasada “por los cambios tecnológicos” y en un contexto en el que la información fluye muy rápido. ¿Es un día fundamental para decidir el voto? “No. Creo que en condiciones normales podría servir para reflexionar sobre la información y tener más tiempo, pero en el formato en el que está y en un contexto en el que la información no deja de circular como se tiene ahora, no, creo que no”. “Aunque no vengan directamente de los partidos, los mensajes siguen llegando el día de la reflexión. A nivel teórico sería una buena idea, pero no creo que sea así. No nos encerramos todos a reflexionar ese día”, añade.
Por el contrario, José Andrés Torres Mora, doctor en Sociología y diputado hasta la disolución de las Cortes a principios del pasado marzo, mantiene que la jornada de reflexión sigue teniendo sentido en 2019. “¿Es una mala idea que pare un momento el circo y se pare a reflexionar? ¿Hace falta que vayas a votar con un tipo gritándote para que le votes? Hace falta un poco de pudor por parte de todos”, medita. Torres Mora, ahora profesor titular en la Universidad Complutense, cree que la norma “tiene el mismo sentido que tenía cuando se aprobó”; invita a “no despreciar la idea de pensar tranquilamente” y a no descartar este límite que impone la ley solo porque date de 1985.
Prohibición de publicar sondeos cinco días antes
La ley electoral también prohíbe que durante los cinco días anteriores al de la votación se publiquen sondeos electorales por parte de cualquier medio de comunicación. El lunes fue el último día legal para difundir sondeos, aunque desde hace años se siguen publicando encuestas en periódicos de Andorra y se comparten masivamente en las redes sociales. Ocurrió en las pasadas elecciones con Electograph, una web que en su cuenta de Twitter se describe como la creadora de “la frutería de Andorra en 2015” y que sustituía los partidos por frutas y hortalizas con los colores de cada una de las formaciones.
Para la politóloga Berta Barbet la existencia de esta norma está “menos justificada” porque los sondeos son una información para el elector. “La lógica [de la prohibición] es que no condicionen, pero al final los sondeos son información. Igual que damos información de programas electorales. Ya no tiene que ver con los cambios tecnológicos, es injustificado romper que esa información se pueda dar”, explica. Por ejemplo, en estas elecciones la fecha de los dos debates entre los cuatro candidatos sobrepasó el límite que marca la ley, por lo que no es posible saber qué influencia pueden haber tenido para decantar a los indecisos hasta el mismo 28A.
Coincide Castromil con Barbet en considerar que este apartado de la legislación a día de hoy tiene “poco sentido”: “Es considerar al elector como menor de edad, como si creyeran que las encuestas tienen un poder prácticamente sobrenatural. Me parece que no es así y tienen menos impacto del que pensamos”.
Además, los partidos no pueden llamar de forma directa al voto, pero con las redes sociales existen formas de sortear este veto. Por ejemplo, en las pasadas elecciones el PSOE 'eludió' la jornada de reflexión en Twitter con el recurso de las frutas y hortalizas. No pidieron el voto expresamente para no incurrir en la ilegalidad, pero lanzaron la campaña #sorfresa −la fresa identificaba al PSOE en las encuestas publicadas en Andorra− y se convirtieron en trending topic esa mañana.
Otro de los aspectos cuestionados de la ley electoral es el propio concepto de campaña, cuyos límites han quedado diluidos con el paso del tiempo. Aunque todos los partidos han celebrado actos durante marzo y abril, de forma oficial la campaña comenzó el pasado día 12 y finaliza este viernes a medianoche. En teoría, hasta ese momento no se podía pedir el voto.
La jornada de reflexión como “ritual”
La jornada de reflexión no deja de ser un “ritual” que forma parte de la convocatoria de elecciones y que, en opinión de Castromil, “probablemente tenga los días contados”. Cada cita con las urnas se repiten las mismas rutinas, pero con distintos protagonistas. Para los candidatos, este es el día que dedican a caminar rápido por las mañanas, comer con sus familias o, como Mariano Rajoy en 2011, ver el partido del Real Madrid.
La mayoría de los países del mundo cuentan con figuras similares o, como mínimo, con legislaciones que intentan garantizar la neutralidad. En Francia, por ejemplo, también está prohibida la publicación de encuestas. Argentina va un paso más allá e impide la venta de bebidas alcohólicas durante la víspera y hasta tres horas después del cierre de los colegios electorales.